El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel asistió este domingo a un trabajo voluntario en el municipio Boyeros como parte del enésimo intento del régimen totalitario de construir una imagen de cercanía que refuerce la legitimidad popular del también primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).
“Con la presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, comenzó bien temprano trabajo voluntario en una finca cercana al Wajay, en el municipio Boyeros en La Habana”, indicó Cubadebate en una publicación de sus redes sociales, en la que compartió imágenes del gobernante, plantado en el surco con una postura dubitativa, como de extrañamiento.
Rodeado de escoltas y funcionarios de su gobierno, así como de periodistas de diversos medios oficialistas, el hombre de paja de Raúl Castro y familia quedó retratado como el incapaz que es, un inútil que no sirve ni para escarbar la tierra o acarrear una caja de viandas, pero que “va con todo” en sus ridículos discursos y post de redes sociales.
“Con los muchachos en trabajo voluntario. #VamosConTodo”, tuiteó el líder de una 'continuidad' que no puede ni imitar el populismo del dictador en jefe. Como tampoco se acerca a su aparato propagandístico, que nunca habría permitido la difusión de unas imágenes donde quedara tan patente su falta de atributos.
Un Díaz-Canel que mira al surco rodeado de fotógrafos, mientras sus compañeros de robustos abdómenes cargan frágiles cajuelas entre dos, constituye la imagen que proyectan los medios oficialistas sobre la capacidad del líder actual de solucionar la terrible crisis que se recrudece en el país, con escasez de alimentos, desabastecimiento, altos precios, productos de primera necesidad en dólares, inflación y otros males provocados por el “ordenamiento económico” de su ejecutivo.
A los pocos días de haber dado su “orden de combate” contra los pacíficos manifestantes que participaron en las históricas protestas del 11J en Cuba, el gobernante posaba ante las cámaras en otro trabajo voluntario en un organopónico de La Habana, acompañado de unos 100 jóvenes y de su hijastro Manuel, que forma parte de su equipo de seguridad.
No pudo faltar a tan voluntariosa cita (pero en Alamar) el ex espía, Gerardo Hernández Nordelo, quien se multiplicaba por esos días de azoro revolucionario para estar en los barrios deprimidos, en todas las provincias y en cada rincón donde su equipo de los CDR pudiera colocar unos altavoces, reunir a cuatro incondicionales y simular el ímpetu socialista de un pueblo que ya no cree ni en su sombra.
Removiendo abono con una pala en el organopónico de Fontanar, también en el municipio Boyeros, Díaz-Canel quedó en las fotos divulgadas con una postura un poco más dinámica, quizás conseguida por el hecho de aparecer empuñando algo entre sus manos, por el salto en el abultado estómago que le provocó el 11J, o quizás por la hora en la que fueron tomadas las imágenes.
Este domingo, Díaz-Canel madrugó y su equipo le organizó el evento en un campo de tierra roja. La luz y los colores de esta mañana favorecían la imagen propagandística del gobernante menos aún que en el organopónico donde paleó abono natural, una materia liviana cuyo trasiego favorece el tracto intestinal en un ejercicio que invita a una buena merienda acompañada del habitual 'teque' ideológico.
“Cuando a un trabajo voluntario de solo dos horas llevas más cámaras que deseos de trabajar…”, observó un tuitero cubano compartiendo otra imagen del evento, en la que cuatro corpachones -entre los que se contaban los del gobernante y su primera dama- aparecen sentados ante un auditorio de esbeltos jóvenes comunistas que toman nota de las palabras que apenas se escuchan entre el ruido de flashes de los fotógrafos oficiales.
Entre protestas como la del 11J y la que en estos días protagonizó la sociedad civil cubana en redes sociales bajo el hashtag "SOSCuba", terminará Díaz-Canel pudiendo distinguir un limón de un boniato: un tubérculo que parecía temeroso de encontrar hoy en el surco que pisaban sus plantas, con el mismo cuidado que pone su régimen en alcanzar una "soberanía alimentaria" que no aflora, por mucho que rieguen el campo cubano con sus ocurrencias.
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