Operado por el Grupo Gaviota, del conglomerado militar GAESA, un complejo hotelero en Cayo Saetía se destaca por ofrecer a sus clientes un servicio exclusivo de safari y gastronomía personalizada que puede incluir platos exóticos como el filete de antílope.
Detalles sobre el paradisíaco lugar, a media hora en auto de donde nació Fidel Castro y reservado para unos pocos, fueron develados el lunes en un reportaje especial de la periodista Roseann Lake para la sección de viajes de la cadena británica BBC.
Según recoge Lake, el último lugar en la Tierra donde pensó que comería filete de antílope era Cuba, un país marcado por la escasez generalizada de alimentos y productos de primera necesidad.
Sin embargo, este parece ser un plato típico ofertado en las instalaciones de Villa Cayo Saetía, donde la seguridad es tan alta que incluso los conductores que llevan a los huéspedes deben dejar sus documentos de identidad con oficiales militares, “y es difícil obtener información oficial sobre su historia”.
El cayo, un islote de 42 kilómetros cuadrados y escasamente poblado, se convirtió desde los años 80 en el hogar de una gran población de animales exóticos, muchos de ellos enviados desde países como Etiopía, Namibia, Angola y Mozambique, pero también la India y China.
De acuerdo con Lake, el más abundante de estos animales es el antílope. Desde el Eland, de Namibia, hasta el Nilgai mucho más grande y majestuoso, que proviene de la India, se han adaptado bien al paisaje y se han reproducido a tono con la demanda de los comensales locales.
Villa Cayo Saetía, la única propiedad hotelera del Cayo, cuenta con 12 habitaciones, una playa cercana y un restaurante en el medio de la naturaleza. “Lo que le falta en opciones gastronómicas, la Villa lo compensa en el paisaje”, señala la corresponsal.
“Iguanas de todos los tamaños, algunas tan grandes como un triciclo, corren por el terreno, de vez en cuando en compañía de pavos reales y jutías. Las águilas se deslizan por el cielo, los caballos salvajes pastan pacíficamente en las llanuras”, describe.
Pero, según Lake, es más allá de las praderas del Cayo donde las cosas se ponen más interesantes: aquí es donde los huéspedes tienen la opción de contratar un conductor e ir de safari.
Desde la comodidad de un todoterreno soviético sin ventanas, relata, se pueden atravesar las carreteras llenas de fango, bosques densos y colinas para encontrarse “con una gran variedad de animales que normalmente uno no esperar encontrar en Cuba”.
Entre las especies que se encontró, Lake menciona avestruces, ciervos de cola blanca, camellos, búfalos traídos de China y cerca de 30 cebras. A esta fauna se sumarían rinocerontes e hipopótamos traídos del Zoológico Nacional, en La Habana.
Durante las últimas cinco décadas, Cuba proporcionó ayuda militar y profesional a más de una docena de naciones africanas. En momentos en que realmente no podía darse el lujo, la Isla gastaba el 11% de su presupuesto anual en mantener a los 65.000 soldados y civiles que tenía en África, reseña la reportera.
Varios locales afirmaron a Lake que el complejo surgió a partir de la idea de Castro de crear un parque nacional y llenarlo con los animales exóticos que recibía como muestra de agradecimiento por parte de países de Asia y África. Luego, contaron, se convirtió en un sitio vacacional para el mandatario y su familia.
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