La destacada cantante, actriz y presentadora italiana, Raffaella Carrà, falleció en la tarde de este lunes a los 78 años.
"Raffaella nos ha dejado. Se fue a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre", escribió su pareja sentimental, Sergio Japino, en comunicado difundido por la agencia ANSA.
La icónica artista italiana falleció "tras una enfermedad que desde hace tiempo atacaba ese cuerpo suyo tan diminuto y tan lleno de energía desbordante”. No dejó que su “profundo sufrimiento se filtrara. Otro gesto más de amor hacia su público y hacia quienes compartían su afecto, para que su calvario personal no perturbara su brillante recuerdo".
Lapino indicó que las circunstancias del funeral se definirán en breve, y precisó que Raffaella pidió un simple ataúd de madera sin terminar y una urna para guardar sus cenizas.
"En la hora más triste, siempre única e inimitable, como su risa abrumadora. Y así es como todos queremos recordarla. Adiós Raffaella", concluyó.
Italia y el mundo entero llora la muerte de la cantante, bailarina, coreógrafa y actriz, que se convirtió en todo un mito popular, recordada por haber exportado nuevas fórmulas de espectáculo y llevar a la letra de sus canciones una sensualidad que ruborizó a más de uno.
En más de un país estuvo censurada "5353456", una inocente llamada telefónica que ocultaba todo un homenaje a la masturbación femenina, en el que una amante despechada terminaba con el índice moviéndose solo “sobre” su cuerpo y "marcando sin parar”.
Transgresora, carismática, sensual, espontánea, Raffaella Carrá conquistó primero a su natal Italia, luego a España -donde se convirtió en todo un mito en la conservadora sociedad ibérica de mediados de los 70- y de ahí dio el salto a Latinoamérica, donde fue venerada como una auténtica diva.
Varias generaciones de cubanos crecieron escuchando temas como "Fiesta", "Hay que venir al Sur", "Caliente Caliente" o "En el amor todo es empezar".
El mensaje de Raffaella nunca tuvo límites: la libertad, la homosexualidad y el amor libre formaron parte de su repertorio alegre y bailable.
El diario británico The Guardian la definió como la “estrella del pop italiano que enseñó a Europa el placer del sexo”.
Hija de padres separados, criada muy cerca de su madre y de su abuela, supo desde pequeña que quería ser libre y artista. Los estudios de ballet clásico fueron la base de su pasión, pero no siguió porque su primera profesora le sugirió que nunca iba a llegar a nada con unos tobillos tan finos.
Alejada del ballet, y apoyada por su madre obtuvo sus primeros papeles en el teatro. De adolescente -todavía morena- siguió haciendo algunas comedias teatrales hasta que viajó a Estados Unidos en los 60, siguiendo los pasos de otras estrellas italianas.
Instalada en Los Angeles, Rafaella consiguió un papel en el filme El coronel Von Ryanal, junto a Frank Sinatra.
Sin embargo, La Carrà se sentía demasiado latina para gustarle al público norteamericano y apenas comenzaron los años 70 emprendió el regreso a su país.
El cine no era su fuerte y la pantalla chica iba a ser su gran amor y el camino de entrada a millones de hogares y a la popularidad inmediata.
Con la vuelta a Europa también llegó el cambio de look: el rubio platinado llegó para quedarse y la convirtió en un icono.
Escogió su identidad artística por sugerencia de un realizador televisivo. El apellido lo tomó del pintor futurista Carlo Carrà, pero mantuvo el Raffaella, que lo vinculaba a uno de los mayores exponentes del renacimiento, Rafael.
En los años 80 sus provocaciones le valieron la censura del Vaticano por el baile de su tema “Tuca, tuca” (1971) que le valió el apodo del "ombligo de Italia".
Sus trasgresiones estilísticas también la consagraron como icono de la moda.
Fue un icono gay mucho antes de que llegara Madonna, y recibió el Premio World Pride en 2017.
Tras varias décadas de éxito sostenido, en los que incluso llegó a entrevistar a personajes como la Madre Teresa de Calcuta o el escritor español Rafael Alberti, anunció su retiro en 2016.
Raffaella siempre dijo que no creía en el matrimonio, pero sí tuvo dos grandes amores. Primero fue Gianni Boncompagni con quien vivió en pareja por varios años y con el que compartió algunos de sus trabajos.
Su otro gran amor fue Sergio Japino, quien fue su coreógrafo. Con ninguno de los dos tuvo descendencia: “Me hubiera gustado tener un hijo, pero cuando lo intenté ya era tarde. El médico me dijo que no podía”, comentó en una entrevista con el diario español El País.
En una entrevista con un medio italiano en diciembre de 2020 habló de lo duro que para ella había sido la pandemia y el largo confinamiento.
“Técnicamente hablando, Italia tenía cantantes vocalmente más fuertes como Mina, una virtuosa mezzosoprano y Milva, con su melena pelirroja y sus tendencias políticas, Patty Pravo, una contralto andrógina y Giuni Russo que sublimó la técnica operística en pop. Pero Carrà las ha superado a todas”, sentenció el diario británico The Guardian, que la definió como un huracán musical que arrasó en Europa como ningún otro.
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