La prensa norteamericana ha revelado recientemente que Rex Tillerson estuvo a punto de renunciar este verano de su cargo como secretario de Estado, a causa de diferencias personales con el presidente Donald Trump. En estos momentos, la relación todavía se mantendría tensa entre ambos.
Los desencuentros alcanzaron un punto crítico en el pasado mes de julio, cuando Trump dio un discurso -que fue muy cuestionado- ante miles de boy scouts, en Virginia Occidental, según destaca NBC en un reciente reporte.
En el transcurso de una reunión posterior de alto nivel en el Pentágono, a la que asistieron miembros del gabinete e integrantes del equipo de Seguridad Nacional, el secretario de Estado habría llegado a referirse en público a Trump como “idiota”,
El vicepresidente Mike Pence ―cuarto en la línea de poder― habría intervenido junto a otros oficiales con el fin de intentar calmar los ánimos de Tillerson.
Aunque no está claro si Trump tuvo conocimiento del hecho, el citado medio indica que los funcionarios pidieron al titular de la diplomacia estadounidense que permanezca en el cargo al menos hasta fin de año, pues en esos momentos el gobierno estaba siendo sacudido por varias renuncias y despidos, y la situación podía agravarse con su dimisión.
En agosto, según NBC, el presidente norteamericano se molestó con su secretario luego que Tillerson contradijera en una entrevista la opinión de Trump sobre la violencia racial desatada en Charlottesville (Virginia).
En días recientes, el presidente estadunidense pareció despreciar los esfuerzos de Tillerson para encontrar una solución diplomática al conflicto con Corea del Norte, y comentó en Twitter que se trataba de una “pérdida de tiempo”.
Lo cierto es que, cuando ni tan siquiera ha cumplido su primer año de gobierno, Trump se ha quedado ya sin un consejero de seguridad nacional, un jefe de gabinete, una fiscal general, dos directores de comunicaciones, su estratega en jefe, un director del FBI y un secretario de Salud.
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