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Las últimas horas antes del referendo constitucional del próximo domingo dejan ver una campaña mediática por el “Sí” más intensa (si eso todavía era posible). Es cuando menos evidente que las autoridades del país han “acelerado el swing” si de propaganda política se habla. Donde había un cartel ahora hay tres; donde rodaban tres spots, ruedan diez; donde se hacían dos conciertos, hoy cuatro.
Dicho de otra manera: la realidad muestra que lo que más preocupa al gobierno de la isla es que el venidero 24 de febrero unos ocho millones de cubanos puedan a través del sufragio aprobar o rechazar la reformada constitución sin que haya -a diferencia de lo que ocurre en las votaciones del Parlamento-, decisiones unánimes.
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Según opina el abogado Luis Mario, de 29 años, “ha habido de todo apoyando el #YOVOTOSI con una campaña comunicativa a la que han dedicado cuantiosos recursos. No sé cómo al Gobierno no le da pena sonar tan desesperado porque no concibe que las personas opinen de manera diferente. ¿Es que tanto nos cuesta interiorizar que cada ser humano es un individuo y no tiene que pensar en masa?
“No concibo cómo una ciudadanía como la cubana realmente cree que todos los cubanos quieren votar ‘Sí’ por la constitución. He visto en todos los medios de comunicación, incluso, a los comentaristas deportivos en medio de sus narraciones, decir que todos debemos votar por el ‘Sí’. ¿Por qué? ¿Qué pasa si no estoy de acuerdo y voto ‘No’? ¿Soy tenido como ‘desafecto’?
“¿Para qué se hace un referendo entonces si no es para que los cubanos libremente expresen lo que sienten y aprueben o desaprueben una constitución sin ser juzgados tan superficialmente? ¿Por qué en pleno siglo XXI somos capaces aún de llamar a otro cubano ‘gusano’ sencillamente porque tiene opinión propia?”, indica disgustado.
De acuerdo con lo que refiere el ingeniero industrial Liván, “hay quien piensa que votar por el ‘Sí’ es votar por el progreso de Cuba, pero esa no es la opinión de todos los cubanos. Como mismo en todos los lugares vemos pegatinas de ‘YOVOTOSI’, aun cuando nos llenamos la boca de decir que no hacemos campañas políticas, debería respetarse el ‘YOVOTONO’ de los que difieran y no tildarlos de ‘contrarrevolucionarios’ o ‘asalariados del imperio’.
“Si la única opción ‘revolucionaria’ y ‘patriótica’ es el ‘Sí’, que dejen solo esa opción en la boleta y así ahorramos tinta. Creo que cada cual tiene el derecho
Cada cual tiene el derecho de votar ‘Sí’ o ‘No’ y eso no lo hace menos ‘revolucionario’ o ‘patriota'
Por otro lado, en palabras de la arrendataria privada Mariam, de 46 años, decir “No” no significa que uno quiera de vuelta la constitución de 1976, sino que quiere “cambios sustanciales” en la nueva. “Los que aprobaron el texto han ignorado muchas modificaciones propuestas. Se limitaron a cambiar lo que no desviaba el sentido real del texto. Se habla de que se cambió alrededor del 60% del documento tras la consulta popular, pero lo que hicieron fueron solo retoques en la superficie.
“Escucharon lo que quisieron en los debates. Los cambios más grandes no se produjeron. Por ejemplo, la nueva constitución dice que la concentración de la propiedad en personas naturales o jurídicas no estatales es regulada por el Estado, el que garantiza, además, una cada vez más justa redistribución de la riqueza.
“Pero, ¿cuáles serán los límites? ¿Tener una casa, dos o tres, uno o dos carros, tres motos o cuatro televisores? ¿Por qué hay que limitar el derecho a que las personas tengan lo que con su dinero bien habido puedan comprar?”, añade la cuentapropista.
“Disentir no es malo. Llevamos muchos años de unanimidad y tenemos profundos problemas que parecen no tener fin. Si la reforma constitucional todavía no ha sido refrendada, ¿cómo es posible que digan que la tendremos aprobada en unos días? Sería más democrático decir que el 24 cada cubano con su voto decidirá el ‘Sí’ o el ‘No’. Dejen que el pueblo decida, por favor”, comenta Alberto en la web oficial de Cubadebate.
A tenor con lo que plantea otro usuario en el mismo sitio: “Yo voto ‘No’ porque esa propuesta de constitución no me representa, es más de lo mismo. No resuelve los problemas medulares del país, nos deja más indefensos y con menos derechos, no es clara en las cuestiones que debería ser muy clara y está pensada para beneficiar a la burocracia de siempre, por encima de la inmensa mayoría del pueblo”.
Desde la óptica de la profesora Marlén, de 38 años, “lo más importante y necesario en nuestra constitución no está claramente plasmado: que el Estado garantice bienes y servicios en correspondencia con el salario, y programas con beneficios que contribuyan a enriquecer el valor del trabajo, ya sean créditos, financiamientos o viviendas.
“Hay que arreglar muchos problemas como el de los salarios y la corrupción de funcionarios públicos. Estoy un poco defraudado. No creo que pueda existir una sociedad próspera, que recupere valores humanos perdidos, mientras no existan leyes que protejan la verdadera libertad de expresión”, concluye.
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