A pesar de que el cuatro por ciento de los accidentes de tránsito en Cuba ocurre por desperfectos técnicos, obtener el certificado de revisión que permite la circulación de los vehículos siempre ha sido un negocio que esconde profundas irregularidades.
Si bien desde el 2017 el estado de los carros no aparece entre las primeras cinco causas responsables de accidentes en la isla, es la segunda fuente de los que tienen consecuencias masivas.
Las propias autoridades del sector han reconocido que en el llamado somatón (taller de revisión) existen irregularidades sistemáticas, “llevamos décadas pasando la prueba técnica sin estar en óptimas condiciones. Los inspectores son los primeros que saben que no estamos aptos para transportar pasajeros y se hacen los de ‘la vista gorda’”, asegura Maikel, quien está “montado en un almendrón” desde los 18 años.
Hoy, con 30, este botero afirma que “incluso ahora, que supuestamente están haciendo una inspección más exhaustiva de los vehículos te señalan cualquier detallito del carro para que les pagues si quieres que te aprueben. Yo tenía todo bien, pero me hicieron ir dos veces hace tres meses. Por un ruidito me querían virar para atrás y tuve que dar 100 CUC para resolver el problema.
“Así funcionan las cosas. Cambian al personal a cada rato, pero todo el que llega termina siendo un corrupto. Nosotros también queremos que el carro no provoque pérdidas humanas o materiales, pero lo jodido es que nos hayan venido a ‘poner el dedo’ ahora. Ese es nuestro medio de subsistencia”.
Vale recordar que, desde julio de 2018, en medio de nuevas experimentaciones en la rama del transporte público, las fuerzas policiales han incrementado el rigor de las medidas con los vehículos con deficiencias técnicas que se dedican a transportar pasajeros.
Sin embargo, hay quienes, como Aurelio, que botea del Vedado a La Víbora, consideran que “los parámetros para aprobar la revisión técnica son exagerados. Llevo más de diez años en este negocio y nunca había existido una inspección de los carros tan rigurosa. Antes te rectificaban cualquier bobería, pero la cambiabas y cuando volvías pasabas y ya.
“La lista de lo que piden actualmente es interminable. Quieren que uno esté el año entero chapisteando, pintando, tapizando, pasando mucho trabajo y gastando mucho dinero, pero no nos dan ni piezas ni combustible a no ser que nos aliemos con el Estado. No nos dejan respirar y eso solo ha empeorado la situación del transporte.
“Nos pisotean los derechos, nos roban, crean malestar y hacen más daño que el bloqueo norteamericano porque los dirigentes les pasan la mano a los problemas, pero no solucionan nada. Saben que la solución real está en cambiar el museo de carros de los cincuenta que inunda las calles de La Habana”, resalta.
Datos oficiales de la Empresa de Revisión Técnica Automotor apuntan que desde octubre de 2018 hasta marzo de 2019 se hicieron unas seis mil 870 inspecciones a vehículos que transportan pasajeros y algunos de ellos debieron presentarse hasta en diez ocasiones al examen. Al concluir febrero último, dos mil 79 carros estaban favorables y 634 no habían aprobado aún el análisis.
En tanto, las cifras de la Comisión Nacional de Seguridad Vial revelan que, en el 44 por ciento de las inspecciones realizadas el pasado año, se encontraron desperfectos, fundamentalmente en el sistema de frenos, luces y dirección.
Según explica el taxista Gilberto, de 42 años, “lo triste es que a los policías los mandaron a matarnos y eso han estado haciendo. Desde agosto pasado me quitaron la chapa y he estado tratando de poner el carro ‘al kilo’. Lo mismo en el somatón que en la calle encuentras un millón de arbitrariedades que solo generan corrupción e injusticia.
“¿Y todavía creemos que, con los somatones, todo el museo rodante de Cuba, estará apto para circular? Los somatones son nichos de corrupción, donde impera la ley de la selva. Además, los autos antiguos son los que más contaminan el medio ambiente y andan muchas veces con las denominadas piezas ‘criollas’. Hay repuestos artesanales que son muy seguros, pero otros que se fabrican con materiales corrosivos que no dan garantía de durabilidad.
“Ese es el precio de mantener un parque automotor obsoleto y de no tener la posibilidad de importar vehículos y de que los que te venden cuesten una fortuna. Todo se resolvería si dejáramos importar. Que permitan entregar un carro viejo y comprar afuera uno nuevo. Así sacaríamos un peligro de las calles. Los almendrones son, además, grandes consumidores de combustible”, destaca.
“¿Cuándo será el día que el gobierno de la isla vaya a dejar importar coches modernos? ¿Por qué tenemos que arriesgarnos al montar un cacharro viejo a la hora de trasladarnos? ¿Cuál es la causa por la que la máxima dirección del país tiene vedado algo tan necesario como la tenencia de un coche? ¿O es que aún a estas alturas del partido, se considera la tenencia de un coche como un lujo, que el cubano de a pie no se puede dar?”, se pregunta un usuario en la página web de Cubadebate.
De acuerdo con lo que asevera el electricista Juan Carlos, “tener un auto no es un lujo, sino una necesidad de toda persona que trabaja. Lo que sucede es que con un salario como el que tenemos no podríamos comprarnos ni una bicicleta. Los coches que vende el Estado están hasta diez veces por encima que en cualquier otra latitud. Eso no es vender, sino abusar y especular como con la mayoría de las cosas que vende. Ni reuniendo 30 años se puede comprar un carro con el salario de un cubano”.
En papeles, la inspección de automotores en Cuba debe regirse por un componente tecnológico, que mide parámetros como alineación, suspensión, sistema de frenos y luces, y una parte visual, que revisa dirección, puente delantero, parrillas, amortiguadores, transmisión, esféricas, etc., durante un examen que no excede los 20 minutos.
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