El asombro, la molestia y la inconformidad se agolpan por estos días en aquellos cubanos que, durante años, han esperado que las cooperativas no agropecuarias (CNA) se consoliden como una de las principales formas de gestión no estatal dentro del panorama económico de la isla y dejen de ser un “experimento”.
Las recientes medidas aprobadas por el gobierno han provocado una ola de desesperanza, al determinar que “no se crearán nuevas cooperativas” porque “la prioridad es concentrar los esfuerzos en la consolidación de las constituidas”.
En la voz de Ricardo, socio de una cooperativa de gastronomía, “nos revolcamos una y otra vez en lo mismo, siempre usando la palabra ‘regulado’ o ‘está prohibido’ para impedir que los trabajadores no estatales tengamos más independencia. Se han metido rato detrás de un buró para redactar normas que han ignorado los reclamos más esenciales de los cooperativistas.
“Es increíble que después de seis años en funcionamiento a las CNA todavía se les llame experimento. Nos tienen dormidos con el cuento. Cuando parece que estamos a punto de desencadenar las fuerzas productivas y lograr un verdadero desarrollo, surgen disposiciones jurídicas para echarnos tierra encima. Es evidente que la prioridad es mantener la burocracia por encima del pueblo a toda costa”, indica.
Del mismo modo, Alfredo, quien siendo ya un adulto mayor quiso abrir una CNA, asegura que estuvo más de tres años esperando la aprobación del proyecto. “Primero me dijeron que sí podía hacerse la CNA y a las pocas semanas cambiaron de opinión y prohibieron seguir adelante.
“Lo que más me dolió fue que me dieran el expediente después de casi cuatro años esperando para empezar a hacer funcionar la cooperativa. Ahora tengo 70 años y hay que seguir esperando a que se decidan a abrirles el paso a las CNA. De aquí a que eso se dé me muero diez veces. Es profundamente frustrante.
“Solo estamos poniendo parches porque vivimos de hacer remiendos aferrados a una mentalidad obsoleta. Seguimos experimentando y nada da resultado. Evidentemente nadie pensó en impulsar el cooperativismo con todas las de la ley, sino en hacer parecer que se estaba haciendo algo por que la gente viviera un poco mejor”, destaca el experto en Contabilidad.
El nuevo cuerpo jurídico, que entrará en vigor en noviembre próximo, prácticamente estanca el desarrollo de las CNA, creadas en 2013. A pesar de que éstas han contribuido a generar eficiencia económica y empleos, y a impulsar las fuerzas productivas, las medidas aprobadas limitan su alcance territorial.
A tenor con Isabel, abogada de una CNA, “casi tres años después de suspender la creación de nuevas CNA se aparecen con que ‘oficialmente’ devuelven los expedientes de las solicitudes entregadas. No es más que otra falta de respeto porque quienes mandan no quieren soltarnos las amarras.
“Llevábamos rato esperando este nuevo marco regulatorio, pero nunca pensamos que sería tan decepcionante. Seguimos sumergidos en la demora de los trámites y los análisis de todo tipo. Una de las peores afectaciones está en la territorialidad porque hay CNA, como las de servicios contables, de industria o la construcción, que no tienen gran presencia en todas las provincias y que, por tanto, viven de contratos con otros territorios. ¿Cómo subsistirán esas entidades ahora?
“Las de la construcción ni siquiera podrán crecer en número de socios solo porque los obreros de ese sector se estaban yendo en manada de las empresas estatales a las cooperativas porque les pagan y los tratan mejor. Mientras, hay CNA, sobre todo las de gastronomía, que no son más que un reflejo de la maltrecha empresa socialista cubana. ¿Por qué no estimulamos la conformación de CNA de industria y no las que se dedican a brindar productos y servicios de mal gusto que nada aportan al país?”, se cuestiona la jurista.
Edelberto Blanch se queja en Cubadebate de que su esposa es(era) socia de una CNA de servicios contables. “Por su trabajo recibía un ingreso digno, pero como a alguien que no tiene la más mínima necesidad de nada porque todo lo tiene resuelto se le ocurrió territorializar el alcance de las CNA y la que menciono es de Villa Clara, pues cerraron sus contratos en La Habana el 2 de septiembre y nuestra familia se quedó sin esos ingresos. Así de simple. ¿Cómo puedo sentirme?”.
Tal como deja fuertemente claro Adrián en ese mismo sitio: “Estas disposiciones tienen un claro mensaje. No quieren las CNA, van a limitarlas y dejar solamente las que estratégicamente el Estado necesite. Lo mismo sucede con las empresas mixtas y los negocios de inversión extranjera. Así no hay desarrollo. Nunca avanzaremos”.
Otro forista expone allí que “podemos valorar en su justa medida ‘los experimentos’, el ‘no apurarse en la toma de decisiones porque no podemos equivocarnos’, el ‘estamos trabajando en la elaboración de un plan de medidas para la solución de...’. No sé si llorar o reír, sólo pienso que a mis nietos de uno y ocho años les espera un futuro igual al presente y pasado de mi generación”.
Datos oficiales plantean que hoy funcionan más de 400 CNA en Cuba, en las que se agrupan más de 17 mil socios y están representados 10 sectores de la economía. Solo en 2018 los ingresos de esas formas de gestión superaron los 6 mil millones de pesos.
No obstante, las propias autoridades han reconocido que las CNA continúan limitadas por el pobre acceso al mercado mayorista y el impacto más favorable de las mismas se concentra en actividades de la construcción, los servicios personales y técnicos, y la industria.
De acuerdo con Alina, diseñadora y socia de una CNA, “lo que necesitamos no son más prohibiciones, sino que nos dejen funcionar con autonomía real, con libertad, que no significa libertinaje, y que se intensifique el control de entidades estatales que es donde está la verdadera corrupción.
“Para nadie es un secreto que las cooperativas que se han ido creando han buscado elevar el nivel de vida de la gente, pero hay algunas en las que más del 50% de los socios son familiares o amigos del presidente y muchas veces se pierde el sentido democrático de la misma ya que los presidentes se vuelven intocables.
“De ahí que pidamos más que nunca la apertura de nuevas cooperativas, aunque deban regirse por las regulaciones vigentes, para que exista competencia y no sigan trabajando solo los que no son familias de los jefes, en tanto las utilidades se distribuyen entre todos”, indica la profesional de 32 años.
Desde otra óptica, Daniel Ernesto afirma que “no es coincidencia que las áreas donde se concentra la mayoría de las CNA sea donde más ineficiencia estatal existe. Creo que en el fondo al gobierno no le interesa que se diversifiquen y multipliquen los prestadores de esos servicios.
“¿Hasta cuándo vamos a justificar cambiar las normas porque hay corrupción? Estoy seguro de que en ningún momento se tomó en cuenta lo que piensan los cooperativistas y en cómo estas medidas los van a afectar. El desconcierto es general. La decisión de no autorizar más CNA por tiempo indefinido es excluyente, deja clara la intención de asfixiar al cooperativismo y trasmite inseguridad a los cooperativistas.
“Estas cooperativas son un engendro cubano porque para todo dependen del Estado. ¿Cuándo podrá el Estado dedicarse por entero a la atención de la gran industria y dejará de pretender controlar cada pequeño negocio de 5, 10 o 20 trabajadores? ¿No se da cuenta que después de 60 años de fracaso por el mismo camino es necesario cambiar? Dejen que las cooperativas no estatales importen sus materias primas, así como sus medios de producción y todo lo que necesiten”, concluye.
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