Cuba: Revisar y rectificar previsiones de la economía para ser responsables

Lo que viene en 2022 no tiene que ver ni con la pandemia del COVID-19 ni con la Tarea Ordenamiento. Es el momento de la responsabilidad.

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Este artículo es de hace 2 años

La Mesa Redonda en que participó el ministro de economía Gil, la semana pasada, sigue dando qué hablar. Fueron bastantes cosas las que dijo el ministro castrista sobre el ámbito de su competencia. En este trabajo nos vamos a referir al anuncio que realizó respecto a la previsión de crecimiento para 2022, que según su criterio y tal como ha quedado establecido en el plan, se situará en el 4% del PIB.

Este es el punto de partida que nos sirve para reflexionar sobre esta cuestión. Y lo primero que se tiene que advertir al ministro es que las expectativas y la confianza en una economía solo se pueden construir sobre escenarios creíbles. Y si el ministro dice que se va a lograr un 4%, lo primero que habrá que hacer es cuestionar esa previsión porque en este momento, y sobre todo en los próximos meses, no hay indicador alguno que apunte a ese logro.


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Entonces, la credibilidad del ministro y de su equipo se vendrá abajo, lo mismo que ocurrió con Murillo y la Tarea Ordenamiento. Como aún está a tiempo, un consejo: debería rectificar, antes que sea demasiado tarde.

La mejor forma de acercarse a la imposibilidad de llegar al 4% de crecimiento en 2022 se encuentra en la circularidad de los presupuestos del estado presentados por la ministra Bolaños para este año con la economía cubana. Estos presupuestos, que han nacido con una reducción intensa de ingresos y gastos del 20% con respecto al año anterior, en cuestión de las pocas semanas que lleva el año actual, han saltado por los aires y requieren una profunda revisión.

Básicamente, porque todo el diseño presupuestario se ha basado en el crecimiento del 4% anunciado por el ministro, que después de los datos macroeconómicos de los que dependen los presupuestos, no se podrá alcanzar. Y aquí viene lo relativo a la circularidad ya que, dado el peso de la actividad estatal en la economía cubana, una reducción de ingresos y gastos de un 20% tiene necesariamente un impacto directo en el PIB, que se resentirá de este escenario restrictivo en la medida que el sector privado cubano es todavía pequeño, y no podrá asumir la parte de producción de bienes y servicios que reduce el estado.

En tales condiciones, el régimen debería haber contrastado este diseño presupuestario restrictivo con las expectativas de los agentes económicos y la confianza en ser capaces de cubrir las necesidades de la economía que no podrá atender el estado, disponiendo de tan poco tiempo para reaccionar. A la vista de los principales indicadores de la economía, muchos de ellos no disponibles aún, el ministro no tendrá otro remedio que revisar, como regularmente hacen las entidades especializadas de análisis económico, el escenario en que se desarrolla la actividad de la economía, para entonces admitir que las cifras de ingresos públicos y de gastos públicos que finalmente tendrán lugar, no se podrán ajustar a lo aprobado.

Ya ocurrió con los presupuestos de 2020 y 2021, que tuvieron que ser objeto de revisión al desbordarse las cifras de déficit. Lo que va a ocurrir en 2022 es similar, aunque en un entorno restrictivo, que no de consolidación fiscal, como recomiendan todas las agencias especializadas al régimen cubano. Este ejercicio de rectificación de las cifras, necesario para la credibilidad y la confianza en la economía, se tiene que hacer cuanto antes, propiciando así más visibilidad y seguridad a todos los que adoptan decisiones basadas en dichas señales.

Los comunistas cubanos han demostrado, con creces, que esa función de los gobiernos, que resulta esencial para que la actividad económica prospere, no es de su agrado. Lograr un entorno estable, predecible y confiable no entra en los planes de quienes tienen asumido un poder absoluto de injerencia en los asuntos económicos respaldado por un texto constitucional de inspiración marxista leninista.

Dotados de ese supuesto conocimiento superior de la economía, el ministro y su equipo deberían admitir que se han producido acontecimientos determinantes desde que el régimen elaboró su previsión de crecimiento del 4%, con la que se diseñó después el cuadro macroeconómico y las líneas maestras del presupuesto del estado. En otras palabras, el plan de la economía ya no sirve porque no se ajusta a la realidad interna y externa. De hecho, las circunstancias en que se desarrollará la economía cubana en estos momentos realmente tienen poco que ver con lo planificado y conforme vaya avanzando el año, esa distancia será, si cabe, mayor aún.

Dicho de otro modo, la pandemia del COVID-19 obligó a una completa rectificación del plan y del presupuesto, pero se pudo justificar por la excepcionalidad de la crisis imprevisible. Después, la obligada aplicación de la Tarea Ordenamiento volvió a pulverizar el plan y el presupuesto de 2021. Han sido dos años de revisiones obligadas por la fuerza de los hechos. Pero ahora, en 2022 el ministro puede rectificar a tiempo y no asirse a la tabla que aún flota del naufragio en que ya están.

El ministro Gil debe admitir que el ejercicio de previsión se encuentra condicionado por la salida de la economía cubana de una situación de parálisis como la provocada por la pandemia y la Tarea Ordenamiento, a la que se añade una permanente escasez de oferta y baja productividad que no tiene precedentes desde los tiempos del período especial. En suma, si no se corrigen los desajustes excesivos, no habrá forma de proporcionar certeza, credibilidad y confianza al conjunto de la economía.

En estas primeras semanas de 2022, todos los parámetros que sirven para realizar las estimaciones de crecimiento del PIB han variado de forma importante. Como, por ejemplo, el precio del petróleo que ha subido de 60 dólares por barril de Brent a 93 dólares. Luego que no se quejen del aumento del precio del petróleo como un factor limitativo de la economía cubana. Los tipos de interés también han iniciado una escalada en todos los países, aunque Cuba por su auto aislamiento puede quedar al margen de estas tendencias, y verse solo afectada de forma indirecta por lo que ocurra en Estados Unidos. El tipo de cambio del peso que continua en el nivel establecido por la Tarea Ordenamiento, 1x24, ha roto barreras en los mercados informales por encima de los 100 pesos, y sigue en aumento, por la fuerte demanda de divisas que existe en la economía. Detrás, el euro y la MLC presionan al peso a la baja de forma intensa.

Estos cambios en las variables que determinan el crecimiento del 4%, que se insiste será difícil de lograr, se ven afectadas por el fuerte aumento de la inflación, que pasó del 18,5% en 2020 al 77,3% en 2021, sin que el régimen haya adoptado políticas para evitar la notable pérdida de poder adquisitivo que está provocando en la población y la distorsión de precios de los productores, sobre todo, privados. Tarde o temprano la inflación llegará a los costes de producción, y conviene recordar que el coste laboral sin aumento de productividad provoca insolvencias a las empresas, reduciendo la credibilidad y la confianza. Rectificar es de sabios. Lo que viene en 2022 no tiene que ver ni con la pandemia del COVID-19 ni con la Tarea Ordenamiento. Es el momento de la responsabilidad.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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