El Gobierno cubano ha convertido el turismo “de lujo” en una de sus principales apuestas para atraer a un tipo de turista, cuyo sello característico es que no repara en gastos.
Cuando tales hoteles se sitúan en medio del corazón de La Habana, como es el caso del Gran Manzana Kempinski ―inaugurado en junio de 2017― se genera un gran contraste con la humildad de barrios muy inmediatos de la Habana Vieja, o se da el caso de cubanos que miran las vidrieras de las tiendas como si se tratara de museos.
Versace, Lacoste, Armani, Montblanc, tiendas ubicadas en la planta baja del Gran Manzana, desentonan con un país cuyos ciudadanos ganan un salario promedio de 30 dólares mensuales.
El Gran Manzana "es el primer hotel verdaderamente lujoso en La Habana", ha dicho a la agencia AFP su director gerente, Xavier Destribats.
"Había una clientela que no viajaba a La Habana o a Cuba porque no tenía el estándar de un hotel de lujo de cinco estrellas, como en ciudades como París o Londres", añade el directivo, que recuerda que se trata de un hotel donde hay un spa de 1.000 metros cuadrados y donde todas las habitaciones tienen un mínimo de 40 metros cuadrados.
Las tarifas oscilan entre los 370 dólares de una habitación individual, en temporada baja, hasta los 5 mil dólares de la suite presidencial.
Los turistas entrevistados en este reportaje ratifican que se trata de un lujo impensable con anterioridad en Cuba, y que la sitúa al nivel de otros países.
"No me siento como si estuviera en Cuba. Me siento más como si estuviera en los Estados Unidos, Miami o Puerto Rico", afirma una joven francesa.
El grupo suizo Kempinski, que planea contar con otros hoteles en Cuba, no es el único interesado en la Isla, ya el grupo español Iberostar inauguró en septiembre de 2018 el Grand Packard, junto al malecón habanero, y se suman otras compañías cuyos proyectos se encuentran en diverso grado de avance.
El gigante francés Accor planea inaugurar el suyo en septiembre de este 2019 también junto al malecón.
Llamado "Sofitel", tendrá una chocolatería en la planta baja y un espacio para conciertos en la terraza. Como detalle curioso se suma que los uniformes de los empleados serán confeccionados por la popular diseñadora de modas española, Agatha Ruiz de la Prada.
El grupo francés Lucien Barrière, por su parte, busca instalarse frente al Capitolio.
No obstante, en todos los casos citados el propietario del hotel es Gaviota, rama del ejército cubano dedicada al turismo, y los grupos extranjeros solo figuran como responsables de la gestión de esos establecimientos.
Aunque el Gobierno de Estados Unidos ha colocado a esos hoteles de lujo en una "lista negra", que prohíbe a los turistas estadounidenses hospedarse allí, la agencia AFP subraya que algunos la evaden “pagando en efectivo o reservando a través de una agencia de viajes”.
Aunque el turismo de sol y playa supone el 73 % de las 70 mil habitaciones totales que ofrece Cuba actualmente, esos turistas gastan poco.
Tampoco sobresalen en gastos los cruceristas, cuyo número ha aumentado en los últimos años, que generan apenas un promedio de 15 dólares por día y que no se quedan en un hotel, de ahí que el verdadero interés del Gobierno cubano ahora mismo esté en reforzar la oferta de lujo.
La apertura de hoteles de lujo es "una nueva etapa", subrayó recientemente el ministro de Turismo, Manuel Marrero Cruz, y también es "una necesidad", enfatizó.
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