Si bien se dio a conocer este lunes que fue aprobada la reforma constitucional de la isla, Sandra, quien ejerció como secretaria de una mesa electoral en el referendo, asegura que el proceso resultó “bastante monótono y lleno de irregularidades”.
De acuerdo con esta maestra de 32 años, en la votación que se desarrolló frente a sus ojos, en una zona de la periferia habanera, “se notaba que la mayoría de la gente iba a las urnas sin saber qué decidía realmente”.
Aunque de los ocho millones de cubanos convocados a efectuar el sufragio asistieron más de siete millones 800 mil (el 86,8 por ciento por el “Sí” y el nueve por ciento por el “No”), “hubo muchos adolescentes de 16 o 17 años que preguntaban para qué era aquel 'papelito' o en qué casilla había que votar”.
Según indica esta integrante de un colegio electoral, “lo mismo pasó con los ancianos que iban con bastón, arrastrando los pies, a coger una boleta sin tener idea de para qué servía. ¿Qué resuelve uno con llevarle incluso las boletas a personas que pasan de los 80, 90 y hasta 100 años si la mayoría no puede ni sostener el lápiz para marcar?
“Los resultados son un gran globo inflado si tenemos en cuenta que muchos ciudadanos deberían estar inhabilitados y no lo están. No solo un enfermo mental o un convicto deberían estar inhabilitados”, afirma.
Asimismo, la joven profesora confiesa que hubo presidentes de los CDR que pusieron una X en la casilla del “Sí” en nombre de algunos familiares y vecinos que no se presentaron personalmente a votar. “Algunos hasta votaron en la mesa delante de todos”, añade a la vez que destaca que “además nos entregaron los registros de electores con muchos errores”.
“Hubo quienes llevan tiempo viviendo en mi barrio, algunos que residen allí desde hace medio siglo y que no aparecían en la lista. Del mismo modo, estaban registrados ciudadanos que se murieron o que no viven en la comunidad o se fueron del país hace rato. Es bastante poco seria una votación en la que ocurren esas cosas.
“No sé qué esperan para digitalizar este proceso. Uno se come la vista sentado todo el día en una mesa y con merienda y almuerzo muy malos para luego contar las boletas a mano. Es como si se estuviera votando en la manigua, con las condiciones más elementales. Es un sistema con demasiadas fisuras”, resalta Sandra.
Desde la óptica de Arnaldo, de 45 años, “al final, toda la propaganda política a favor del ‘Sí’ influyó en la gente que no piensa, que vive con más miedo que dinero. En mi colegio votaron alrededor de 450 personas, 380 por el ‘Sí’ y 55 por el ‘No’. Eso sin contar que casi todos los que no votaron están fuera del país. Yo no estoy de acuerdo con algunos de los cambios realizados y por eso me di el placer de votar 'No'.
“La constitución vigente dice que no se puede hacer campaña política, pero la han hecho. El 'No' no significaría anexarse a Estados Unidos ni mucho menos. Se trataba de refrendar la constitución de 1976. Por eso tiene que haber un órgano superior, independiente, que fiscalice el estricto cumplimiento de la Carta Magna.
“No obstante, nos quedamos, esperando por mayores libertades y la institucionalización de una sociedad más progresista, verdadera y abierta. Un 'No' no debe calificarse de contrarrevolución. Yo pienso que la existencia del 'No' confirma el ejercicio democrático”, concluye el trabajador estatal.
Uno de los lectores de Cubadebate comentó en uno de los artículos sobre el referendo que “en Cuba no hay cultura política porque cuando a alguien se le ha ocurrido mostrar su desacuerdo, ha recibido insultos y sido calificado de contrarrevolucionario, apátrida, gusano y muchas cosas más. De hecho, planteamientos hechos por personas de alto valor político y de trascendencia para Cuba han calificado a los que no están de acuerdo como terroristas”.
A tenor con la arrendataria privada Teresa, de 57 años, una vez aprobada la Constitución las legislaciones deben venir en el menor tiempo posible porque son las que le darían la verdadera vida a la Carta Magna.
“Sin emabargo, la Constitución aprobada no sienta las bases para un país más actualizado, más flexible, más inclusivo, más parecido al mundo. Aquí hacen un promesa, pero no la cumplen. El socialismo cubano es del que dice una cosa y hace otra”, añade la cuentapropista.
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