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Movimiento San Isidro, desde La Habana Vieja: la represión de un acto revolucionario

¿Por qué el enorme aparato represivo de la tiranía reprime a esta vanguardia artística? Porque la llamada Revolución ha desaparecido. El Movimiento San Isidro, desde su concepción y puesta en práctica, significa la rebelión del arte de vanguardia contra sus opresores.

Jóvenes del Movimiento San Isidro, ayer en la sede de Damas 955. © CiberCuba
Jóvenes del Movimiento San Isidro, ayer en la sede de Damas 955. Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

El MSI, en San Isidro en La Habana Vieja, encerrado entre las tablas de un hogar a medio hacer, ha echado sobre el cuerpo y el alma de 14 compatriotas, la responsabilidad de cargar el peso de la miserable dictadura heredera de Fidel Castro. Quienes mantienen o se han sumado en las últimas horas a la huelga de hambre asumen un acto que desde su concepción es genuinamente revolucionario.

¿Por qué el enorme aparato represivo de la tiranía reprime a esta vanguardia artística? Porque la llamada Revolución ha desaparecido. El Movimiento San Isidro, desde su concepción y puesta en práctica, significa la rebelión del arte de vanguardia contra sus opresores, el sistema totalitario, burocrático, parásito y corrupto, creado por su fundador, quien identificó su persona y caprichos con los anhelos de una nación.

El MSI fue la respuesta independiente, enérgica, ante la decisión del Ministerio de Cultura, en Cuba tales decisiones parten del Partido Comunista, de suspender la XIII Bienal de las Artes de La Habana. Entonces (año 2018), un grupo de jóvenes irreverentes, sin pedir permiso porque al artista en el arte le va la vida, decidieron crear, absolutamente con sus propios medios, la alternativa “#00BienalHabana”.

Cundió el pánico en las filas del oficialismo sumiso y apareció la represión, escalada al extremo de juicios sumarios propios de un estado de sitio, finalmente instaurado en un barrio de la capital cubana, desde ahora punto de inflexión en la historia de la tiranía más antigua del hemisferio occidental.

En mayo del citado año, la #00BH expuso en un manifiesto sus planes, sintetizados por dos de sus organizadores, Yanelys Núñez Leyva y Luis Manuel Otero Alcántara, la primera en obligado exilio, el segundo sobrevivió al sexto día de hambre y sed y renunció a la huelga de sed para prolongar su valiosa existencia.

“¿Por qué no se había contado con los artistas para tomar tal decisión y hasta cuándo el Estado cubano iba a seguir mediando y operando de manera negativa y a su libre albedrío en el futuro inmediato de sus ciudadanos? De las tantas propuestas que aparecieron en el aire, una de ellas fue realizar la bienal de forma independiente al Estado y nosotros dimos el paso al frente para comandarla.”

Copiamos del portal web Terremoto, aquel 11 de mayo, algunas ideas básicas:

  • En cada estudio una bienal como espacio de inclusión. Espacios, en algunos casos domésticos, en los que se crearían proyectos curatoriales concebidos luego de la recepción de todas las propuestas.
  • Inclusión de artistas subestimados, fuera del éxito comercial, creadores de la base, no patrocinados por el Estado
  • El arte moviéndose en las calles, respirando con la gente, saliendo del cubo blanco, es algo que nos atrae mucho. También rescatamos las primeras ideas de la Bienal de hacer un evento sin recursos, marcado por la solidaridad, que visibilizara las prácticas de los marginados por Occidente.

¿Qué le proponían estos creadores, en su mayoría jóvenes, a sus coterráneos? Yanelys y Luisma comentan uno de los proyectos a ejecutarse, prohibidos por la burocracia del Ministerio de Cultura en pleno contubernio con la tenebrosa Gestapo cubana, conocida por Seguridad del Estado:

“Un proyecto del que nos gustaría hablar es el que se va a organizar en Alamar donde Amaury Pacheco e Iris Ruiz, son sus principales organizadores. Titulado “El Bloque del Este”, este proyecto programado para un día dentro de la #00Bienal, contendrá un festival de esculturas de arena, uno de artes visuales, con fotografía, instalación, audiovisuales y performers; además de un show alternativo de música hip hop, electrónica y poesía hablada.”

El acertijo pudiera ser la poesía, no olvidar que el actual estado de sitio en La Habana Vieja, se originó al impedir por la fuerza un encuentro de lectura de poemas, dedicado a protestar contra la injusta condena del rapero Denis Solís a ocho meses de prisión, juzgado en dos días, sin abogado, por un supuesto desacato cuando el joven contestatario impidió a un policía irrumpir sin la orden debida en su vivienda. Castro, tal vez heredó de su colega Franco el decir de uno de sus ministros: cuando oigo hablar de cultura, saco la pistola.

En Cuba, desde el 30 de junio de 1961, al pronunciar un tristemente célebre discurso conocido por “Palabras a los intelectuales”, de uniforme verde oliva, después de safarse el cinturón armado y ponerlo sobre la mesa, sentenció a los artistas con una frase lapidaria:

“¿Cuáles son los derechos de los escritores y de los artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho.”

Cuentan que el dramaturgo Virgilio Piñera, víctima de sus obras y su homosexualidad, murmuró cual Galileo: “Tengo miedo.”

Desde entonces, juez supremo, Fidel Castro decidió qué era “revolucionario” en Cuba. Por supuesto, la iniciativa de 170 artistas cubanos, apoyada desde una veintena de países por sus colegas solidarios, a ejecutarse en lugares públicos y casas de vivienda, era un acto “contrarrevolucionario” por el mero hecho de realizarse con plena independencia del binomio partido comunista/estado.

La respuesta fue inventar un Decreto Ley, el número 349 de los herederos del castrismo, prohibiendo el arte independiente. Surgió el Movimiento San Isidro (MSI), pecado mortal que pudieran pagar con su vida seis jóvenes cubanos.

Un hombre con una bandera a cuestas por las calles de La Habana, delito que le ha causado solo durante un año 22 detenciones arbitrarias, un juicio sumario, prisión y posterior liberación bajo presión de la opinión pública nacional e internacional, Luis Manuel Otero Alcántara, declaró a quien ahora escribe:

“Tengo una fe ciega de que Cuba será libre, estoy arriesgando la vida, y esto como único puedo llevarlo adelante es creyendo ciegamente, tengo mi intuición y fe de que Cuba va a ser libre y lo vamos a ver, no solamente yo, lo verá la generación de mi mamá, de mi abuela, y mis hijos van a disfrutar de esa Cuba libre.”

El Papa Francisco, quien tanto se pronuncia, acaba de recibir una petición por los huelguistas de hambre en San Isidro de La Habana Vieja.

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