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Este domingo el diario The New York Times ha dedicado una de sus columnas de opinión al controversial Decreto Ley 349, en Cuba.
La normativa, firmada por Díaz-Canel en abril, obliga a los artistas cubanos a obtener la aprobación estatal antes de exponer cualquier obra, la cual no puede contener “lenguaje sexista, vulgar y obsceno” o hacer uso de “los símbolos patrios”. De lo contrario, podría desencadenar la confiscación del equipo y la cancelación de la licencia artística.
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El artículo, elaborado por Rubén Gallo destacado profesor de literatura latinoamericana en la Universidad Princeton, hace un ilustrativo recorrido por la evolución de la “libertad artística” en Cuba y sus períodos más oscuros de censura por parte del gobierno castrista.
Gallo comienza citando al Premio Nacional de Literatura 2000, Antón Arrufat, quien explica que la censura es “una tradición centenaria” en la Isla, cuyos orígenes datan a la Colonia española y “continúa hasta hoy”.
Arrufat, por su parte, fue uno de los artistas cubanos que sufrió el acoso y control del Gobierno durante el período del “quinquenio gris” en los años setenta. Su obra insignia, Los siete contra Tebas, fue catalogada de contrarrevolucionario por no “promover los valores” del Estado. Lo cual provocó que el escritor perdiera su empleo en un teatro habanero y no se le permitiera publicar por “más de una década”.
El poeta Heberto Padilla -conocido por ser el protagonista del “caso Padilla”- y Reinaldo Arenas fueron otros quienes sufrieron las acciones del régimen de Fidel Castro.
Según Gallo, la “injerencia del Estado cubano en la cultura disminuyó en la década de los noventa, tras el colapso de la Unión Soviética, y se redujo todavía más a partir de 2006” con la llegada de Raúl.
Para el profesor de literatura, en los últimos diez años la Isla ha “visto un renacimiento del sector cultural” con la aparición de galerías independientes y compañías de teatro, danza y música. “Gracias a estos cambios, ha surgido un nuevo tipo de turismo cultural: coleccionistas de arte, agentes literarios y equipos de televisión y cine extranjeros llegan casi todos los meses a Cuba en busca de nuevos talentos”, agregó.
Lamentablemente, con la entrada en vigor -el pasado diciembre- del Decreto 349, se regresa a un tipo de censura parecida a la del “quinquenio gris”, o peor. “En los años setenta no existía ningún decreto ni ley que justificara la censura; ahora el derecho a censurar está codificado en un decreto”, cita el autor a Arrufat.
A nivel nacional, varios han sido los cubanos que se han opuesto al decreto como la artista de la plástica Tania Bruguera, el músico X Alfonso, el actor Luis Alberto García y demás. Otros han sufrido detenciones arbitrarias por emitir su criterio en contra de la normativa.
La Embajada de Estados Unidos en La Habana y la secretaria adjunta de Estado para Latinoamérica y el Caribe, Kimberly Breier, se han pronunciado en contra de la legislación.
"La vida ya es dura en Cuba. Si eres un artista, está a punto de hacerse más difícil. Con el Decreto 349 el régimen decidirá qué es arte y qué no. El gobierno de Cuba debe celebrar, no restringir, la expresión artística de los cubanos", declaró Breier en Twitter.
Inclusive, la organización Amnistía Internacional (AI) ha hecho pública sus preocupaciones sobre la normativa por contener restricciones imprecisas y excesivamente amplias. Para AI, esto puede producir un efecto inhibidor sobre los artistas, que les impida hacer su trabajo legítimo por temor a represalias.
No obstante, funcionarios del Ministerio de Cultura continúan negado que el decreto sea un “una forma de censura”. Los “inspectores” designados por la institución gubernamental tienen la potestad de cerrar “la inauguración de una exposición en una galería o la presentación de una obra de teatro, si se considera que el contenido es violento o inmoral”.
“Los legisladores cubanos deberían rechazar este intento de imponer nuevos límites a la creación artística (...) para proteger uno de los sectores más vivos, sofisticados y creativos de la sociedad cubana”, comenta Gallo. “Cuba nunca ha prosperado tanto como cuando los artistas pueden crear su obra sin injerencia del Estado”.
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