Díaz-Canel quiere sumar a reguetoneros “a la política cultural de la Revolución Cubana”

El gobernante admite implícitamente el fracaso del Decreto Ley 349 en Cuba y busca integrar a reguetoneros en la política cultural de la Revolución, tras años de censura y críticas al género urbano.

Díaz-Canel durante su intervención Foto © Cubadebate / Abel Padrón Padilla

El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel admitió este sábado el fracaso del Decreto Ley 349 y las pretensiones “elitistas” de su política cultural al reconocer que los géneros urbanos como el reguetón siguen marcando la pauta en el panorama musical de la Isla.

En ese sentido, aprovechó su intervención durante la clausura del X Congreso de Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) para pedir a los intelectuales oficialistas del régimen que no desatiendan lo que sucede en este ámbito musical y que presten atención "desde las instituciones a las nuevas expresiones culturales que surgen".

"Todavía se dejan ver expresiones de menosprecio o subestimación desde posiciones a veces elitistas. Estamos ante un fenómeno cultural que trasciende los gustos sedimentados durante décadas por su fuerte componente y alcance social", indicó Díaz-Canel, refiriéndose al género urbano y en especial al reguetón sin mencionarlos directamente.

Tras años de política cultural oficialista enfrentada a la “vulgaridad” de las letras del género urbano, en especial las de reguetón, el régimen ha terminado por aceptar su derrota al no poder desterrarles de las preferencias musicales de los jóvenes.

Censurado de las emisoras musicales desde 2012, el reguetón cubano vivió una ola todavía mayor de censura y crítica a raíz de la aprobación en febrero de 2019 del Decreto Ley 349, conocido como “ley mordaza”, y que obliga a los músicos y artistas cubanos a profesionalizarse y vincularse con el Ministerio de Cultura, sometiéndose a las pautas culturales del régimen.

El reggaetón dejará de escucharse en lugares públicos en Cuba, así como otros géneros parecidos que utilizan expresiones vulgares, banales y mediocres”, afirmaba en 2012 el entonces presidente del Instituto Cubano de la Música (ICM), Orlando Vistel Columbié.

En noviembre de 2017, el diario oficialista Juventud Rebelde dedicaba un extenso artículo a “caracterizar el trap en tanto descripción del coito ofensiva para muchas personas, además de promoción de la droga y las adicciones, la violencia de género, la prostitución, el manejo de armas y el crimen”.

Un año después, el pianista cubano José María Vitier criticaba la falta de valores de las letras del reguetón en una entrevista concedida al diario digital The Objective. "El reguetón es como esas nuevas enfermedades que no se sabe cómo se curan", señalaba el artista, quejándose de “las músicas marginales que han copado los medios de comunicación”.

Sin embargo, a pesar de la “ofensiva cultural” oficialista, el reguetón siguió sonando en los altavoces de los cubanos y cosechando éxitos entre sus exponentes. Ante esa realidad, el régimen cubano ha optado por desechar su anterior política y procurarse la simpatía de los artistas y amantes del género urbano, con la intención de sumarlos a “la política cultural de la Revolución Cubana”.

“Desde esas expresiones culturales, que transitan principalmente desde la música, se están generando ideas, valores, concepciones de vida, señales de cambio de paradigmas culturales que no podemos ignorar ni desatender", apuntó Díaz-Canel este sábado.

Según el portal oficialista Cubadebate, el gobernante que en 2019 aseguraba "no tener nada en contra del reguetón" avisó que “estando ausentes del fenómeno, manteniéndonos al margen, no lograremos jamás influir en sus creaciones ni sumarlos a la política cultural de la Revolución Cubana”.

“El hecho de que laboratorios subversivos radicados en Estados Unidos hayan apostado a exponentes de este género en épocas recientes para llegar a sectores populares es una señal no despreciable del impacto que tienen en segmentos cada vez más amplios del país y a los cuales nosotros también tenemos que saber llegar. Eso tiene que ver con cultura y Revolución”, concluyó el líder de la llamada “continuidad”.

Atrás quedaron las expresiones que marcaban entre los intelectuales las letras de reguetón como “expresiones vulgares, banales y mediocres” y “entregas pseudoartísticas”, haciendo un llamado a “la promoción del buen gusto”.

Ahora, visto el triunfo inapelable del supuesto “mal gusto”, el régimen cubano se apresura a cambiar su narrativa y llama a sus intelectuales a “perrear” como fórmula de “resistencia creativa” propia de estos tiempos.

“Mal que nos pese, el reguetón es la respuesta cultural a muchas cosas que no se han hecho a favor de grandes y crecientes sectores sociales; es el resultado de una acumulación de injusticias y desatinos, unido a la facilidad con que hoy día se puede acceder a recursos para hacerse sentir”, dijo profético Silvio Rodríguez en marzo de 2019.

Lejos de entender este aviso, el régimen optó por la censura, como siempre. Pasados cinco años de las advertencias del cantautor, Díaz-Canel pretende desactivar ese potencial de "rebeldía" del género urbano, para someterlo al dictado de "la política cultural de la Revolución Cubana".

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