"Ha pasado algo en la vida de mi hermana", me escribe un cubano, residente en España, tío de un joven encarcelado en La Habana tras las protestas del 11 de julio en todo el país.
Según me cuenta, como en la noticia publicada en CiberCuba sobre la detención y desaparición de su sobrino publicamos la dirección de la casa donde viven en La Habana, dos personas se han acercado hasta allí y se han brindado para llevar a su hermana a ver a su hijo a la prisión sin cobrarle ni un centavo por el viaje.
No es un caso aislado. Desde Santa Clara me escribió una joven para ponerse en contacto con la familia de un encarcelado tras las manifestaciones multitudinarias en Caibarién. Me dijo que si los padres del detenido, que ya son muy mayores, necesitaban hacer cualquier gestión en la cabecera provincial, ella lo haría con gusto y gratis por ellos.
He visto a chóferes ofrecer sus carros gratuitamente para el transporte de enfermos en su ciudad. Veo al humorista Limay Blanco dejándose la piel para ayudar a quienes más lo necesitan. Sé que cada vez que publicamos una noticia de un anciano cubano abandonado a su suerte por el Estado, siempre hay alguien que está "afuera" y se ofrece a enviar ayuda sin publicidad.
Sé de una muchacha de Miami que anda detrás del teléfono de un señor en Holguín, que tiene un pie muy malito por falta de antibióticos.
Sé que hay muchos emigrantes a los que no les sobra el dinero, pero que viven sin escaseces fuera de Cuba, con muchas ganas de ayudar.
En el lado contrario de la balanza está una conocida youtuber cubana a la que le escuché decir el otro día que el mundo no se puede cambiar con pequeños gestos. Que eso es por gusto y pa' na, comida para hoy y hambre para mañana. Pobrecita, tiene muchos seguidores y no sabe de lo que habla.
Pero hoy no quiero hablar de los negacionistas del poder de la bondad. Quiero hablar de los cubanos que han conseguido, con millones de pequeños gestos, que Cuba cambie.
Si yo no hubiera vivido el Período Especial en La Habana, si no me lo hubiera comido completico, creería que siempre hemos sido así. Pero mentiría si dijera que estos brazos tendidos, de manera altruista y colectiva, eran el pan nuestro de cada día en los años noventa.
Desgraciadamente eso no es lo que recuerdo de esa terrible crisis económica. En aquel momento, al menos en La Habana, nos enrocamos cada uno con sus poquitos en un durísimo sálvese quien pueda.
Pero Cuba cambió y estoy segura de que la emigración cubana tiene un papel muy importante en ese cambio. No me refiero solo a los migrantes cubanos que mandan su remesa familiar, que hacen recargas a los suyos, sino a los que no les fue bien o no les gustó vivir de este lado y se repatriaron.
Ellos nos han ayudado a importar en la Isla el sentimiento de hermandad que se vive cuando uno está afuera. Es de esta parte de la foto que entiendes que no importa que el cubano que te habla sea de Cienfuegos o de Pinar del Río o de Mayarí. Hemos tenido que salir para entender que somos todos cubanos. Hijos de la misma tierra. Iguales. Hermanos. Que nos duele nuestra gente.
Si algo hemos aprendido los que vivimos en un país que no es el nuestro, pero por el que estamos dispuestos a darlo todo con tal de agradecer la devolución de nuestra dignidad, es que las cosas materiales son perecederas; que compartir hace sentir mejor al que da que al que recibe; que somos gente con un corazón muy grande; que somos cubanos.
Cuba cambió antes del 11 de julio y por eso Cuba es otra después del 11J. No queda otra que reírse del ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, cuando confesó este miércoles en la Mesa Redonda que ellos todavía él y su pandilla andan enfrascados en buscar el camino para "avanzar hacia adelante".
¡Qué viejuno es! Me recuerda a la gente que engorda muchísimo y 10 años después sigue guardando ropa en el armario para cuando baje de peso.
Al ministro Alejandro Gil Fernández lo traicionó el subconsciente. Por eso tuvo que aclarar que esta vez sí van a avanzar hacia adelante. A este hombre no se le cae la cara de vergüenza cuando dice que a estas alturas de la película están buscando el camino para hacer eficiente a la empresa estatal. Nos promete que ahora sí, pero no nos explica por qué antes no.
Cuba, ministro, ya cambió y ustedes siguen con su bla, bla, bla. Esto es cuestión de tiempo. Como solía decir mi bendita abuela que-en-paz-descanse: "O cambias o te lleva quien te trajo".
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