El Papa Francisco respondió, a través de una carta, a la crisis que enfrenta por los múltiples abusos sexuales cometidos por clérigos en varios países.
La misiva, dirigida al "pueblo de Dios" y publicada el lunes, habló de la "vergüenza" y "arrepentimiento" que vive la comunidad eclesial. "No actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños", aseguró.
El Santo Pontífice pidió "perdón por los pecados propios y ajenos" e hizo referencia al dolor de las víctimas, que durante mucho tiempo "fue ignorado, callado o silenciado".
También reconoció la "demora" a la hora de poner en marcha acciones para proteger la integridad de los niños y de adultos, al mismo tiempo que hizo referencia a la implementación de la "tolerancia cero" y a los modos "de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos".
"El grito de las víctimas fue más fuerte que todas las medidas"
"Su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad", añadió.
"Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura", señaló en el texto.
En este sentido habló de "condenar con dolor las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables".
Esta carta sin precedentes llega en un momento especialmente delicada para el estamento clerical. Recientemente se conoció que sacerdotes católicos en Pensilvania abusaron sexualmente de miles de niños durante un período de 70 años y silenciaron a las víctimas mediante "el uso de la fe como un arma" y una campaña sistemática de encubrimiento por parte de sus obispos.
El informe se basó en gran medida en documentos de archivos secretos guardados por las diócesis, incluidas confesiones escritas a mano por sacerdotes, explicó el fiscal general del estado.
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