Régimen cubano saboteó congreso de periodistas

No había necesidad alguna de filtrar algunos elementos del nuevo texto constitucional en medio del congreso de la UPEC, salvo para quitarle el protagonismo debido a la reunión más importante de la prensa pagada por el tardocastrismo.

Congreso de la UPEC © Juventud Rebelde
Congreso de la UPEC Foto © Juventud Rebelde

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Este artículo es de hace 6 años

El miedo sigue siendo compañero de viaje del tardocastrismo que acaba de protagonizar en La Habana uno de los episodios más chuscos de la historia reciente, saboteando el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba.

El régimen filtró modificaciones constitucionales venideras y el presidente Díaz-Canel pospuso –una vez más- el tema del salario de los periodistas, se regocijó en las mentiras habituales de los últimos 60 años, y cometió un desliz diplomático inexplicable.


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La modificación constitucional está cocinada desde hace tiempo y no será abordada en la Asamblea Nacional hasta el 21 de julio, donde ya tiene asegurada su aprobación, y luego será publicitada y comentada en las calles para celebrar un referendo.

Por tanto, no había necesidad alguna de filtrar algunos elementos del nuevo texto constitucional en medio del congreso de la UPEC, salvo para quitarle el protagonismo debido a la reunión más importante de la prensa pagada por el tardocastrismo. Si el Partido Comunista y el gobierno cubanos no valoran a la prensa, no lo hará el resto de la población ni los periodistas del mundo y del exilio.

Aunque la información llega de forma fragmentaria, parece que a los debates asistieron casi de forma permanente Marino Murillo, Abel Prieto y Joel Suárez Pellé, jefe ideológico del Partido Comunista; mientras que Díaz-Canel se reservó la clausura para anunciar que en diciembre tendrá twitter, y repetir viejas y nuevas mentiras de los 60 años de monólogo totalitario.

En el mundo actual tener twitter o no, es una opción individual y voluntaria; cuando el presidente de un país anuncia que lo tendrá como algo extraordinario, se convierte en el hazmerreír de buena parte del mundo, sobre todo, de los jóvenes.

Luego desgranó la teoría del camino único de Martí a Fidel y los aportes de ambos al periodismo, cuando ambos cubanos no tuvieron nada que ver ideológicamente y Martí hizo periodismo como medio de vida, siendo corresponsal de varios periódicos, mientras que Castro lo hizo para transmitir sus mensajes políticos, como hizo con La Historia me absolverá, ayudado por Marta Rojas, Haydée Santamaría y Melba Hernández.

En su alocado repaso, el presidente cubano olvidó mencionar el papel desempeñado por la mayoría de la prensa republicana a favor de la generación del centenario, incluido los veinte mil muertos que Miguel Ángel Quevedo se inventó para una portada de Bohemia, uno de los seminarios más importantes de la región y que hoy agoniza entre consignas y erratas.

También obvió Díaz-Canel el apoyo del New York Times a Fidel Castro y su causa, empezando con aquel reportaje de Herbert Matthews que pintó un ejército donde solo había una veintena de Maumaus.

Y ya lanzado, el presidente se pone a citar a periodistas cubanos contemporáneos para criticar a los jóvenes periodistas que buscan becas en Holanda, Alemania y otros países democráticos, países con los que Cuba mantiene relaciones diplomáticas y de los que recibe ayuda monetaria en diferentes programas de cooperación.

La torpeza presidencial en este tema resulta inaudita pues carece de sentido dar un palito a países que colaboran con la empobrecida isla y cuando la Unión Europea acaba de ser agredida por Donald Trump. Sobre todo, cuando son ciudadanos cubanos los interesados en esas becas y porque Cuba tolera que vayan y se cualifiquen mejor. Una cosa es lo que opine Manuel H. Lagarde sobre el tema, en su libre ejercicio de opinión, y cosa diferente lo que diga el presidente de una nación.

Nadie va de un país a otro a calificarse para defender el socialismo o el capitalismo, sino para ser mejor profesional y conseguir vivir mejor, si un alto porcentaje de cubanos quiere irse de Cuba o trabajar para medios de comunicación no cubanos, la culpa no es de esos países ni de los periodistas aspirantes a becas, sino de la incapacidad del gobierno cubano para generar riqueza, bienestar y una prensa que se parezca a Cuba.

Díaz-Canel habló también de USA, sin mencionarlo explícitamente y de su cerco a la isla, aquí también pifió, al obviar que el miedo de la jerarquía cubana consiguió desaprovechar el embullo Obama, en la creencia errónea que Hillary Clinton ganaría las elecciones y que ya habría tiempo para reformas que ahora, frente a Trump, son más complicadas, aunque inaplazables.

Viet Nam soportó dos guerras devastadoras, primero con Francia y luego con USA; y ha condonado la deuda financiera de Cuba, dona arroz y café a la isla, y ahora negocia apoyo aéreo. Se ha preguntado alguna vez Díaz-Canel cómo es posible que una nación destruida y con enemigos tan poderosos sea hoy una potencia económica emergente.

El presidente se dio por enterado de la reclamación de mejora salarial de los periodistas, pero no pudo poner fecha a buscar soluciones para una injusticia que perdura, aunque aludió a una fórmula provincial del 1% de algo que se reinvierte en el periodismo.

Parte de la culpa la tienen los propios periodistas cubanos, pues en uno de los vídeos que han salido del congreso, el delegado que se atreve a plantearlo lo hace con un lead de espalda, pregunta porque a él le van a preguntar “a quemarropa”, cuando vuelva a su provincia, por tanto, en provincias el problema salarial tampoco está resuelto.

Previamente, Ariel Terrero, un analista lúcido de la economía cubana, había avisado que la prensa seguirá siendo patrimonio estatal, es decir, que no hay margen para cooperativas ni otras fórmulas que impidan el control absoluto sobre la comunicación oficial.

Una batalla perdida, pues con teléfonos móviles y otros medios baratos es posible hoy en día hacer periodismo, aunque los cuerpos represivos amenacen con condenas por “usurpación de funciones”.

Quizá lo que no haya entendido aún el presidente cubano es que la realidad que gobierna no necesita adjetivos, basta con que pida al Ministro del Interior un resumen de las imágenes que captan las cámaras de la policía para contemplar el inventario del desastre.

El X Congreso de la UPEC ha condenado a la mayoría de los periodistas cubanos a ser pobres de por vida, a seguir describiendo la realidad que también los asfixia con lenguaje ortopédico e impostado y a evitar optar a becas en el extranjero.

Quizá mejor le iría reciclándose como gacetilleros y fotógrafos de la crónica social de los nuevos ricos que ya andan celebrando fiestas de quince, miniquince, baby shower, bodas, comuniones y bautizos, pronto llegarán bodas de plata y oro y otras picuencias made in afuera, que son cheas, pero subliman la tristeza cotidiana.

Otra delegada el congreso, dijo que no podía seguirse abordando el criterio noticioso actual con el de hace 20 años, y puso de ejemplo los recorridos de dirigentes por provincias. Claro que no. La clave está en buscarse problemas, en abordar temas sensibles que interesan a la población, como se hacía hace 20 años y más, y donde personas con responsabilidades, Gabriel Molina y Gustavo Robreño, defendían a los periodistas que abordaban temas complicados frente a la ira simulada del Comité Central y la Seguridad del Estado.

Un documento publicado la víspera del congreso, la UPEC afirmó que vivimos en un mundo de posverdades, y es cierto. Pero ya sabéis, al que le sirva el sayo que se lo ponga. Mientras ustedes, por lealtad ideológica, costumbre y miedo, sigáis estancados, más influencia tendrá entre los cubanos el periodismo que hace Carlos Manuel Álvarez y su equipo de El Estornudo, un oasis en medio de ese desierto del pensamiento y la creatividad.

Tampoco parece que se haya levantado una voz en defensa del ex aliado Fernando Ravsberg al que –tras años de jugueteos tácticos con el castrismo- le han cortado la Diplotienda. Ser tardocastrista no está reñido con ser solidario con un compañero silenciado por la fuerza, mientras más calléis, peor os irá.

La población cubana es experta en leer al revés a la prensa oficial y prefiere el Paquete Semanal a la oscuridad audiovisual de la televisión cubana. Y no se trata de falta de talento, en Cuba hay magníficos periodistas y realizadores, pero sujetos a la desorientación y el miedo que anida en el Palacio de la Revolución.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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