Cada vez son más los cubanos que filman y publican en las redes sociales su regreso a Cuba, ya sean famosos o simplemente ciudadanos anónimos que quieren compartir con el mundo su alegría e inmortalizar un instante que será al que acudan luego en momentos de nostalgia.
El punto común a todos esos vídeos es la sorpresa y la emoción de esos momentos en que cubanos retornados abrazan nuevamente a sus familiares: las palabras, gestos, gritos y asombros por el reencuentro después de una separación prolongada.
Aunque algunos pueden ver en el acto de compartir estas imágenes algo innecesario, cuestionable (o incluso narcisista), lo cierto es que en la práctica esos dos minutos ―los que dura en este caso la filmación del reencuentro de esta joven cubana con los suyos― seguramente emocionarán a muchas más personas de las que uno pueda imaginar.
No hay nada como jugar a ponerse en la piel del otro, y los cubanos ―acostumbrados por realidad histórica a decir “adiós”― van fundando también una mística del reencuentro, del “aquí estoy”, del “no te olvidé”.
Porque digamos la verdad, casi todo cubano tiene alguien que “se le fue”, o tal vez fue uno mismo el que un día tomó un avión en busca de otros caminos.
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