Tardocastrismo a la búsqueda de Deng Xiaoping

¡Coño, que mala suerte han tenido los tres Villalobos del apocalipsis insular! Queriendo salvar a Cuba, la han hundido; aunque ahora generales y doctores vivaqueen proustianamente, entre Siboney y el Palacio de la Revolución, buscando un Deng Xiaoping que acierte con el gato que cace ratones y sobre todo, asuma que enriquecerse es glorioso, aunque algunos lo consigan antes, como han hecho las familias Castro-Soto del Valle y Castro-Espín-López-Calleja.


Este artículo es de hace 3 años

El tardocastrismo -derrotado políticamente el 11J- anda a la búsqueda de un Deng Xiaoping que consiga revertir el Tiananmén cubano, acelerando una reforma económica engavetada desde 1993, evitando lastimar al anciano General de Ejército Raúl Castro Ruz, que se quedó a medias en asuntos esenciales y hurtando una salida democrática a la más grave crisis de la nación.

La rebelión del 11J marcó la derrota política del tardocastrismo porque se quedó desnudo ante el mundo y los cubanos, a los que intentará apaciguar ahora con migajas donadas; es la primera vez que la dictadura no vende las donaciones internacionales, y su discurso es cada vez más vacío y contradictorio porque está agotado y solo queda morir matando o reformar, priorizando la democratización de Cuba.


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De momento, no hay respuesta política al 11J, solo maniobras dilatorias con concesiones económicas parciales y la reiterada letanía del embargo enemigo; el comunismo de compadres también teme que la reforma económica integral y necesaria desemboque en la inaplazable democratización y el ansia de libertad, pujanza y solidaridad de los cubanos, se los lleve por delante.

La mayoría de los cubanos apresados por la rebelión del 11J siguen presos y/o a la espera de juicios, y ya se han filtrado testimonios de golpizas, torturas y vejaciones, pese a que nunca debieron ser encarcelados y deben ser liberados incondicionalmente porque la torpeza y el miedo tardocastrista es responsabilidad exclusiva del presidente Díaz-Canel, ese burócrata acobardado y sudado llamando -delictivamente- a la guerra civil.

Uno de los peligros latentes en Cuba, es el intento gobernante de comprar y/o anular la voluntad democrática de los cubanos, expresada el 11J, aliviando la pobreza, desigualdad y marginación y valiéndose de bobos solemnes que amplifican obviedades reiteradas para -baldíamente- intentar justificar la amoralidad de la casta verde oliva y enguayaberada.

Una invasión norteamericana -negada reiterada y nítidamente por Washington- es la penúltima ocurrencia de La Habana mentirosa, para solaz y esparcimiento de sus exégetas y gusañeros, reacios a las bombas, pero ávidos de racimos de dólares norteamericanos e intercambios académicos para forrajear moneda dura y pacotilla, mientras pontifican sobre la resistencia del pueblo cubano, al que desprecian y manipulan a su conveniencia.

¿Cómo puede sostenerse un ideal de independencia y soberanía, suplicando a la Casa Blanca que levante el embargo unilateralmente y que reanude las remesas para que muchos cubanos sigan siendo mendigos, pese a su calidad humana, capacidad de trabajo y espíritu emprendedor?

La República fue la etapa más próspera de la historia cubana aun con injusticias, el comunismo es la etapa más empobrecedora de la nación y raíz de males crónicos como la injusticia, la destrucción de la agricultura, la ganadería, la industria, el medio ambiente, la salud, la educación, la anulación de la inteligencia y la sublimación del absurdo y la simulación.

Cuba no será libre ni próspera hasta que el comunismo sea una opción en una boleta electoral democrática; el resto son cuentos de caminos y dilaciones costosísimas para la nación y sus hijos, aplastados por un grupito zarista que ahora sufre de duermevela asustado.

La matanza de Tiananmén provocó el viraje económico definitivo de la dictadura maoísta que ha conseguido crear un país de rentas medias y no una potencia como propalan los alabarderos comunistas residuales y la progresía Channel 5, obsesionados con derrotar teóricamente a Estados Unidos todos los días e incapaces de ver las debilidades, injusticias y contradicciones del modelo chino.

Para olvidadizos, en 1979, Fidel Castro Ruz advirtió que Cuba no es China ni es Egipto y que no haría de Judas que vendió el derecho al primogénito por un plato de lentejas, en alusión a las posiciones políticas de Pekín y El Cairo, pero la sentencia vale porque -a diferencia de ambas naciones- los cubanos conocieron y adquirieron un sentido de la modernidad con la influencia de Estados Unidos, donde vive en democracia la población cubana más próspera de la historia.

La receta de convertir a los cubanos en mano de obra barata Made in China ya fracasó con el CAME, los intentos de la casta verde oliva de blindarse Made in Egipto son sueño irrealizable porque el blindaje egipcio obedece al interés de Estados Unidos y Europa de que -junto a Marruecos y Argelia- haga de muro de contención del terror islámico.

Cuba no tiene nada que ofrecer a Washington, que lo mantiene en la mirilla antiterrorista por su colonización y sabotaje de Venezuela y sus devaneos con los ayatolás iraníes, que están financiado los candidatos vacunales Abdala y Soberana 02; de momento una inversión fallida por la virulencia del coronavirus.

Hace un mes, los precios topados eran la solución socialista y cubana para el hambre; ahora ya no tanto, pero sin atreverse a eliminar el absurdo por completo, en ese pernicioso hábito de parcheos ante problemas graves, que habrían podido manejarse de otra manera.

Hace un mes, no podían usarse hoteles vacíos para acoger enfermos de coronavirus; este martes, se habilitó el principal de Ciego de Ávila como hospital de campaña y una escuela militar para observación epidemiológica; pese a que GAESA sigue encerrada en su egoísmo suicida.

Hace un mes, quienes proponíamos la apertura de canales humanitarios autorizando la libre importación de alimentos básicos, medicinas, artículos de limpieza, desinfección y aseo, éramos bisneros anexionistas; ahora ya se pueden importar -al menos hasta diciembre- libremente.

Un lastre crónico de la dictadura comunista es el mantenimiento de un limbo legal permanente, que en tiempos de subsidios de la URSS y Venezuela funcionó parcialmente como mera herramienta represiva; pero ningún país puede consolidar su economía con un gobierno que actúa por impulsos, provocando que lo prohibido por la mañana, sea tolerado al mediodía, legal por la tarde y dudoso por la noche.

La economía cubana está exhausta por errores y dilaciones de la casta verde oliva, las sanciones de Estados Unidos, el impacto del coronavirus en la economía de muchos emigrados emisores de remesas monetarias y el destrozo del turismo causado por la incapacidad de Manuel Marrero Cruz, premiado con el cargo de primer ministro por su obediencia ciega al avaro General de División Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, que sigue sin dar la cara, mientras al presidente Díaz-Canel se la parten todos los días; en parte facilitado por el propio mandatario con tuits y poses infantiloides.

Cuando mandaba Fidel, siempre tenía una carta debajo de la manga y sus guatacas más astutos decían, esto no tiene arreglo, pero no hay quien lo tumbe; aunque fusiló y atajó las reformas cuando encontró en el chavismo a la URSS del siglo XXI; cuando mandó Raúl, era un reformista pragmático con valores familiares, pero atajó las reformas por miedo a Obama y la costosísima pifia de que Hillary derrotaba a Trump.

Díaz-Canel fue saludado como un hombre joven que venía a completar y mejorar los amagos transformadores de su antecesor con un socialismo "próspero y sostenible", pero resulta que Cuba está peor que nunca, pese a que su padrino pasó por alto su corrupción en Villa Clara, sus destrozos en Holguín y la limpieza ideológica en universidades, como ministro de Educación Superior.

¡Coño, que mala suerte han tenido los tres Villalobos del apocalipsis insular! Queriendo salvar a Cuba, la han hundido; aunque ahora generales y doctores vivaqueen proustianamente, entre Siboney y el Palacio de la Revolución, buscando un Deng Xiaoping que acierte con el gato que cace ratones y sobre todo, asuma que enriquecerse es glorioso, aunque algunos lo consigan antes, como han hecho las familias Castro-Soto del Valle y Castro-Espín-López-Calleja.

Vano empeño, la solución de Cuba pasa por una reforma política plural que legalice el pensamiento y la discrepancia y propicie un clima de libertad económica y, mientras más se aplace, peor será el estallido final.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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