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Juan José Florensa va camino de convertirse en un personaje. La Habana tuvo al Caballero de París y la ciudad española de Melilla, en el norte de África, lo tiene a él, escritor, amante de la historia, guía turístico, funcionario, actor, ‘sacerdote vudú’ para celebraciones de bodas piratas, pero, sobre todas las cosas, un enamorado de Cuba.
Su pasión por la Isla es anterior a su primer y único viaje a La Habana hace dos años. En 2016 se fue con un grupo de amigos y regresó con un pitido en el oído que "casi lo vuelve loco". Su maleta iba llena de paqueticos para las familias de los cubanos de Melilla. Él se encargó de gritar a los cuatro vientos, en una ciudad de 13 kilómetros cuadrados, que se iba a Cuba.
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Conociendo a Florensa, quienes le dieron los encargos, le explicaron con antelación que en la Isla las entregas se hacen en persona, porque de lo contrario se corre el riesgo de quedar para repetir el refrán: “Ojos que vieron ir, jamás te verán volver”, aplicable en este caso al destino del envío.
La hermana de una cubana de Melilla quedó con Florensa en el Habana Libre para recoger el paquetico que le habían mandado de allende los mares. Ella lo conocía por foto. Llegó al lobby del antiguo Hilton, preguntó en recepción y de pronto se le acercó por detrás un hombre con una guayabera y la boina con la estrella solitaria. Se creía el Che Guevara, pero era Juanjo Florensa, eterno enemigo de la discreción, en un país que no está acostumbrado a este tipo de bromas. La joven se asustó. Llegó a temer que la tomaran por disidente.
Nadie se tomó a mal el travestismo guevariano de Florensa porque él asumió el personaje y se metió en la piel de la versión idílica del guerrillero ‘heroico’, al que sus detractores achacan 600 fusilamientos en la fortaleza de La Cabaña en 1959, tras ser nombrado por Fidel Castro juez supremo de los Tribunales Revolucionarios.
"Los turistas no saben lo que hacen. Yo no soy de izquierdas, soy bohemio transgresor", se disculpa Florensa tras pasearse por toda La Habana disfrado de Che Guevara.
En la capital cubana hizo amigos y Cuba se le coló en la maleta. Compró en la Isla una chapa particular con la bandera cubana y ahora se la ha puesto a su bicicleta eléctrica, que, adornada con infinidad de calaveras, parece una Harley revolucionaria.
Este jueves, Florensa ha bautizado su bici como “La Cubana”. Lo ha hecho en la caseta infantil de la Feria de Melilla, rodeado de niños y disfrazado de pirata. Porque lo suyo es el disfraz. Le da igua que sea de chino, de marinero o de lo que sea. Le va la marcha. El que quiera hablar, que hable. Él se lo pasa a lo grande.
Florensa es de esos hombres que necesitan una ceremonia con su atuendo. Por eso organizó el bautizo de una bicicleta, que tras salir en la prensa local es una golosina en Melilla. Con ella quiere disfrutar del nuevo carril bici construido en la ciudad.
Ahora se dedicará a recorrer con ella su rincón en el mundo; su Melilla querida.
Una doctora cubana le acaba de poner botox y ácido hialurónico en la cara, en una clínica estética melillense. "Me ha hecho descuento. He rejuvenecido 10 años. No olvides decir que soy soltero", recalca a CiberCuba.
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