Una noticia estremeció a Nuevo Laredo, y en especial a la Casa del Migrante AMAR: el pastor Aarón Méndez, su director durante los últimos ocho años, fue secuestrado por un grupo criminal a inicios de agosto.
En ese momento lo que se sabía era que los secuestradores iban en busca de los cubanos que allí se encuentran, ya que existe la creencia de que es fácil obtener dinero pidiendo por ellos un rescate a los familiares que están en Estados Unidos.
Méndez no cedió a las presiones de los asaltantes y terminó siendo secuestrado por una banda criminal.
Un reporte de Univisión accedió al testimonio de varias personas que presenciaron el crimen, conocían al pastor y aún permanecen en la Casa del Migrante de Nuevo Laredo.
Para María, que no dice su verdadero nombre para proteger su identidad, aquel día del 3 de agosto es una fecha triste.
“Yo iba llegando a la casa y vi cuando se lo llevaron” aseguró la joven que hoy vive en los Estados Unidos pero quien le agradece mucho al pastor Aarón por todo lo que hizo por ella.
Contó además que en ese instante los cubanos no estaban en la casa, sino fuera, pero como sonaban el timbre el padre les abrió pero no les entregó a los cubanos.
“Él dijo que no, que mejor se lo llevaran” cuenta María con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada.
La situación de Richard Liván, natural de la isla y quien espera una fecha de corte para solicitar su entrada a los Estados Unidos, es difícil.
Asegura sentirse tranquilo aunque es un reto “es un reto ser migrante en Nuevo Laredo, donde hay inseguridad”.
Es parte del grupo de cubanos retornados, aquellos que esperan una respuesta por parte de las autoridades norteamericanas y mientras deben estar en la parte mexicana, un proceso que puede durar meses. El padre Aarón luchaba para hacerle esa espera un poco mejor a los migrantes que recibía bajo su amparo.
Lo mismo hace el pastor José Ángel González, quien atiende otro de estos centros, y desde que raptaron a su hermano de fe asume también la dirección del centro AMAR.
“No sabemos nada” asegura, pero continúa enfocado en atender a aquellos grupos vulnerables que se encuentran en un limbo legal y que depositan sus esperanzas en que muy pronto tendrán los documentos que les permitan cruzar a los Estados Unidos.
“Hay que cuidarse mucho de todos, ver con quien se habla, porque estamos en un país desconocido”, asegura Richard Liván mientras atiende en la iglesia todas las labores, un lugar que para él se ha convertido en su casa.
Del pastor secuestrado aún no se tienen noticias. Si está vivo o muerto es una interrogante que hasta ahora no tiene respuesta, pero cada día las oraciones, a ambos lados de la frontera se elevan a los cielos con la esperanza de que pueda regresar a sus labores, atendiendo a aquellos que más lo necesitan.
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