Este miércoles 29 fue inagurada en La Habana la Asamblea General Anual de la Federación Panamericana de Lechería, organización que promueve el desarrollo del sector lácteo en toda la región.
Es llamativo que Cuba funja de anfitrión de un evento en cuya área no sobresale. Sus serias deficiencias de producción impiden que la leche llegue a todos los cubanos a precios razonables.
La leche y sus derivados en Cuba pasan de ser productos básicos a artículos prácticamente de lujo, poco frecuentes en la mesa de muchos cubanos, al menos en la de quienes tienen un poder adquisitivo bajo, no reciben remesas del extranjero o no acostumbran a frecuentar las tiendas en divisas.
De ahí que sorprenda la celebración de esta Asamblea regional en territorio cubano. Así lo ve la directora general del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (Censa) al afirmar: “El que se celebre esta reunión aquí nos dice que debemos aprovechar todas las oportunidades”.
A la funcionaria del único centro de la Isla que está vinculado a la Federación Panamericana de Lechería no escapa la singularidad del hecho, y por ello enfatiza que Cuba debe aprovechar al máximo la oportunidad para obtener información, capacitación y opiniones, así como asegurar integrarse paulatinamente a una red de intercambio, colaboración e inversión.
La inversión extranjera ―la gran apuesta de la economía cubana en los últimos años― se perfila como el gran propósito de que un evento de estas características, revestido casi de ironía para muchos cubanos de a pie, que no contemplan la leche o el queso en la base de su alimentación diaria.
Tal vez en unos años, con mucha suerte e inversionistas mediante, la leche y sus derivados dejen de ser en Cuba un sueño que acarician unos pocos.
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