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La mala situación del transporte en Cuba quedó reflejada este lunes en el sitio oficialista Cubadebate con la denuncia velada de un cubano que estuvo 13 horas para llegar de La Habana a su ciudad Cárdenas, en Matanzas.
"Demoré 13 horas de La Habana a la ciudad matancera de Cárdenas. Lo mismo que un avión de la capital cubana a la rusa, al otro lado del mundo. Para ser más preciso, un vuelo de La Habana a Moscú dura 11 horas a 550 kilómetros por hora y 35 mil pies de altura. Yo estaba en tierra, a una velocidad nula y tardé más de la mitad de un día –780 minutos– para recorrer tan solo 150 kilómetros", comenzó Andy Jorge Blanco, quien estudia Periodismo en la Universidad de La Habana.
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Precisamente un vuelo directo de la capital cubana a la rusa en la compañía Aeroflot son 11 horas con 25 minutos, mientras que con conexiones son poco más de las trece horas que se pasó este joven cubano para llegar de La Habana a Cárdenas.
Un viaje entre esos dos puntos tan cercanos de la geografía son unas 2 horas en automóvil, pero si lo hacen a través de las puntos estatales se puede volver eterno como le pasó a este joven.
La anécdota ocurrió el pasado 20 de septiembre, poco después de que el gobernante Miguel Díaz-Canel anunciara la crisis energética que todavía afecta la realidad de los ciudadanos, pese a que entonces dijo que era una "situación coyuntural".
Ese día Blanco y un amigo decidieron ir hasta Alamar después de pasar por la terminal de ómnibus y ver que eran los 348 en la lista de espera para Matanzas.
Ambos estuvieron desde las tres de la tarde hasta las 9:12 de la noche a la espera de un carro que finalmente los llevó hasta su destino final, antes habían recorrido la ciudad, incluido un P-11, y removido contactos hasta optar por ese enlace con la Ciudad de los Puentes.
En la cola de Alamar habían unas 30 personas a la espera y muchos de ellos desde antes de la 1 de la tarde, sobre las 6 de la tarde recogieron a los que estaban delante de ellos. Todos se fueron poco a poco porque la patrulla de policía detenía a todos los vehículos estatales, recuerda.
Desde las 5:47, "Roxana, una estomatóloga en potencia que había llegado unas horas antes, se encaprichó en comprar dulces cuando toda el agua se había acabado. “Matanzas, tres, aire acondicionado”, repetía como un mantra. Era la tríada perfecta: tres personas a Matanzas, ¡y con aire acondicionado!", apuntó.
A las 8:17 se acordó de una persona que le dijo que el tren para Matanzas salía a las 8 de la noche.
"El pesimismo, tras once horas de espera, me hace pensar en Junior, que vive cerca. Saco el móvil. Me veo durmiendo en su casa. Mañana me despierto temprano y vuelvo a intentarlo –pienso. Trato de mandarle un mensaje de texto cuando se me apaga el celular porque las baterías, como las personas, también se cansan de tanto ajetreo. Javier casi no habla. Roxana solo ríe mientras dice: “Matanzas, tres, aire acondicionado”. Y tanto lo repitió que a las 9:12 pm paró un carro de alguna empresa que no pudimos identificar. Pide tres personas hasta Varadero. Y viajamos con aire acondicionado. En la cola aún queda gente", concluyó.
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