La escasez de medicamentos que atraviesa el país lejos de atenuarse se agrava, al punto de ser considerada por muchos un problema sin precedentes, ni en los difíciles años 90, durante el llamado período especial.
El desabastecimiento es notorio en cualquier punto de la geografía nacional, sin embargo, en provincias del interior, como Villa Clara, la situación parece haberse salido de control.
“Hace unos meses atrás encontrabas que alguien decidía dormir en la puerta de la farmacia la noche anterior al día programado para la distribución, pero ahora hay colas desde varios días antes, incluso semanas”, asegura Ailén, una santaclareña que cada noche debe rectificar su número en la larga cola que se inició el pasado 7 de octubre en la farmacia de San Miguel, ubicada en la barriada de El Condado.
“Mami viene dos veces al día, mientras yo trabajo, pero no puedo dejar que lo haga de noche, porque puede caerse por ahí en cualquier hueco. Y entonces a eso de las ocho vengo yo y rectifico la cola. Sinceramente estoy agotada, y si te fijas soy de las más jóvenes, porque la inmensa mayoría son viejos. Esto lo que da es pena, es vergonzoso y hasta humillante”, reflexiona ella con un cartoncito entre sus dedos, donde se ve un número 57.
A eso de las ocho vengo yo y rectifico la cola. Sinceramente estoy agotada, y si te fijas soy de las más jóvenes, porque la inmensa mayoría son viejos. Esto lo que da es pena, es vergonzoso y hasta humillante
Con ese puesto en la cola ni siquiera tiene la certeza de poder alcanzar el Enalapril, medicamento que su madre requiere para controlarse la presión arterial.
“Porque ya ni siquiera estamos hablando de que le den incompleto el tratamiento, o solo un pomo, como en otras ocasiones, cuando le decían que había venido el medicamento a un 40%. Ahora no sabe si podrá alcanzar ni siquiera un pomito”, explica angustiada.
Para que se tenga una idea, en el caso puntual de ese antihipertensivo la provincia demanda mensualmente unos 890 mil frascos, el equivalente a 1,2 frascos per capita, si tenemos en cuenta que la población estimada de la provincia es de 804 mil habitantes. Sin embargo, el porcentaje que se recibe es tan bajo que no alcanza para cada uno de los pacientes que lo demandan, y mucho menos para que estos puedan tomar la dosis requerida.
La madre de Ailén debe tomar 40 mg diarios, repartidos en dos dosis, sin embargo, solo se toma media tableta en la mañana y media al anochecer.
“Los días en que se siente mal y cree que le puede subir la presión entonces se toma una pastilla completa. Pero ya está que no quiere ni tomarse la presión. Total ¿para qué?”, se cuestiona la santaclareña.
Lo más dramático de la escasez de fármacos en Cuba es que la gran mayoría forma parte del cuadro farmacológico básico, un listado que precisamente ya fue reducido en años anteriores para priorizar la compra y producción de esos medicamentos por encima de otros “prescindibles”.
De tal suerte, no todos los que requieren el Enalapril pueden encontrar un sustituto dentro de la misma línea terapéutica, como son el Captopril o el Amlodipino, por ejemplo. Pero incluso, los pacientes a los que se les pudieran prescribir, poco resolverían, pues estos dos últimos medicamentos también se encuentran en falta.
Lo inaudito de estos casos es que se trata de medicamentos controlados, o sea, que se asignan directamente a aquellos pacientes que cuentan con un tarjetón en su farmacia correspondiente, a partir del tratamiento indicado por los especialistas.
Supuestamente ese mecanismo de distribución debe garantizar que cada uno de los pacientes tenga mensualmente el fármaco requerido pues las entregas se hacen a partir del cálculo global de cada unidad. Pero nada más alejado de la realidad.
Por otra parte, ¿si la escasez golpea a los medicamentos controlados qué se podrá esperar de aquellos que se adquieren por receta médica?
¿Si la escasez golpea a los medicamentos controlados qué se podrá esperar de aquellos que se adquieren por receta médica?
Según han informado algunos directivos de Salud Pública en Villa Clara en el territorio están deficitarios actualmente unos 85 fármacos, de los cuales casi la mitad son de uso intrahospitalario —otra cara del asunto de la cual poco se sabe—, el resto son dispensados en la red de farmacias. Entre los faltantes se encuentran además de los antihipertensivos ya mencionados, analgésicos, antihistamínicos, ansiolíticos, antibióticos e, incluso, algunos de uso oncológico.
Sin embargo, no se trata de algo nuevo. Desde el año 2015 el sistema farmacéutico en la isla sufre un desabastecimiento creciente. La falta de financiamiento para la adquisición o producción de fármacos, los incumplimientos contractuales con los principales proveedores (India y China) y una inexistente fiscalización contribuyen a la innegable crisis que hoy se aprecia.
No obstante, las autoridades del Ministerio de Salud Pública esgrimen con idéntica vehemencia que el bloqueo es la principal causa para el desabastecimiento, como que dicha escasez encontrará solución a corto plazo. Dos tesis que, si fueran ciertas individualmente, se negarían en una misma oración.
Como señalara Rubén, uno de los tantos que ahora mismo hacen cola frente al mostrador de los lamentos, si bien puede comprenderse la escasez de recursos en otras áreas, en la salud es inadmisible.
“Ellos pueden decir que a causa del bloqueo o lo que sea no hay suficiente dinero para el alumbrado público, para arreglar una calle o el techo de un cine, pero no sirven los mismos argumentos para justificar la ausencia de medicinas, porque siempre nos dijeron que en el socialismo vivir era el principal derecho”, argumenta él.
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