Artemisa, la más joven provincia de Cuba, sufre por el insuficiente abasto de gas licuado, cuyos ciclos de venta llegan a superar el medio año en varios municipios.
Según testimonios de clientes recogidos en un reportaje del periódico oficial El Artemiseño, el ciclo de distribución de gas licuado, para uso doméstico, sobrepasa los seis meses en el municipio de Bauta.
Pero también ocurre así en Bahía Honda, Alquízar, Guanajay, San Cristóbal y Candelaria, donde un alto número de inquietudes de la población guardan relación, además, con la imposibilidad de abrir nuevos contratos y la existencia de un mercado informal donde el llenado de la "balita" ya ronda los 1,000 pesos.
Luisa Rizo Gil, jefa del área comercial provincial del Gas Licuado del petróleo (GLP), explicó al diario que Artemisa tiene registrados alrededor de 77,000 clientes, entre normados y liberados, distribuidos en 28 puntos de venta.
El ciclo de comercialización liberada es cada 10 o 15 días, indicó, pero solo se realiza en los centros urbanos de los municipios San Antonio de los Baños, Mariel, Caimito y Artemisa; mientras que "para el normado corresponden dos al año; y en los consejos populares es por ciclo".
Sin embargo, la funcionaria admitió que "dada la disponibilidad, no existe ahora mismo a nivel de país otra variante [de distribución], ni estamos en condiciones de abrir nuevos puntos, ni contratos".
"La provincia es abastecida por la Empresa ubicada en Guanabacoa, que brinda el servicio, además, a Mayabeque y La Habana. En algunos momentos hemos vivido situaciones de desabastecimiento por la lejanía y las dificultades para la transportación pero ahora la provisión se comporta estable", aseguró.
En julio de este año la distribución nacional se vio afectada por el déficit de 49,000 cilindros, que desfavorecían la logística de aprovisionamiento en puntos de venta de todo el país. El gobierno cubano señaló entonces que el faltante atrasaría los ciclos de entrega.
En varias provincias de Cuba, como Cienfuegos, el ciclo de distribución de gas liberado también encontraba tropiezos en la escasez de cilindros.
Justamente, respecto a los cilindros muchos artemiseños también manifestaron su insatisfacción por recibirlos sin el sellado correspondiente. La funcionaria alegó que los aseguramientos provienen del extranjero y "muchos se han encarecido, lo cual dificulta la compra".
Al mismo tiempo, admitió la existencia de un mercado negro que cuenta con la aprobación de quienes se benefician. "Las personas lo compran y prefieren callar antes de denunciar", concluyó Rizo Gil.
Ante las prolongados y constantes apagones en la provincia, cocinar con gas es la mejor alternativa. De ahí que residentes en otros municipios, donde el gas no es liberado, accedan a los diferentes puntos de venta para comprar un cilindro de 10 kilogramos por el valor de 180 MN.
De acuerdo con el reportaje de El Artemiseño, las personas marcan la cola incluso aunque no haya. Muchos de ellos son revendedores.
"Acá la cola es dirigida por los coleros, mensajeros y revendedores. Ellos compran y los necesitados no pueden adquirir el producto: son las mismas caras todos los días. En mi casa dormimos en el lugar por lo menos dos noches", declaró Dalia Rodríguez, residente en Caimito.
"Los coleros, en ocasiones personas desempleadas, vigilan a la policía en el horario nocturno para poder marcar y nosotros no podemos controlar el problema", dijo José Arturo Espinosa, técnico distribuidor.
En el municipio de Candelaria, una familia es pionera en el uso del biogás como alternativa para la cocción de los alimentos. "Recibí apoyo del gobierno municipal, la empresa porcina del territorio, y asesoramiento técnico de Cubasolar, pero no todas las familias tienen la cantidad de animales, ni los recursos para asumir la construcción", reconoció Mayra Rojas.
El problema del combustible en Artemisa no es un asunto nuevo. En 2020, Eloísa y Miguel, entrevistados por el diario 14ymedio, alegaron que debían racionalizar el uso del gas y en consecuencia, usaban como alternativa la cocción con leña.
Ya estaban avisados por la Unión Cuba-Petróleo (CUPET). En un comunicado publicado en la prensa oficial en mayo de ese año, la empresa estatal aclaró que el desabastecimiento era responsabilidad del embargo económico de Estados Unidos contra Cuba.
En 2013 el gas licuado del petróleo (GLP) comenzó a venderse de forma liberada, aunque no en todo el país. Cuatro años después, en publicaciones oficiales se señaló como un logro muy positivo la progresiva venta del combustible en las zonas urbanas de todo el territorio nacional.
El diario Granma informó entonces que en junio de 2017 se podría comprar libremente el gas en las ciudades de Pinar del Río, Cienfuegos, Santa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Las Tunas, Bayamo, Manzanillo y Guantánamo.
“Nuestra meta es llegar progresivamente a todas las zonas urbanas del país, según lo permita la infraestructura con que contamos. Mientras, estaremos centrados en garantizar la estabilidad del servicio en estos nuevos puntos”, indicó en esa ocasión el director comercial de la estatal CUPET, Riyaguel Capote.
En 2020, datos estadísticos aportados por la empresa daban cuenta de que más de 1,7 millones de cubanos sufrían por la inestabilidad del servicio.
Dos años después, en la provincia de Las Tunas, los clientes criticaban la pésima calidad del servicio. Para obtener un cilindro incluso ancianos tenían que madrugar en la cola, según un reporte del Periódico 26. Transcurridos dos meses, la situación continuaba siendo crítica.
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