Malmierca y las import/export cubanas: Del ajiaco a la caldosa sin vergüenza

Lo más grave es que el exportador cuentapropista no tendrá más remedio que aceptar las cláusulas impuestas en el modelo de contrato, de forma coercitiva, y que tendrá poco margen para negociar nada. Otro atropello más.

Malmierca y barcos en La Habana © Collage CiberCuba / Granma
Malmierca y barcos en La Habana Foto © Collage CiberCuba / Granma

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Este artículo es de hace 4 años

Granma dedica un artículo a explicar cómo los cuentapropistas podrán acceder a las empresas estatales de comercio exterior para importar y exportar. Este tipo de cosas solo ocurren en Cuba, bajo un modelo económico obsoleto y próximo al colapso, pero vale la pena detenerse unos instantes a ver el ajiaco que ha preparado Malmierca para intentar, como sea, aumentar las exportaciones en Cuba.

Dicen que el secreto del buen ajiaco cubano es el tiempo, los ingredientes y el cariño que se le pone. No sé si Malmierca ha acertado en esta combinación.


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Vaya por delante que permitir a los cuentapropistas, emprendedores cubanos libres, la posibilidad de importar y exportar, es una decisión que responde a una demanda ampliamente extendida en el colectivo, y que respaldamos, como no podría ser de otro modo. Pero el modelo elegido no satisface las expectativas, sobre todo al comprobar cómo el Gobierno comunista despliega un mecanismo para controlar el negocio y sacar tajada del mismo. Una vergüenza.

Es fácil constatar que el objetivo inicial de situar a todos los actores en igualdad de condiciones para exportar e importar no se cumple con este sistema. Una empresa estatal tendrá mucha más capacidad e influencia para desarrollar estas actividades que un pequeño productor agropecuario.

Para empezar, ha sido el gobierno el que ha decidido quién sí, y quién no puede participar del juego. Para tal fin, han elaborado un mapa territorial que señala mil veintiséis bienes y servicios con categoría exportable en todo el país, y 382 formas de gestión no estatales con potencial para exportar en sectores diversos.

¿Son suficientes?¿Están los que realmente tienen que estar? ¿Se han dejado fuera a alguno que debería estar? ¿Qué criterios se han utilizado para elaborar el mapa?

Son tantas las cuestiones que sobrevuelan este instrumento, que probablemente habría sido mucho mejor dejar libertad absoluta a cualquier emprendedor para exportar e importar, sin tener que estar en el “mapa” de marras. Dicen que el mapa tiene como objetivo señalar a los productores capaces de producir bienes y servicios con calidad exportable, y además, hacerlo de forma rápida y que se implemente con eficiencia.

Si alguien del gobierno conociera las claves del comercio exterior se daría cuenta que al comprador y vendedor no le gusta que lo mareen ni lo dirijan. Eso es así.

En suma, Malmierca y los suyos creen que con este tipo de “mapas teóricos” van a conseguir que las exportaciones crezcan y que las importaciones sean más racionales, y lograr los tan deseados “encadenamientos productivos” entre todas las formas de gestión para un mejor resultado económico. Ojalá que lo consigan, pero no será fácil.

Junto al mapa, el ajiaco tiene otro ingrediente, la relación de “36 empresas especializadas” que según Malmierca son capaces de “prestar un servicio de calidad a las formas de gestión no estatales”, con el ánimo de estimular y facilitar sus operaciones comerciales.

Una vez más, nos preguntamos ¿por qué se trata de un colectivo cerrado? ¿es que tal vez no hay más entidades? ¿o es que han sido elegidas con determinados criterios políticos? ¿está probada su capacidad para prestar el servicio?¿por qué no se eligen profesionales independientes que son la fórmula habitual en el comercio mundial para este tipo de operaciones?

Hay que tener en cuenta que estas entidades “especializadas” van a ganar dinero fácil, simplemente actuando como intermediarios de un negocio entre un particular privado y otro extranjero. La experiencia dice que muchos negocios tienden a fracasar cuando aparecen varios interlocutores. Ojalá no sea este el caso.

Bien está que se formalice en un contrato la intermediación entre el exportador/importador y la empresa “especializada”. En algún momento se podrá tener en cuenta que dicen dichos contratos, pero lo más grave es que el exportador cuentapropista no tendrá más remedio que aceptar las cláusulas impuestas en el modelo de contrato, de forma coercitiva, y que tendrá poco margen para negociar nada. Otro atropello más.

Además, en el contrato se estipulará que los emprendedores privados deberán tener cuentas corrientes en moneda libremente convertible, así como de cuentas en CUC y en CUP. En la vida, he visto un contrato en estos términos. En Cuba, sí.

El servicio financiero para estas operaciones se va a proporcionar por tres bancos comerciales pertenecientes al estado comunista, a saber el Popular de Ahorro, el Metropolitano y el de Crédito y Comercio en función del lugar del país en que se desarrolle la actividad. Entiendo que los bancos habrán sido elegidos por algún criterio, que tampoco se especifica en la nota de Granma.

Un aspecto curioso de la regulación del ajiaco de Malmierca se encuentra en que los precios de las importaciones o las exportaciones serán acordados entre las partes, en esencia, el cuentapropista que quiere comerciar o la empresa que se trate (estatal) y la empresa “especializada” que le ofrece el servicio.

Y en estos casos, la referencia más común de precio “será el valor de esos productos en los mercados más cercanos”. No sé si se entiende bien este párrafo, pero parece indicar que las relaciones comerciales de los cubanos con los extranjeros no se podrán cerrar a precios acordados entre las partes, con libertad, como ocurre en todos los países del mundo, sino que el gobierno, es decir, Malmierca, solo aceptará unos precios “de los mercados más cercanos”.

A ver si lo entiendo. Si un cuentapropista del campo cubano consigue una oferta de excavadora en Madrid por 2.000 euros, pero resulta que el precio en el mercado más cercano de México es de 5.000 euros, ¿entonces el precio de la operación se deberá establecer en este último? Esta es la parte que cuesta más de entender porque resulta un despropósito ese factor de cercanía.

Pero hay más. El ajiaco no está terminado aún. Resulta que cuando se realiza una exportación, el ingreso percibido por la misma tendrá un descuento (dicen que pequeño margen comercial por la empresa estatal “especializada", pero ya se verá) e igualmente se tendrá que deducir aquellos gastos asociados a la operación (¿por ejemplo, una visita a una feria, una tramitación de permisos legales en el país de origen, etc?).

¿Qué le queda al exportador de todo esto? No acaba aún. Una vez deducidos los gastos, y a partir de lo que acuerden las partes, un determinado porcentaje se retendrá en divisa y se depositará en la cuenta del cuentapropista y el resto se debería ingresar en las cuentas en CUC o CUP.

Tan solo se permite que un porcentaje de los ingresos en divisas obtenidos de la exportación sean retenidos por los emprendedores para destinarlo a su propio negocio, y en los supuestos preestablecidos de importar o para otros gastos que tuviera que realizar en el país.

No hay referencia al porcentaje que puede quedar, pero después de comisiones, gastos y demás, no será muy alto. Es decir, el estado castrista controla, dirige, maneja y establece la dirección y sentido del dinero obtenido por el emprendedor en la operación de exportación. Muchos pensarán, lógicamente, para que esforzarse en ello.

Por lo que respecta a las importaciones, en el importe final se incluirá el precio de la adquisición de la mercancía y también otros gastos (logísticos, aduanales y de transportación), que serán pagados usando los fondos de las cuentas bancarias en divisas. Es decir, aquí hay otro aspecto a considerar, si no se exporta y se obtienen recursos, las posibilidades de importar, según este sistema, son nulas.

No hay divisas para importar. Malmierca lo dijo claramente, al referirse a las vías para adquirir las divisas, deben proceder de la propia exportación y el porcentaje que se retiene (después de gastos); de transferencias bancarias en moneda libremente convertible desde el exterior (lo que debe presuponer la existencia de un socio que asuma dicho movimiento de capital antes de la operación) o desde bancos cubanos, donde haya cuentas con liquidez, sin precisar su origen.

Finalmente, las tarjetas magnéticas se podrán utilizar para hacer extracciones de moneda nacional CUC y CUP en efectivo, pero no para extraer moneda libremente convertible dólares o euros. Malmierca dice que es para bancarizar lo más posible el proceso y que no circule la divisa en efectivo, yo sostengo que es porque el gobierno quiere tener bajo absoluto control las divisas y evitar que se canalicen hacia otras vías en la economía informal.

Ya les digo, el ajiaco de Malmierca sabe mal, tiene poca sal, y los ingredientes, con el calor, se han estropeado. Yo para la próxima le recomendaría caldosa, eso la gente se lo come más a gusto; si no, que les pregunten en Las Tunas a los herederos de Don Quique y Marina.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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