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La gran mentira del progreso
Uno de los argumentos más repetidos por el régimen es que Cuba está en camino de resolver problemas como la alimentación, el transporte, la vivienda y la recreación. ¿En serio? Es irónico que se hable de resolver problemas que ellos mismos han creado. Desde el 1959, los cubanos hemos sido testigos de cómo estas áreas, lejos de mejorar, se han deteriorado hasta niveles insostenibles.
Alimentación: ¿Dónde está la comida?
El pueblo cubano lleva décadas sobreviviendo con una libreta de racionamiento que ni siquiera garantiza los alimentos más básicos. Mientras los altos mandos del Partido disfrutan de suculentas comidas, el cubano promedio pasa horas en colas interminables para conseguir pan, huevos o un poco de aceite. Las promesas de mejorar la agricultura son palabras vacías cuando los campos están abandonados, la maquinaria está obsoleta y el campesino se ve atrapado entre regulaciones absurdas y una burocracia que le impide prosperar.
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El transporte: una pesadilla cotidiana
El transporte en Cuba es una burla. Para la mayoría de los cubanos, moverse de un lugar a otro es una tarea casi imposible. Los autobuses son escasos, viejos y abarrotados; los taxis, un lujo; y no hablemos de los trenes, que parecen haber salido de un museo de antigüedades. Mientras tanto, el gobierno destina sus recursos a mantener una élite que vive cómodamente, viajando en autos modernos y beneficiándose de privilegios que están fuera del alcance del ciudadano común.
Vivienda: un país en ruinas
La vivienda es otro de los grandes fracasos del régimen. Cientos de miles de cubanos viven en condiciones deplorables, en edificios que se caen a pedazos, donde el peligro de derrumbe es una constante. Cada vez que llueve, muchos cubanos temen que el techo de sus casas ceda y termine sepultándolos. Las promesas de construir nuevas viviendas se quedan en papeles y proyectos fantasmas, mientras los pocos que logran acceder a una casa digna lo hacen a través de influencias o pagando en moneda dura.
Educación y salud: dos pilares en decadencia
El régimen cubano siempre se vanagloria de su sistema de educación y salud, presentándolos como las grandes victorias de la Revolución. Pero la realidad, como siempre, es muy distinta. La educación cubana es un lavado de cerebro constante, donde se adoctrina a los estudiantes desde pequeños con la retórica del régimen. Sí, la educación es "gratuita", pero a costa de sacrificar la libertad de pensamiento y de expresión. Además, las escuelas están en condiciones deplorables, los maestros mal pagados y desmotivados, y la calidad de la enseñanza es cada vez más baja.
La salud pública, antaño motivo de orgullo, ha caído en una crisis profunda. Los hospitales carecen de insumos básicos, los médicos se ven forzados a trabajar en condiciones infrahumanas y el acceso a medicinas es casi inexistente para el cubano promedio. Mientras tanto, el régimen prefiere exportar médicos como mercancía para obtener divisas, explotándolos en el extranjero mientras las clínicas en la isla se desmoronan.
El capital humano: la gran estafa
El discurso de que Cuba ha convertido su capital humano en la principal fuerza productiva del país es otra falacia más. Si algo ha hecho la Revolución es destruir el talento y la capacidad de su gente, obligando a millones de cubanos a buscar una vida mejor fuera de la isla. Cuba no es "una universidad", como a menudo pretende hacer creer el régimen; es una prisión para el pensamiento crítico y el desarrollo personal. Los cubanos están atrapados en un sistema que no les permite prosperar, donde las oportunidades están reservadas para los que se someten ciegamente al régimen.
¿Qué nos queda?
La única salida para el cubano ha sido, históricamente, huir del país. La diáspora cubana es el testimonio vivo del fracaso de la Revolución. Millones de cubanos han abandonado la isla en busca de la libertad y la prosperidad que les ha sido negada por el régimen. Los que quedan en la isla sobreviven a duras penas, entre colas interminables, un mercado negro imparable y una represión que asfixia cualquier intento de cambio.
El régimen cubano ha demostrado, una y otra vez, que no tiene ninguna intención de mejorar la vida de su pueblo. Cada promesa de "reformas" económicas o "aperturas" es simplemente otro intento desesperado por ganar tiempo y perpetuar su poder. Mientras tanto, el pueblo cubano sigue pagando el precio de este experimento fallido.
Un llamado a la acción
La Revolución ha fracasado. No hay futuro en un sistema que se sostiene sobre la represión, la mentira y la pobreza. La solución no vendrá de más promesas vacías ni de discursos sobre el "esplendor" futuro. Vendrá de la acción decidida del pueblo cubano para reclamar su libertad y construir un país donde la prosperidad y el bienestar sean una realidad, no una quimera inalcanzable.
La Revolución Cubana nos ha robado demasiado. Es hora de recuperar lo que nos pertenece.
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