La investigadora cubana Roxana Sobrino, profesora de Lingüística de la Universidad de Bergen (Noruega), defiende que el habla de Cuba no es vulgar, pero admite que los hablantes de la Isla tienen problemas para adecuarse a distintas situaciones.
Sobrino explica que no se habla igual en un círculo de confianza o en la calle, que en entornos que exigen mayor formalidad y en su opinión es justo esa diferenciación de los entornos lo que está fallando en el habla de los cubanos de la Isla.
Como investigadora es consciente de que hay una percepción bastante generalizada de que el habla de los cubanos es chabacana y por eso intenta averiguar el porqué.
Roxana Sobrino llama además la atención sobre cómo perciben los habaneros su habla. Curiosamente, por una parte se reconocen como personas con una determinada formación, pero por otra no consideran que su forma de hablar el español esté entre las cuatro mejores del mundo hispanoamericano.
"(Intento averiguar) por qué los hablantes cubanos al mismo tiempo que se perciben como instruidos, con acceso a la educación y dicen que eso se refleja en su manera de hablar, dicen que hablamos de manera vulgar, grosera, etc. Son cosas contradictorias y entonces trato de averiguar por qué", señala en entrevista concedida a CiberCuba.
Natural de Matanzas, Sobrino acaba de publicar su libro "Cuba: realidades e imaginarios lingüísticos", que recoge el fruto de encuestas aplicadas a 400 personas en La Habana y en él la investigadora analiza cómo ha influido la política y el contexto histórico en el habla de los cubanos.
En el volumen, que puede descargarse gratuitamente (pincha aquí), Roxana Sobrino explica que antes de 1959 el habla del cubano estaba influenciada por los modales de la burguesía y tendía a imitarlos.
Sin embargo, en las primeras tres décadas de Gobierno del Partido Comunista influyó el hecho de que los altos cargos del país fueran personas de baja formación académica, bajo nivel cultural y de procedencia humilde. Se produce entonces el fenómeno de la proletarización de la lengua.
Eso inevitablemente contagió el habla de los cubanos, que volvió a cambiar en los años 90, durante la crisis económica llamada eufemísticamente Período Especial. En ese momento empiezan a languidecer las palabras compañero y compañera y aparecen el señor o señora.
La investigadora también analiza cómo influyen en el habla de los habaneros las leyes migratorias vigentes en Cuba y el papel de La Habana en la historia del país. Se trata de dos aspectos que ella considera que influyen en el sentimiento de superioridad de sus habitantes respecto al resto de hablantes del país.
Finalmente, para Roxana Sobrino es importante impulsar una política lingüística en Cuba.
Para ver la entrevista completa pincha aquí.
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