Una anciana vendiendo maní en las calles de Santiago de Cuba ha encendido los ánimos de la comunidad cubana en Miami.
En el vídeo que publicó el controvertido YouTuber cubano Roberto García Cabrejas puede verse cómo el influencer, que estaba de vacaciones con su familia, y dos mujeres hostigaron a la anciana y le cuestionaron que estuviera pidiendo en la calle. Incluso le preguntaron de dónde había sacado los zapatos y pantalones que llevaba.
Además las dos mujeres, que aseguraron que trabajaban en educación, alertaron a la anciana de que el hecho de estar pidiendo limosna dejaba en mal lugar al gobierno cubano. "Yo tengo más problemas de salud que ella y tengo que trabajar porque tengo dos hijos. Yo si no tengo ayuda, pero ella sí", señaló una.
Lejos de deponer su actitud hostigadora, siguieron criticando a la anciana, quien les recordó que no tenía chequera. "Vaya al lugar adecuado, donde se atiende a los viejos (...), es el mejor país del mundo", afirmaron.
"Lo que trabajamos es para ustedes", agregaron. De hecho una de ella señaló que si la anciana estaba así es "porque nunca quiso trabajar".
"Hemos visto a niños que los han mandado a pedir dinero. Hemos visto un niño, le hemos dicho siéntate para que comas, nos ha dicho no tengo hambre estoy lleno, dame el dólar", agregó el influencer.
La tensión fue en aumento, ya que en ningún momento las dos mujeres dejaron de confrontar a la anciana, que pidió que fuera la policía.
La controvertida publicación hizo que Cabrejas compartiera en las últimas horas un vídeo en el que calificó a la anciana como "una abuelita jinetera".
"Es una especie de jinetera moderna, yo no había visto esto. Personas de la tercera edad pidiendo dinero a la cara", afirmó.
"La abuelita tiene tremenda casa con siete matas de mango, no pide dinero a los cubanos, lo hace a los que tienen pinta de yuma. Se lleva de 70-80 dólares al día", dijo.
Unas declaraciones que no esconden la realidad que vive en Cuba, donde miles de ancianos se ven obligados a seguir trabajando ante los problemas que tienen a diario para tener un plato de comida.
De hecho, la pérdida de poder adquisitivo en la Isla ha llevado a los integrantes de la tercera edad a depende cada vez más de la ayuda económica de sus hijos, ya sea que estos vivan en la mayor de las Antillas o fuera del país.
En los últimos años ha aumentado el número de ancianos que venden periódicos, alimentos, recogen materia prima o que trabajan en diversos negocios cuentapropistas de familiares o amigos.
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