En medio de las intensas lluvias dejadas por el huracán María en el pasado mes de septiembre, una casa de dos plantas -de cemento pero con techo de madera- se delizó por un barranco con la dueña dentro, en la localidad de Corozal (Puerto Rico).
Aunque la propietaria sobrevivió, varios meses después la casa sigue colgando del barranco y cada vez que llueve se desliza un poquito más.
Los vecinos tienen miedo de que la vivienda ceda por completo y acabe por hacerle daño directo a alguna de las 17 familias que habitan en ese lugar, que viven preocupadas por lo que puede pasar si la estructura acaba de caer.
Mientras tanto, la dueña de la vivienda dice que no ha podido conseguir otra casita porque la cantidad de ayuda que FEMA (Federal Emergency Management Agency) le ha asignado no es suficiente.
La incómoda posición en que quedó la casa hace que sea un riesgo, incluso, que lleguen maquinarias hasta el lugar.
Mientras tanto, las autoridades municipales niegan toda responsabilidad, dicen que la culpa de que no se haya resuelto es de FEMA y que el municipio no tiene recursos para asumir una solución al problema.
El cuerpo de ingenieros de EE.UU., que visitó recientemente el lugar, ha dado a conocer que la casa no constituye un peligro para la comunidad. Sin embargo, viendo las imágenes, es comprensible la inquietud de los vecinos.
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