La muerte de un prisionero cubano que cumplía una larga condena por asesinato ha provocado conmoción en la ciudad de Bayamo, en el oriente del país, donde sus familiares están denunciando graves violaciones de derechos humanos.
Bárbaro José Verdecia, de 29 años y natural de Bayamo, cumplía 28 años de privación de libertad por la muerte de una persona con la que tuvo un enfrentamiento a golpes en 2016. Según sus familiares, Bárbaro José se entregó a las autoridades y fue enviado al Combinado del Este a cumplir su sanción.
Sin embargo, en las últimas semanas algo sospechosamente preocupante comenzó a pasar.
“Mi hijo se empezó a podrir”, dijo a CiberCuba su padre Bárbaro Verdecia. “En las últimas visitas yo comencé a verlo demacrado, amarillo, perdiendo peso de manera casi indetenible. Al extremo de que aunque los médicos no decían qué le pasaba, sí lo ingresaron en una ocasión en el hospital del Combinado para hacerle análisis”.
Luego de ese ingreso, Bárbaro José tuvo una leve mejoría que no duró mucho tiempo.
“Los brazos se le reventaron”, nos dice Dayaneysi Verdecia, hermana del fallecido. “Él hacía bastante ejercicio para tratar de ayudar a su cuerpo a superar cualquier cosa que hubiera cogido en prisión. Nos dijeron que se había inyectado aceite en los brazos pero sabemos que es mentira. Fuera lo que fuera que tuviera, lo cogió o se lo administraron en la prisión”.
Cuando ya la salud de Bárbaro José se deterioró a niveles en que peligraba su vida, y ante los reclamos interminables de familiares que debían viajar casi 800 kilómetros (de Bayamo a La Habana) para visitarlo, fue transferido a Oriente. Pero no a Bayamo, sino a Santiago de Cuba.
“Nos dijeron otra mentira: que hubo un error de documentos y por eso no lo mandaron para Bayamo”, dice Dayaneysi. Había sido transferido para la prisión de “Boniato”, en Santiago de Cuba.
Pero el progresivo avance de una infección agresiva hizo que lo llevaran el pasado día 3 de septiembre de urgencia al Hospital “Ambrosio Grillo”, de Santiago de Cuba. Esa hospitalización fue por gusto: Bárbaro José Verdecia tuvo 4 paros cardíacos casi consecutivos, y murió poco después.
“¿Tú sabes lo que dice el acta de defunción de mi hijo?”, nos dice su padre, enloquecido de dolor y frustración: “Muerte por causas desconocidas. Eso fue lo que me hicieron firmar. Que la sepsis generalizada por la que se murió, por la que su cuerpo literalmente se pudrió, no tiene explicación médica. Es una burla al dolor de todos nosotros”.
Según Bárbaro Verdecia, él está demandando a las autoridades gubernamentales y al hospital: a su hijo le practicaron la necropsia sin autorización o consentimiento de ningún familiar. “Cuando llegamos al hospital ya lo habían abierto, sin nosotros presentes. Todo, para decirnos que no había causa de muerte conocida.”
Esta familia residente en el barrio Siboney, en Bayamo, dice que no solo están lidiando con el luto. Por si fuera poco, el acoso policial y de la seguridad del estado es asfixiante.
“No nos dejan en paz”, dice Dayaneysi. “Mientras nosotros les pedíamos ayuda para salvar la vida de mi hermano no nos hacían caso, no le ponían el Rocefin que llevaba su infección, nos maltrataban. Desde que se murió y como vieron la conmoción que ha provocado esa muerte en el pueblo, ahora no nos dejan vivir tranquilos”.
Un video tomado con un celular durante el velorio de Bárbaro José Verdecia en el interior de su vivienda, muestra a su padre pidiendo justicia y respeto a los Derechos Humanos. Luego, una vez rumbo al cementerio, otros familiares increpan a policías y agentes de la seguridad, en todo momento presentes.
“Nos querían quitar los celulares en el cementerio”, dice el padre del fallecido. “No nos han dejado siquiera llorar tranquilos, solo les preocupa que nosotros estamos denunciando todo esto y que no nos queremos quedar callados. A mi hijo lo mataron. Lo infectaron con algo y lo dejaron morir después”.
Según denuncian los familiares de Verdecia, este les decía en las visitas que lo golpeaban, aun enfermo, porque él exigía que le pusieran mas medicamentos por el dolor en los brazos.
“¿Desde dónde nos están entrevistando ustedes?”, preguntó a CiberCuba el padre del fallecido. Respondimos que desde Miami. “Bueno, pues que sepas algo: ustedes en Miami están haciendo trabajo periodístico investigando este caso de mi pobre hijo, y aquí en Bayamo ni en ninguna otra provincia ningún periodista nos ha hecho caso. Estamos solos y llorando una muerte que nadie nos explica por qué ocurrió”.
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