La jornada de este domingo en Cuba es motivo para afirmar que se vive un día histórico. Desde la década del 70 no se convocaba a un referéndum constitucional donde el pueblo decidiera el futuro de la Carta Magna. El contexto previo a las elecciones ha sido muy controvertido, sobre todo porque el propio Gobierno ha utilizado hasta el cansancio los medios de comunicación y otras vías para hacer una campaña mediática invitando a votar por el sí que apruebe la ley de leyes.
El suceso ha sido cuestionado porque la respuesta de la oposición al Gobierno se silenció desde el primer momento. Solo en las redes sociales el llamado a votar por el No o a no hacerlo ha tomado fuerzas mientras cada uno de los canales de TV o estaciones de radio repetían su propaganda para poner la cruz en la casilla del sí.
A la hora que determina la ley abrieron los colegios electorales este día 24 de febrero y según la Comisión Electoral Nacional, a las 9:00 a.m. habían votado más de 2 millones de cubanos. El total de electores que deberán asistir a las urnas ronda los 8,6 millones.
Según se ha podido conocer a través de diferentes personas en Cuba las votaciones se desarrollan en un ambiente tranquilo. Creemos que esto se debe fundamentalmente a que los electores ven el proceso como uno más de los tantos que convoca el Gobierno comunista.
Las fotografías expuestas en las redes sociales muestran la presencia de diferentes generaciones y estratos sociales que ejercerán su derecho cívico de la manera que consideren más justa. Sin embargo no se puede apreciar el espíritu de alegría que promociona el país lo cual da la medida del nivel de desinterés de la población votante.
Según nos confesó Williams Rodríguez, ciudadano de la Isla de la Juventud, él tenía bien claro dónde pondría la cruz. Sus razones son fundamentalmente porque desea que quienes gobiernen su país sean evolución.
“Son continuidad y nada más lejos de la verdad. 60 años de vida miserable y por eso voto no, porque no quiero continuidad”. Así nos dice a través de una conversación sostenida a través del chat de Facebook.
Él es técnico de televisores en el territorio pinero y desde hace un tiempo ha recibido algunos clientes en su taller con las mismas características: equipos rotos con un objeto punzante. Se trata de televisores que entran al país procedentes del exterior y, según le comentaron en una oportunidad, los funcionarios de la Aduana tienen la indicación de dañar estos equipos para así obligar a las personas a comprar los TV que se venden en la red de tiendas en divisa.
El hecho es una de las tantas cosas que le hizo replantearse qué sistema político es el que desea para sus hijos. Qué futuro quiere que tengan los cientos de niños y niñas que hoy inocentemente están paradas al lado de las urnas, custodiando unas boletas que deberán ofrecer el porvenir de toda una nación.
Por eso, según nos relató, bajó al colegio donde le correspondía cumplir su deber como cubano. “Al llegar pregunté si era una palomita o una cruz. Me respondieron una cruz en el sí. Yo les pregunté que si también podría ser en el no, pero no me respondieron”.
En casos como estos se hace evidente la manipulación y falta de transparencia en un proceso de votación donde está precondicionado que debe ganar la opción del sí. No se trata de un suceso aislado, solo que muchos callan sus anécdotas y prefieren salir de la situación sin arriesgar nada.
William Rodríguez se siente observado ahora. Vigilado por quienes debieron quedarse como de piedra al saber que un ciudadano común, un técnico de televisores, ha decidido no seguirle el juego a un gobierno que impone sus caprichos. Solo sabe que ha cumplido con su propio deber y que no se arrepiente de la decisión que tomó. Sabe que aunque gane el sí, él no está de acuerdo con una Constitución que ofrece libertades y derechos a cambio de rendirle tributos a un sistema político que no lo representa.
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