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A Ricardo lo tiene “hasta la coronilla” el asunto. El ‘Yo voto Sí’ le sale “hasta en la sopa”, me comenta insultado. De 47 años, este zapatero considera que “lo último es que digan que no están haciendo propaganda política. ¡Por Dios! Los carteles están en cada cuadra, en los cajeros automáticos y los bancos, en las tiendas, en las cafeterías, en las escuelas, en los policlínicos y hospitales, en los ómnibus”.
A tenor con este cuentapropista católico, “es abusiva la propaganda. ¿Por qué hay lugares tan sensibles como una escuela o un círculo infantil donde debe estar presente? Los niños no saben de referendo y a los padres eso en vez de convencernos nos revira. A cualquiera, vaya a votar ‘Sí’ o ‘No’, le molesta que hasta en las transmisiones deportivas salgan spots que abogan por el ‘Sí’.
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“Lo que tanto ha incomodado a la población es que la han atiborrado con pancartas y pegatinas pidiendo el voto afirmativo y ponen a figuras de la cultura y el deporte, así como trabajadores de otros sectores a defender el ‘Sí’. Ese ‘Sí’ que aparece a toda hora en la televisión, la radio y otros espacios públicos no tiene que ver con la democracia. Es como si el Gobierno tuviera temor y tratara de garantizar el ‘Sí’ a cualquier precio”, explica.
Desde la óptica de la abogada Amanda, “a muchos les sorprenderá cuando millones votemos por el ‘No’, pero unos lo harán por convicción y otros por la sobresaturación mediática a la que llevamos meses sometidos. Luego hablan de la propaganda política como si fuera un delito. Criticamos las campañas electorales internacionales, pero lo que se hace a diario aquí con el ‘Sí’ constitucional es incluso peor.
“Si están prácticamente forzando a la gente a apoyar la nueva constitución, ¿qué sentido tiene que haya un referendo? ¿para qué incluir en la boleta la casilla del ‘No’? Están violando lo que dicta la propia Carta Magna al intentar manipular la opinión de los cubanos”, indica la jurista.
De acuerdo con un usuario de la página web de Cubadebate, el votará “No” y no porque alguien le haya lavado el cerebro. “Yo voto ‘No’ porque, para mí, la Constitución legitima un sistema económico que nos ha privado de la prosperidad, en donde se nos exige demasiado y se nos retribuye bien poco”.
Por otro lado, considera el ingeniero Adrián, de 33 años, que “lo que nos tiene fastidiados es que haya tanto mensaje político cuando nosotros no tenemos ni qué comer. Lo que tienen es que calmar el hambre y hacer que la gente asista a las urnas, ya sea por el ‘Sí’ o el ‘No’, que se manifieste mediante el voto.
“Lo verdaderamente correcto sería darles espacio a las opiniones diferentes. La campaña por el ‘No’ se ha hecho sobre todo en sitios webs y redes sociales, a los que no tiene acceso la mayoría de los cubanos, pero impiden desarrollarla en las calles. Es una guerra desigual, una pelea de león contra mono”, añade.
Según el arrendatario privado José Miguel, “constituye un problema ético incluso que digan que impulsan la democracia y que somos inclusivos cuando lo que ponderan es el totalitarismo. Lo único que aprueban es la doctrina comunista. Sin embargo, la gente tiene derecho a pensar como le venga en ganas y poder expresarlo donde quiera.
“Si algo hará evidente este referendo es que en la isla hay una oposición política fuerte, que ha intentado ser sofocada sin éxito por la prensa oficialista. El objetivo es conocer la opinión del pueblo. Si vota ‘Sí’, entrará en vigor el texto aprobado en diciembre por el Parlamento cubano, pero si sale el ‘No’ será porque el mismo pueblo pide a gritos un cambio real”, concluye el trabajador no estatal.
A través del sufragio, el próximo 24 de febrero unos ocho millones de cubanos podrán aprobar o rechazar una constitución totalmente reformada.
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