Uno de los pilares de campaña del recién electo presidente de los EE.UU, Donald Trump, el llamado a las empresas norteamericanas a reinsertar sus inversiones dentro de la propia nación americana, estaría conbrando vigencia luego de que la empresa automovilística Ford decidiera cancelar sus planes de establecer una planta en México, y decidiese hacerlo, pero en Michigan, territorio de los Estados Unidos.
Es precisamente este estado, y su ciudad clave, Detroit, una de las grandes ciudades industriales norteamericanas que poco a poco ha visto como grandes consorcios se han largado de sus enclaves industriales y se han establecido en otros lugares (sudeste asiático, México, por ejemplo) para encontrar mano de obra barata, y así poder abaratar sus producciones y ser más rentables económicamente.
Pero Donald Trump fue enfático en sus últimas presentaciones: él quiere revitalizar la economía norteamericana, traer de vuelta a todos esos que "se fueron" a invertir a otros lugares, él quiere hacer a América grande otra vez, y el regreso de Ford a Michigan pudiera ser un buen ejemplo para comenzar a construir una nación más próspera.
Sin embargo el presidente de Ford, Mark Fields, negó en una entrevista televisiva que la cancelación de la operación en México, es "una concesión" a las proclamas y "amenazas" de Trump.
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