Durante la emisión de este lunes de Las mañanas de CiberCuba, la periodista Mónica Baró y la investigadora Salomé García señalaron la responsabilidad de la comunidad internacional para con lo que llamaron “la crisis humanitaria” por la que atraviesa Cuba.
La revictimización de la activista Yeilis Torres Cruz por el discurso oficial, quien fue acusada de acoso tras ser agredida por el presentador y funcionario partidista Humberto López, derivó en un análisis sobre la vulnerabilidad a la que está expuesta la sociedad civil cubana ante el poder en Cuba que contabiliza más de un millar de acciones represivas contra ciudadanos que solo ejercen sus derechos constitucionales.
Partiendo de los pronunciamientos de la comunidad internacional referentes a la convulsa situación en Colombia, Baró señaló que, cuando se trata de Cuba, el gran de error de siempre son los paradigmas y los referentes que se toman en cuenta para analizar la realidad en la isla, apuntando a que la situación de violencia institucional tiene visos distintivos.
La periodista atribuyó el silencio de organismos internacionales a la normalización por parte de la comunidad internacional de la situación en Cuba y apuntó a la hipocresía de la comunidad internacional con respecto a “la evidente crisis humanitaria” por la que atraviesa Cuba, ejemplificando con la política de visados a los cubanos.
“Para que a un cubano le den una visa tenemos que sufrir, porque nos niegan visas constantemente. No podemos viajar. No podemos viajar libremente a ningún país. Si no nos dan visa con facilidad es porque ellos saben que tenemos razones para salir huyendo de Cuba”, dijo la periodista.
“¿Si Cuba fuera tan idílico por qué no nos dan visa a los cubanos para viajar por todas partes?”, cuestionó Baró, quien destacó que el aumento de las salidas ilegales de cubanos en un contexto hostil para la emigración “es la mayor evidencia de la crisis humanitaria que tenemos en Cuba”, y animó a la opinión pública internacional a “empezar a reconocer eso y a ser coherente”.
Baró consideró que no se trata solo de una crisis económica: “Llevamos más de 60 años sin que la gente pueda prosperar y pueda hacer sus negocios, eso es político. No podemos seguir despolitizando el trabajo ni seguir despolitizando los salarios, ni seguir despolitizando la pobreza”, sentenció.
Por eso pide mayor responsabilidad de la comunidad internacional con lo que está pasando en Cuba, sin recurrir al intervencionismo, sino que se emitan pronunciamientos que exijan al Gobierno cubano que se respeten los derechos de los cubanos “porque nosotros somos seres humanos y nuestros derechos deben ser defendidos” como los son para el resto.
La investigadora Salomé García asintió en la necesidad de una mediación entre el gobierno y la sociedad civil por la negativa del primero a dialogar, y ejemplificó con los procesos de Paz en Colombia.
“¿Cómo se termina la guerra en Colombia? Con una mediación internacional de la que Cuba participó junto a otros estados garantes”, dijo García y recalcó que pedir una mediación no es pedir injerencismo. “El Estado no quiere conversar con la sociedad civil, entonces tiene que haber un garante de que exista ese diálogo”.
La investigadora mencionó que la sociedad cubana ha sido excluida de las conversaciones importantes que definen el presente y el futuro de la nación. “La han excluido durante los diálogos con los Estados Unidos, la han excluido de cualquier tipo de negociación económica porque nosotros no tenemos rol ninguno en la decisión de las deudas externas de Cuba, no manejamos esa información y no podemos siquiera protestar en las calles por esa deuda externa”, precisó.
Por eso, propone una mediación de un gobierno extranjero, de organismos internacionales o de la iglesia que no represente injerencismo y permita una salida pacífica a la crisis en Cuba.
Las distorsiones en el fallido modelo económico, el ordenamiento económico que ha incrementado el costo de la vida y dolarizado la economía doméstica, la crisis sanitaria con más de un millar de casos de coronavirus y más de una decena de muertes diarios en medio de una escasez crónica de insumos y medicamentos, así como el desplome del turismo y la disminución de ayudas y subvenciones de combustible desde la benefactora Venezuela han sumido a Cuba en una crisis aguda.
Al mismo tiempo, las expresiones públicas de disenso son cada vez más frecuentes y la represión se expande con independencia de la ideología hacia todos los ordenes posibles incluyendo la vida familiar e íntima de los que disienten.
Recientemente el Observatorio Cubano de Derechos Humanos catalogó el mes de abril como el más violento en Cuba en lo que va de 2021 con más de 200 protestas antigubernamentales y más de un millar de acciones punitivas antes el descontento popular.
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