El pulso entre el estado y los boteros exprime a los cubanos más pobres

Los Almendrones "Regulares" circulan por La Habana, donde un nuevo pulso entre gobierno y privados penaliza a los más vulnerables.

Cubanos aguardando por "almendrones" en La Habana © CiberCuba
Cubanos aguardando por "almendrones" en La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 4 años

El panorama de los taxis privados en La Habana vuelve a cambiar. Un nuevo experimento ha entrado en escena y ahora la moda (es decir, la ley) impone que los llamados boteros no circulen ya bajo las modalidades de “Libre” o en “Ruta”, sino que lo hagan de forma unificada bajo la etiqueta de “Regular”. Cada día son más los viejos autos que van de un lado a otro de la capital con esa identificación en su parabrisas.

Pero la situación no podría tener menos de “regular”. Según lo ve Idelfonso, de 46 años, “como en cada una de las pruebas anteriores, todo empieza en regla y después se vuelve un relajo. Todavía no todos los choferes tienen el cartelito de ‘Regular’ y los que ya lo usan se dedican a ‘picar’ las rutas.


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“Ahora el Estado les vende el combustible más barato, pero ellos siguen haciendo sus recorridos como les da la gana y no los terminan. O sea, que los que vamos desde donde comienza hasta donde concluye una ruta nos jodemos porque el chofer no quiere llegar hasta el destino final”, explica este dependiente que debe atravesar media ciudad para ir a trabajar desde el municipio de Boyeros hasta el de Centro Habana.

A partir del 5 de enero, la Dirección General del Transporte Provincial de La Habana fijó los precios máximos que podrán cobrar los transportistas por cuenta propia y que serán válidos durante las 24 horas y para cualquier recorrido dentro de la ciudad.

Al respecto, Bertha, quien se traslada habitualmente de Habana del Este a La Habana Vieja, “topar los precios solo hace que la población viva aún con más necesidad. Estamos enfrascados desde hace años en controlar y limitar a los boteros, en vez de incentivar la transportación masiva de pasajeros. En lo que el palo va y viene, siguen las paradas llenas y los cubanos de a pie con la soga al cuello.

“Más de una vez se ha demostrado que la pulseada entre el Estado y los boteros exprime a los más pobres. El gobierno prueba a ver quién puede más y ahí acaban con nosotros porque el taxista privado resuelve todo con una huelga”, asegura la vendedora de artesanía.

Si bien las autoridades anunciaron que los choferes tendrán hasta el próximo primero de febrero para actualizar sus licencias, las nuevas regulaciones los obligan a adquirir el combustible con tarjeta magnética a un precio diferenciado en los servicentros.

Asimismo, las medidas establecen un consumo mínimo y máximo mensual de gasolina especial (B-94) cuyo litro costará 15 pesos cubanos (CUP); de gasolina regular (B-90) que valdrá 10CUP; o de gasolina de motor (B-83) y de diésel regular, que saldrá en 8CUP.

Lo que destaca Pablo Enrique Rivero, de 36 años, es que “los que daban el servicio de ‘Libre’ ahora obtienen el combustible más barato y mantienen sus precios de oferta y demanda. No hay manera de frenar eso porque los inspectores del transporte son los primeros corruptos.

“Inventamos, inventamos e inventamos, pero no avanzamos porque lo que ponemos en práctica no sirve. Nos centramos en ‘caerle’ arriba a los cuentapropistas, cuando debiéramos ponernos más para que haya transporte para todo tipo de bolsillo.

“Seguimos en las mismas año tras año, con fórmulas inoperantes. Exigimos un transporte público eficiente y económico. ¿Hasta cuándo nos escudaremos tras el bloqueo si gran parte de lo que nos pasa se debe a nuestros propios errores?”, apunta el encargado de un taller de reparación de electrodomésticos.

Irma, esposa de un taxista, resalta que “no se trata de ver a los boteros como los culpables, sino de entender que pagan grandes impuestos y que compran repuestos a altos precios porque no existen en tiendas del gobierno. Además, hasta ahora debían comprar el combustible bien caro y resolverlo ‘por la izquierda’.

“Hay que estar en esto para saber los trabajos que se pasa con un almendrón y el dinero que se debe gastar para arreglarlo, chapistearlo y pintarlo. Normalmente, los boteros ni siquiera son propietarios de los carros que manejan y, por tanto, no son millonarios, sino que viven al día”, opina el ama de casa.

Dunia, una doctora que persigue taxis a menudo en La Virgen del Camino, La Habana, precisa que “a las cinco de la mañana o las 10 de la noche, por ejemplo, casi la única opción para moverse de un lado al otro son los boteros. Es bastante injusto criticarlos cuando son los que nos sacan las castañas del fuego.

“¿Dónde están los ruteros estatales a esa hora? Supuestamente son carros del Estado, pero los que los manejan se pierden cuando quieren y nadie les cuestiona nada, como si fueran dueños de los vehículos. ¿Por qué les toca a los cuentapropistas siempre bailar con la más fea?”, se pregunta.

A tenor con lo que reafirma Maura, “algo tiene que pasar para que frenen el abuso con los que vivimos de un salario mensual, pero no se trata de que la cojan con los boteros, sino de que exista un sistema de transportación pública decente.

“En ningún lugar del mundo una ciudad depende tanto de los taxis para moverse. Sé de más de un transportista que con la nueva innovación ha entregado la licencia porque ya la machacadera es demasiada.

“La transportación de pasajeros da negocio porque el transporte colectivo está por el piso. Si hubiera más alternativas, no hubiera tanto lío. Son pocos los trabajadores que pueden coger un taxi todos los días para llegar temprano”, acota.

Por otro lado, Freddy expresa en Cubadebate que “en esta historia hay dos partes involucradas, por favor, cuándo será el día en que ANTES de tomar una decisión van a tener en cuenta la opinión de los particulares. Se cambian las reglas del juego constantemente sin pedir la opinión de los afectados. ¿Hasta cuándo?”.

Al respecto, agrega el ingeniero industrial Aramís, “controlar los precios es un remedio peor que la enfermedad. Los taxis, ya sean estatales o particulares, no resolverán el problema del transporte público. Es una responsabilidad estatal el lograr que los trabajadores más humildes y los estudiantes puedan transportarse.

“La solución está en los trenes urbanos. Esa debería ser una prioridad incluso para la inversión extranjera. Solo eso evitará que uno tenga que correr literalmente detrás de un carro o quedarse a dormir en una parada porque no aparece un carro o una guagua”.

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