Alfredo Lima Pérez (Camagüey, 1944) es uno de los firmantes de una carta dirigida a militares en activo en Cuba para que no repriman al pueblo y asume, en la vida, la exquisita educación que recibió en casa y la serenidad de un piloto experto con 12 mil horas de vuelo sin un solo incidente de seguridad.
Lima Pérez habla con calma de sabio, prudente y respetuoso; deja que su interlocutor vaya preguntando y repreguntando sin inmutarse y va desgranando el dolor de la cárcel y el trato injusto recibido con su felicidad de haber sido piloto y disfrutado su profesión desde el soleo hasta que pidió ser jubilado porque no quiso seguir llevando y trayendo a Fidel Castro Ruz por los cielos de Cuba, donde la pobreza cotidiana e inclemente laceraba su cabeza y alma, viendo de cerca los privilegios de la casta gobernante, a la que no duda en calificar de mafia.
Soportó la cárcel con igual integridad con la que vivió volando y vive ahora en Estados Unidos, adonde llegó en 2010 de la mano de su hija Lisset y recibió los beneficios y derechos que el estado norteamericano concede a emigrantes. Pero no se quedó quieto y trabajó por otros diez años, que parece un número simbólico en su vida de cubano anónimo, generoso y esforzado: 10 años como instructor de vuelo, 10 años como piloto del presidente, otros 10 preso y los últimos 10 cuidando una escuela en Miami.
Lima Pérez solo reaccionará, iluminando su cara, sonriendo y alzando un poco la voz, a una provocación de CiberCuba: ¿Y todavía vuelas? Ya no, con casi 77 años (los cumple este jueves 18) quizá no vería bien las pistas; ¡pero eso nunca se olvida, eh!
¿Qué motivos te llevaron a firmar la carta dirigida a militares cubanos en activo pidiéndoles que no repriman al pueblo?
Firmé la carta para denunciar la corrupción de altos oficiales cubanos, que han constituido un estado mafioso. El monopolio de GAESA opera sin ningún tipo de control ni fiscalización; mientras el pueblo cubano muere de hambre y necesidades y porque me parece indispensable pedir a los militares de honor que no usen las armas contra la población civil. Y porque considero importante el cambio de la consigna de Patria o Muerte por Patria y Vida, no debemos permitir más muerte para los cubanos.
¿Cómo es posible que un teniente coronel que había sido piloto ejecutivo de Fidel Castro Ruz durante 10 años, acabe en la cárcel?
Todo empezó en 1993, cuando al terminar un vuelo fui a la oficina del jefe de Regimiento Aéreo Ejecutivo y solicité mi retiro como piloto. No fue una decisión precipitada, sino fruto del contraste que veía entre la vida de los dirigentes y la de mi familia, vecinos y amigos.
Me di cuenta que el nivel de vida de los dirigentes y altos oficiales era muy superior al de nuestro pueblo; mientras ellos gozaban de toda impunidad y opulencia, mi pueblo moría de hambre y todo tipo de necesidad. Como piloto profesional me sentía realizado, pues se me había asignado una responsabilidad que no cualquier piloto podía ejecutar, pero como persona, como ser humano, ya no me sentía bien sirviendo a los que, por muchos años, han oprimido a nuestro pueblo, y opté por retirarme.
Al presentar mi retiro, la Contra Inteligencia Militar (CIM) y el Ministerio del Interior (MININT), se dieron cuenta que yo había cambiado mi forma de pensar, empezaron a vigilarme y, finalmente, agobiado y desesperado por mi situación y la de mi familia, caí en una trampa que ellos mismos me prepararon.
¿Y cuál fue la emboscada que te tendieron la CIM y la Contrainteligencia del MININT?
Me contactaron dos supuestos periodistas mexicanos, que dijeron pertenecer a la revista Proceso, mostrándome unas credenciales como reporteros de México, proponiéndome un plan de fuga. La primera vez que me abordaron rechacé su propuesta porque yo no tenía previsto, en ese momento, emigrar a ninguna parte y se marcharon.
Al cabo de unos días regresaron y me propusieron una salida ilegal segura por el aeropuerto de Varadero. El plan era que volara a Alemania, donde me estaría esperando un individuo que era el encargado de continuar los trámites hasta llegar a Estados Unidos.
Después, al pasar del tiempo, me di cuenta de la locura cometida, pero en ese momento mi cabeza no pensaba claramente y los que planificaron todo, lo sabían.
¿Cómo fue tu estancia en prisión, qué recuerdos tienes de esa experiencia tan dura?
Fui condenado a diez años, de los que cumplí ocho tras las rejas y dos de reclusión domiciliaria, por los delitos de salida ilegal de Cuba, falsificación de documentos y revelación de secretos.
En la prisión de La Condesa, como era militar, las condiciones de vida eran rigurosas. Vivíamos hacinados en un pabellón con más de 50 reclusos, donde apenas se podía caminar, teniéndonos que mantenernos la mayor parte del tiempo sobre la cama. La alimentación no era tan mala y bastante variada.
Ya Guanajay fue más rigurosa como prisión de alta seguridad. Éramos ocho reclusos, siete políticos y uno común. Las condiciones de vida eran muy malas, la celda con mucha humedad y llena de todo tipo de insectos, sin agua potable, solo dos tanques que los llenábamos cuando había agua y lo utilizábamos para el aseo personal. La alimentación pésima, en muchas ocasiones un poco de col hervida. Podíamos subsistir por la jaba que nuestros familiares podían suministrar mensualmente.
Fuiste piloto ejecutivo del fallecido presidente cubano Fidel Castro Ruz, ¿cómo desempeñaste ese trabajo, tuviste algún señalamiento en tu expediente por indisciplina?
En el Regimiento Ejecutivo, con sede en el aeropuerto de Baracoa (noroeste de La Habana) realicé vuelos con miembros del Buró Político y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, funcionarios del estado y delegaciones extranjeras. Fui asignado como piloto de Fidel Castro en 1983, cumpliendo con esta responsabilidad durante 10 años.
Para mí, volar con Fidel Castro era hacer un vuelo con características especiales de alta seguridad y control. Como profesional de la aviación siempre cumplí estrictamente con la seguridad de los vuelos, no teniendo premisas de accidente ni accidentes.
¿Qué tal era el Comandante en Jefe como pasajero? ¿Tuviste algún percance aéreo o anécdota que merezca la pena comentar?
Fidel Castro era disciplinado como pasajero, nunca intervenía en el trabajo de la cabina de vuelo, pero sí venía a la cabina a interesarse por las cuestiones técnicas del avión, información meteorológica y sobre la ruta de vuelo. Pero la mayor parte del trayecto lo pasaba en un área de la cabina de pasajeros acondicionada para él, donde compartía con su Jefe de escolta, Coronel José Delgado y el Teniente coronel fallecido en Estados Unidos, Juan Reinaldo Sánchez.
Por la blogosfera cubana circulan diferentes versiones sobre las medidas de seguridad que se tomaban, cuando tú despegabas con Fidel Castro a bordo. Por ejemplo, que volaban por el centro de la isla, evitando las costas y que el resto del tráfico aéreo se paralizaba o desviaba. ¿Cómo eran esos vuelos?
Los vuelos se realizaban en control desde el puesto de mando de las FAR, con el avión ubicado siempre por radar. Durante la travesía al aeropuerto de destino se desviaban todo tipo de aeronaves de la ruta a seguir por el avión en que viajaba Fidel Castro. En el aeropuerto de destino se suspendían todas las operaciones de vuelo hasta que el entonces Comandante en Jefe no abandonara la instalación aeroportuaria.
¿Qué opinión te mereció el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate?
Fue un asesinato, el ataque de dos aviones poderosos contra avionetas pequeñas sin ningún tipo de armamento, que no ofrecían ningún peligro para la seguridad de Cuba. Existen métodos en la aviación para obligar a cualquier nave a aterrizar en un aeropuerto, sin tener que usar la fuerza letal.
¿Cuántos años serviste en las fuerzas armadas y en qué especialidades?
Ingresé en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) a través del llamado de 1964, del Servicio Militar Obligatorio (SMO), en la provincia de Camagüey, donde fui asignado a una unidad de Ingeniería. Estando allí, llené una planilla para solicitar el ingreso en una escuela de aviación, pasé favorablemente el examen médico y fui para la escuela de aviación en la base aérea de San Julián, Pinar del Rio, donde cursé mis estudios de piloto, durante tres años.
Después de graduado, fui Instructor de vuelo por siete años, en la propia escuela de San Julián, en 1975 fui trasladado para volar en el Regimiento Ejecutivo de Playa Baracoa, donde estuve 17 años y volé AN-24, AN-26 y YAK-40.
Cuando pedí mi retiro, en 1993, tenia casi 30 años de servicio y, como piloto, 12 mil horas de vuelo.
¿Sientes que desperdiciaste parte de tu vida? ¿Cómo es tu vida en Estados Unidos?
Pienso que no desperdicié toda mi vida, pues realicé mi sueño de ser piloto y lo disfruté mucho. Aunque perdí años de mi vida tras las rejas de Castro, fueron 10 años los que cumplí, ocho encarcelado y dos en reclusión domiciliaria.
En Cuba ya no tenía vida, tras haber pasado diez años preso. No se puede vivir donde uno sabe que está vigilado, bloqueado en todos sus derechos humanos, sin posibilidad de vivir dignamente. Nunca pensé vivir en Estados Unidos, pero no tuve otra alternativa.
En Estados Unidos estoy feliz junto a toda mi familia, gozo de libertad absoluta, no carezco de nada, tengo todo lo necesario para vivir felizmente, desde que llegué en 2010, tras las gestiones de reclamación de mi hija Lisset para que viniéramos mi esposa, mi hijo menor y yo. Trabajé diez años como Jefe de seguridad de una escuela de Secundaria Básica (High school) con más de cuatro mil alumnos, y me jubilé cuando empezó la epidemia de coronavirus.
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