Talleres ferroviarios cubanos presentaron dos nuevos prototipos para la fabricación en el país de ferrobuses de pasajeros, destinados a la transportación en zonas rurales.
El plan del gobierno cubano es poner en funcionamiento este año 10 ferrobuses, que permiten transportar 24 pasajeros sentados y 20 de pie, y que puede admitir un remolque para cargas ligeras.
El valor de un ferrobús adquirido en el extranjero es de 80.000 dólares, y fabricarlo en Cuba tiene un costo que oscila entre los 30.000 y 40.000 pesos en moneda libremente convertible, según precisa un reportaje del Noticiero de Televisión.
La escasez de transporte es uno de los dramas de los residentes en zonas rurales cubanas, obligados muchas veces a tomar transportes inseguros -como los llamados riquimbilis- que aumentan notablemente las posibilidades de accidentes de tránsito, una de las principales causas de muerte en el país.
Los nuevos prototipos de ferrobuses presentados ahora corrieron a cargo de los talleres ferroviarios de San Luis, Santiago de Cuba y de la empresa José Valdés Reyes de Gesime (Grupo Empresarial de la Industria Sidero-Mecánica) de Cárdenas.
Ambos tienen como antecedente un proyecto realizado en el 2015 en Guanajay, en la provincia de Artemisa, que en ese caso se fabricó a partir de la estructura de un ómnibus Diana, concebido para circular en zonas interurbanas.
El ferrobús, como su nombre lo indica, es un vehículo ferroviario ultraligero de una sola unidad o con hasta tres acoplados formando un tren, autopropulsados por motores térmicos o eléctricos. Está diseñado específicamente para el uso en líneas de ferrocarril de poco tráfico y comparte muchos aspectos de su construcción con un autobús.
Desde hace varios años, el gobierno cubano viene apostando por esa variante de transportación, conocida también en la isla como "carahatas", para intentar compensar las carencias de transporte de la población rural.
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