Un falso aviso de bomba en el habanero hotel Tulipán achicharró a la Seguridad del Estado, que puso en práctica una tarea de su catálogo de Medidas activas, intentando generar un ambiente propicio a la dictadura más antigua de Occidente, en vísperas del juicio a los opositores Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo Castillo, que no han cedido a las pretensiones desterradoras de la casta verde oliva y enguayaberada.
La Contrainteligencia tardocastrista -devaluada operativamente desde el asalto de Raúl Castro Ruz al Ministerio del Interior, en 1989- evaluó que lanzando la noticia de una supuesta amenaza de bomba contra el hotel donde se alojaban los equipos de béisbol de Granma e Industriales, atribuyéndola a una llamada desde el extranjero, contenía elementos verosímiles para concitar adhesión popular al desprestigiado régimen, pero solo consiguió aumentar el desprecio popular al régimen y sus servidores.
Vano empeño: la mayoría de los cubanos detectan a la legua las maniobras diversionistas del tardocastrismo, que no tuvo peor ocurrencia que movilizar -en paralelo- a sus asalariados en la prensa estatal para armar el aspaviento; segundo disparate porque sus gacetilleros son profundamente despreciados por los empobrecidos de la isla, aunque sigan empeñados en contar que vivir en una cárcel resulta más confortable que en la prisión flotante y hambreada, donde pocos cubanos ganan más de diez mil pesos mensuales.
El tardocastrismo anda zombie desde el 11J y cada vez tiene que recurrir a peores prácticas para simular que controla el juego; especialmente tras el anuncio de salve de la administración Biden, al que respondió con la simplonería habitual de los perdedores; para perplejidad del Departamento de Estado.
La pirueta de la Seguridad del Estado reafirmó el fracaso de la dictadura en doblegar a Luisma y Osorbo, que no han cedido a las habituales presiones y chantajes de la acobardada élite para desterrarlos a cambio de no condenarlos a largos años de prisión, de ahí la anomalía jurídica y antidemocrática de juzgarlos casi un año después de sus detenciones.
El dispositivo de cierre en torno al Tribunal Popular Municipal de Marianao y el cierre operativo contra opositores y activistas, ordenando a ETECSA que los prive de sus datos móviles, pese a que los pagan en dólares norteamericanos; dejan en ridículo al dúo Sacapuntas, los compañeros Miguel Díaz-Canel y Luis A. Rodríguez López-Calleja; empeñados en su particular camino a la perdición.
La mayoría de los cubanos perdió el temor y respeto al totalitario G-2; ex oficiales de la Contrainteligencia no entienden la torpeza reiterada de sus relevos y muchos de quienes aun creen que el tardocastrismo es reformable no comparten los métodos chapuceros del brazo armado de la revolución ida a bolina.
Sentir miedo es gratis; maniobrar cínicamente contra un pueblo noble y sacrificado saldrá carísimo a la banda que detenta el poder, por la gracia de Raúl Castro Ruz, padrino de la maligna trinidad que aflige a Cuba: Díaz-Canel, López-Calleja y Manuel Marrero Cruz; tres mercenarios anticubanos al servicio de Birán, S.A, fruto de la permuta de la hacienda Manacas por la isla entera.
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