Hasta en 15 CUC venden los médicos cubanos de manera informal un estetoscopio con un esfigmómetro, los propios equipos personales que usan en las consultas, algo que habla a las claras de un sector que, aún con un salario por encima de la media, igual no llega a satisfacer sus necesidades más básicas.
“No es que siempre lo haga, pero a veces me he visto en la necesidad de vender mi equipo. Es duro que ganes más de mil pesos al mes, y aún así cuando inicia un curso escolar no te alcance el salario de dos meses para comprarle a tus dos hijos un par de zapatos y mochilas nuevas. Es muy duro, y entonces haces lo que sea necesario, hasta vender tus propios equipos. Lo más duro para una persona que sea padre o madre es no poder darles a sus hijos lo que necesitan, y eso en Cuba, aun siendo médico, pasa con frecuencia”, asegura una doctora que prefiere permanecer en el anonimato.
Es duro que ganes más de mil pesos al mes, y aún así cuando inicia un curso escolar no te alcance el salario de dos meses para comprarle a tus dos hijos un par de zapatos y mochilas nuevas
“De todas formas siempre tengo un equipo en uso, no es que llegue a la consulta con las manos vacías, eso jamás lo hago. Pero cada cierto tiempo nos venden nuevos equipos, casi siempre una vez por año cuando hay en los almacenes, y si el que tengo en uso está bueno, pues lo vendo más adelante con los ojos cerrados, y de esa forma sé que ese mes le puedo comprar algo a mis pequeños, al menos una muda de ropa a uno de ellos con ese dinero y al otro con el salario”, asegura.
Pero lo cierto es que se hace bastante común por estos días que los pacientes acudan a la consulta médica con un estetoscopio y esfigmómetro debajo del brazo, como la única manera de garantizar recibir el mejor diagnóstico posible, también con jeringas desechables que venden en CUC en las clínicas internacionales o que consiguen con los propios galenos a 4 ó 5 pesos.
“Yo me cansé de llegar a la consulta y tener que caerle atrás a los médicos y enfermeras para que me tomaran la presión, pues muchas veces no tienen los equipos y entonces tiene ellos, y hasta uno mismo, que pedirle prestado a otro médico. Ahora yo lo llevo y hasta me lo piden ellos mismos para tomarles la presión a otros pacientes. Ese es el colmo, pero bueno, hay que ser solidarios, porque si de algo sé es de estar al borde la muerte y que te salve la solidaridad de un paciente”, asegura Nancy.
Yo me cansé de llegar a la consulta y tener que caerle atrás a los médicos y enfermeras para que me tomaran la presión, pues muchas veces no tienen los equipos y entonces tiene ellos, y hasta uno mismo, que pedirle prestado a otro médico. Ahora yo lo llevo y hasta me lo piden ellos mismos para tomarles la presión a otros pacientes
La misma señora cuenta cómo llegó un día al hospital, infartada, y como parte de los tratamientos para salvarle la vida incluía tomar aspirina, “en ese instante no había en el hospital, y gracias a una enfermera que pasó por la sala y gestionó una con un paciente, es que estoy viva, porque en ese momento, no había aspirina en el hospital. Y qué contarte de las jeringas, ya opté por comprarlas a 30 centavos en CUC pues ya me cansé de la misma respuesta: no hay. Así está la salud en Cuba”, detalla.
Nora tiene hace meses una infección respiratoria que se le resiste. Pero ella considera que en parte ha sido por la “cacería” y “persecución” a los medicamentos, porque no los ha tenido a la mano y ha tenido que tomarlos cuando aparecen. Por eso, desde hace un tiempo, ha sido radical y ha optado por un recurso extremo: abastecer sistemáticamente su botiquín personal, siempre velando por la fecha de caducidad de los fármacos, pues una irresponsabilidad se paga bien caro.
“He tenido que caerle atrás a la azitromicina, a la amoxicilina… decidí finalmente buscarme un médico que por cinco pesos me hace las recetas que quiera, sin preguntar, y entonces simplemente compro los medicamentos. Mantengo al día mi botiquín, siempre siendo responsable en no automedicarme y velar por la fecha de caducidad, porque hay que ser responsable en ambas cosas, pero hay que guardar pues en estos tiempos las medicinas es algo que escasean con frecuencia, ya eso es pan nuestro de cada día, la escasez”.
“Recientemente encontré alguien que me pone en la mano todos los medicamentos que necesito, es un verdadero kamikaze, hasta Rocephin, a 2 CUC la dosis… y eso que es un antibiótico que se administra en los hospitales. Pero yo no pregunto, no me interesa, creo que deberíamos recibir una mejor atención, y a veces siento que no es así, y hablo de los medicamentos, cuando un médico te hace una receta ya en la cara, y a veces te lo dice explícitamente, lo difícil que es que se encuentre ese fármaco”, explica.
Si bien en Cuba la salud es gratuita –aunque en todo momento te recuerdan que al Estado sí le cuesta–, en la práctica las carencias de diferentes índoles laceran no solo el servicio y la atención de los pacientes, sino también hasta al propio personal médico, y ambas son realidades invisibles que el gobierno trata de no mencionar.
Falta de fármacos en el cuadro básico de medicamentos, acaparamiento para garantizar los tratamientos, necesidad de los pacientes de tener ellos mismos algunos equipos médicos, son algunas de las realidades que se viven hoy en Cuba y que dañan, sin dudas, la atención que reciben los enfermos y que hacen tambalear el viejo slogan de que la salud es uno de los llamados “logros de la Revolución”.
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