JUCHITÁN, México, 8 sep (Reuters) - México empieza a hacer balance de los muertos que ha dejado el terremoto de entre 8,2 (según las autoridades mexicanas) y 8,1 grados (según el Servicio Geológico de los Estados Unidos), que sacudió el sur del país cerca de la medianoche del pasado jueves: ya van 61 víctimas mortales: 45 de ellas en Oaxaca, 12 en Chiapas y 4 en Tabasco. El presidente Enrique Peña Nieto ha decretado tres días de luto nacional en el país.
Es el temblor más fuerte sufrido por el país en casi un siglo. Desde 1932 se veía nada igual. Los sismógrafos han detectado, incluso, un tsunami provocado por el seísmo.
De acuerdo con las mediciones del Servicio Sismológico Nacional de México, el temblor tuvo una magnitud de 8.2 y se originó en el Océano Pacífico cerca del pequeño poblado de Pijijiapan, en el estado Chiapas.
El movimiento telúrico fue mucho menos devastador que el poderoso sismo que azotó al país latinoamericano en septiembre de 1985 y que dejó miles de muertos.
Peña Nieto dijo que los estados Oaxaca y Chiapas resultaron los más afectados entre las doce entidades donde se percibió el sismo, y sus más de 300 réplicas, la de mayor magnitud, de 6.1.
Uno de los municipios más afectados por el sismo fue el de Juchitán, en Oaxaca, donde la mitad del palacio municipal estaba destruido, al igual que la escuela más antigua del lugar, una iglesia y viviendas. Además tuvo que ser evacuado un hospital y cientos de personas quedaron a la intemperie.
La alcaldesa, Gloria Sánchez, dijo en un contacto radial que la situación era "crítica" horas antes de que Peña Nieto llegara para evaluar los daños causados por el sismo.
Fachadas de edificios destrozadas, azulejos caídos y cristales rotos de tiendas y bancos cubrían las calles de Juchitán, mientras soldados armados vigilaban zonas acordonadas, donde habían iniciado trabajos de remoción de escombros.
"Se fue la luz, se fue el agua, todo oscuro, fue terrible. Fue brutal, brutal, pareciera que un monstruo, que un ferrocarril estuviera pasando sobre nuestros tejados", dijo Jesús Mendoza, un ingeniero civil de 53 años.
En Chiapas, hogar de muchos grupos étnicos indígenas, miles de personas en zonas costeras fueron evacuadas por precaución cuando el terremoto provocó una alerta de tsunami.
Las olas se elevaron entre dos y tres metros de altura, aunque esa amenaza pasó, dijeron medios locales.
La petrolera estatal Pemex dijo que estaba revisando sus instalaciones y cerró la refinería de Salina Cruz en la misma región que el epicentro como medida de precaución. Comenzó a reiniciar la refinería con capacidad de 330,000 barriles por día el viernes por la tarde.
El sismo se sintió también en Guatemala, El Salvador y Honduras, dejando algunos daños pero sin causar muertes.
Habitantes de la capital mexicana y de otros estados afectados salieron corriendo a las calles incluso en pijamas, según testigos de Reuters. Muchos tuvieron ataques de pánico.
Las autoridades suspendieron el viernes las clases en varios estados del país para revisar la infraestructura escolar, mientras que los aeropuertos trabajaban con normalidad.
Redacción Ciudad de México. Editado por Pablo Garibian y Gabriela Donoso AIM VGS.
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