Fantasías castristas: Del empeño israelita a la limonada como base de todo

Con esta nota, CiberCuba comienza la publicación de una serie sobre grandes fracasos de la revolución castrista, que contribuyeron a los desastres económico y ambiental, y al empobrecimiento de la nación.

Cosecha de naranjas en Cuba © ACN
Cosecha de naranjas en Cuba Foto © ACN

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Este artículo es de hace 2 años

Los jugos naturales -incluidos el guarapo y la limonada- brillan por su ausencia en Cuba sedienta, donde al agua potable no alcanza a todos y la agroindustria sigue renqueante, provocando que el gobierno tenga que importar naranjas y limones de México para abastecer hoteles y restaurantes.

Uno de los estragos del castrismo es el empobrecimiento de la dieta cubana, como demostró el mismísimo presidente Miguel Díaz-Canel con su sugerencia de consumir limonada y masa de pizza, de las que no se ha vuelto a saber, salvo que un periodista estatal pagó los platos rotos.


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La tragedia citrícola cubana comenzó en 1965, cuando un Fidel Castro -en la cima de su popularidad y reverenciado por la izquierda divina- contó al reportero norteamericano Lee Lockwood que dejaría el poder en unos pocos años y fantasiosos planes para producir tantos cítricos como Estados Unidos; dedicando una superficie de cultivo similar a la de Israel.

Dos años más tarde, Castro lanzó su Plan Nacional de Cítricos (PNC) que abarcaba 200 mil hectáreas de sembrados para el consumo interno y diversificar las exportaciones a los aliados del entonces campo socialista en Europa del Este; objetivo para el que se crearon trece empresas especializadas y Sanidad Vegetal, que formó sus primeros especialistas en Francia y España.

Cuba llegó a disponer de 115 mil hectáreas sembradas de cítricos que generaron un consumo per cápita de 25 Kgs. anuales de naranjas, mandarinas, toronjas y limones; y la exportación de 200 mil toneladas al año, a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, según cifras oficiales; con Isla de la Juventud, Pinar del Río y Jagüey Grande (Matanzas), como los principales productores.

Megalomanía y dependencia de la URSS

La combinación de la megalomanía de Fidel Castro y la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista (1989-1991) acabaron con la quinta y con los naranjos; provocando un descenso acusado de la producción que, en 2013, fue de 167 mil toneladas, según datos oficiales de La Habana, obligada a importar naranjas y limones de México para abastecer al turismo.

El agrónomo francés René Dumont, declarado marxista-leninista, fue uno de los primeros en avisar de la pasión fantasiosa del comandante en jefe, en su libro "Cuba, est-il socialiste?( Editions du Seuil,1970), señalando: "Muchos de esos proyectos tenían cierto valor, y sus fracasos se derivan de que fueron lanzados por la osadía del máximo líder, del gran jefe, demasiado rápido y a una escala muy grande, sin que se hubieran realizado estudios preliminares exhaustivos. Fidel cree saberlo todo en varios dominios, y muchos mejor que los demás. Es su orgullo lo que puede perderlo".

En 31 años de mecenazgo soviético, Cuba recibió de la URSS unos 80 mil millones de dólares, incluyendo precios inflados para los productos cubanos exportados, créditos e inversiones jamás cobrados, un déficit comercial acumulado de 24 mil 687 millones de dólares, según datos oficiales; más una cuantiosa ayuda en armamento y equipamiento militar, reventa de petróleo subvencionado a precios de mercado mundial, unos 500 millones de dólares anuales en los años 80 del pasado siglo.

La agroindustria citrícola cubana resultaba "mutuamente ventajosa", dentro de los parámetros del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), pero no era competitiva para el mercado internacional; siendo rematada por la falta de dinero para comprar fertilizantes y pesticidas y el abandono de la aplicación de la ciencia y la técnica, un empeño que el actual gobierno cubano intenta rescatar en diferentes ámbitos económicos.

Un general del Mosad para producir y vender naranjas

Cuba registra actualmente uno de los rendimientos citrícolas más bajos del mundo: 7,42 toneladas por hectárea, según datos oficiales; por debajo de la mitad del promedio mundial (15 tm/ha), y muy lejos de Estados Unidos (32 tm/ha), Turquía (27 tm/ha), Sudáfrica (25 tm/ha, o España (24 tm/ha), según datos de la FAO.

Los cítricos cubanos han sido muy afectados por la plaga Huanglongbing (HLB o Tristeza del cítrico), en 2006 y 2007; y por huracanes y sequías; pero Brasil, Estados Unidos, México, Argentina, China, Sudáfrica e Israel también la han sufrido en sus plantaciones citrícolas, junto a otras enfermedades, pero no han caído sus producciones en picado, como en la isla.

Los investigadores cubanos Daniel Pérez Valladares, del Centro de Bioplantas, Lochy Batista Le Riverend y Maritza Luis Pantoja, del Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical (IIFT), aseguran, en sendos trabajos, que las plantaciones citrícolas podrían sanearse; pero no existen datos que avalen la aplicación de sus investigaciones en los mermados cultivos.

Entre 1992 y 2010, la empresa citrícola estatal "Victoria de Girón" (Jagüey Grande) mantuvo un acuerdo con el israelita Grupo BM, propiedad del ex alto oficial del Mosad, general (r) Rafi Eitan, que negoció directamente con Fidel Castro, la inversión de dinero y asesoría técnica, favoreciendo la modernización tecnológica, logística y de infraestructuras; tras recibir la entidad una autorización gubernamental para gestionar directamente sus producciones y exportaciones.

BM, además, actuaba como comercializador internacional de cítricos frescos y procesados industrialmente, con Europa, como destino principal, además de Japón, Canadá y países del Caribe, creando una una red de oficinas comerciales para seguir el comportamiento de los mercados, que propició ventas, bajo la marca registrada "Cubanita" de:

- Naranjas dulces a Europa, Martinica, Guadalupe y algo a Barbados.

- Tomates y pimientos a Canadá y Europa; aunque fueron pocas operaciones, debido a la carencia de logística aeroportuaria adecuada en Cuba y a los elevados costos de fletes aéreos.

- Mangos a Europa y Japón.

- Jugos simples y concentrados, principalmente a Europa, con el puerto holandés de Rotterdam, como base de operaciones.

Las expertas Betsy Anaya Cruz y Anicia García Álvarez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, estudiaron a la citrícola de Jagüey Grande, como modelo para el prioritario encadenamiento productivo que demanda Cuba y llegaron a la conclusión que la experiencia de la empresa "Victoria de Girón constituye un referente válido en Cuba en:

- La concreción de cadenas productivas con impacto económico y social.

- La ruptura de los mitos creados sobre la incapacidad de las empresas estatales para alcanzar eficiencia económica y permitir el mejoramiento de las condiciones de vida de sus trabajadores

- La elaboración de políticas de promoción de exportaciones de origen agropecuario, que contemplen la inserción en cadenas globales de valor.

Pero ambas expertas no se quedaron ahì y, tras constatar que la ruptura del acuerdo con BM coincidió con una creciente demanda en el mercado mundial de frutas y jugos de calidad nutritiva, advirtieron sobre un retroceso en la producción y comercialización de frutos y productos citrícolas, debido a que la empresa depende, desde hace 12 años, de la entidad estatal Cítricos Caribe, y sugirieron una flexibilización de los mecanismos tradicionales de exportación e importación en Cuba.

"No ha existido, al menos en la última década, ni existe hoy dentro de la fruticultura del país una experiencia de éxito exportador similar al alcanzado por la citricultura", aseguraron.

El gobierno cubano ni la empresa extranjera han ofrecido su versión sobre los motivos de cese de en un negocio ventajoso, aunque el viejo espía israelí conserva posiciones en la isla, a través de BM Interinvest Technologies Mariel Sociedad Limitada Única (SLU), autorizada como empresa "española" a operar en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, al noroeste de La Habana.

Heladas y aranceles norteamericanos

El voluntarismo castrista, la dependencia de la URSS y la renuencia del tardocastrismo a la propiedad privada mantienen a los cubanos sin naranjas, mandarinas, toronjas y limones que llevarse a la boca; pese a que la producción y exportaciones de cítricos heredadas de la República eran notables desde finales del siglo XIX, aprovechando heladas en la Florida, que provocaron la emigración de productores norteamericanos a la isla.

Aquellos citricultores llevaron a Cuba nuevas variedades de cítricos y modernas tecnologías de la época, que posibilitaron un desarrollo notable, entre 1900-1930,especialmente en Isla de Pinos, Ceballos y Morón (Ciego de Ávila) y en Gloria City (Sola, Camagüey), desde donde se exportaba a La Florida y Nueva York, entre otros puntos de Estados Unidos.

Pero las crecientes exportaciones cubanas tropezaron con altos aranceles en Estados Unidos, como mecanismo proteccionista, a partir de la recuperación de la citricultura en la Florida, pero al triunfo de la revolución castrista, Cuba producía anualmente cerca de 70 mil toneladas de cítricos, en unas 12 mil hectáreas cultivadas; con La Habana como mercado principal, y con la expansión de los cultivos a Contramaestre (Santiago de Cuba), Jagüey Grande, actual productora del 85 de la producción nacional, y Consolación del Sur (Pinar del Río).

Solo desde la entonces Isla de Pinos, se exportaban anualmente entre 3 y 4 mil toneladas de toronjas a Estados Unidos y, en años de heladas, naranjas para la industria, principalmente desde Morón y Ceballos; pero llegaron el comandante y el Kremlin y mandaron a parar.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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