El vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa reconoció que les falta “cultura económica” durante un recorrido por la provincia de Artemisa.
En la Empresa de Acopio de Tabaco Lázaro Peña, Valdés Mesa, tras conocer de los bajos rendimientos, insistió en “el cambio que necesita la empresa estatal socialista”, precisa un reporte de la televisión oficialista.
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“Para eso hay que tener dominio, conocimiento económico. Nos falta cultura económica, nos falta cultura jurídica, nos falta cultura de fiscalidad”, dijo.
“Son asuntos que tenemos que resolver, para cuándo, pero tiene que tener solución”, agregó el dirigente, en la jerga habitual de los dirigentes cubanos que parecen totalmente divorciados de la realidad.
En el campamento agropecuario Vida Asistida en San Antonio de los Baños, que, gracias a la cooperación internacional, brinda albergue y comida a personas en situación de vulnerabilidad, el vicepresidente cubano siguió opinando sobre todos los asuntos sin mucho ton ni son.
“Estos suelos son muy productivos porque son muy fáciles de trabajar. Tienen hierro, pero entonces le falta el potasio y le falta el sodio”, comentó.
Recientemente, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Esteban Lazo Hernández, criticó a las MIPYMES importadoras de productos terminados porque considera que no le aportan riqueza al país, en otras declaraciones que parecen no tener mucho coherencia con la política del régimen.
Durante una visita gubernamental a varios centros elaboradores de productos en Guanabacoa, en La Habana, el dirigente comunista llamó a incrementar la importación de materias primas para producir en Cuba, bajo el argumento de que la isla tiene "industrias potentes” que deben ser aprovechadas.
“Una de las cosas que nosotros deberíamos intentar hacer por todos los medios es eso que ustedes están haciendo, es importar materia prima y producir aquí. Nosotros tenemos una industria ligera potente, una industria alimenticia potente y una industria básica potente”, añadió el alto cargo, que no tuvo en cuenta en su análisis las empobrecidas, desvencijadas y sobreexplotadas maquinarias de las industrias que él calificó de potentes.
En mayo pasado, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, quien ha reconocido el fracaso de sus políticas, declaró que: “estamos a mitad de camino, pero no andamos bien; hay que cerrar filas y apurar el paso”.
Si las palabras de Gil Fernández no fueron dichas en sentido figurado, el ministro reconoció que faltan 12 años más para que “los lineamientos” terminen de dar sus frutos, un plazo de tiempo que podría duplicar la destrucción causada por la errada política económica y social de la “revolución y el partido”.
Las declaraciones erráticas, sin mucho fundamento, pero cargadas de prepotencia y ceguera, son habituales entre la nomenclatura del régimen.
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