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La compañera Aylín Álvarez García (Caimito de Guayabal, 1986) ha estrenado su cargo de primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (Ujc) mostrando su incapacidad política al intentar justificar una caravana progubernamental, aprovechando que este jueves hace 27 años que muchos habaneros fueron apaleados por miembros del contingente "Blas Roca Calderío", tras manifestarse en el malecón y saquear tiendas en dólares norteamericanos.
"Entiendo y comparto las preocupaciones genuinas de personas honestas y de bien que se pronuncian sobre la pertinencia, debido a la situación epidemiológica del país, de realizar mañana una caravana de bicicletas, autos y motos por el Malecón. Es cierto que se convoca en medio de un momento de pico pandémico, pero también de máxima agresividad e intentos de desestabilización interna e invasión extranjera.
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"Se suman a esta línea otras voces, no tan buenas ni preocupadas por la salud del pueblo, y que son las mismas de siempre, que no pierden oportunidad para atacar cualquier iniciativa que vaya en un camino favorable al Estado, al Gobierno y la Revolución.
"Resulta llamativo que ninguno de estos últimos ha salido a expresarse con la misma vehemencia y preocupación pandémica, en contra de las convocatorias que desde hace más de una semana circulan por todas las redes y plataformas para repetir este 5 de agosto los mismos hechos que tuvieron lugar el pasado 11 de Julio".
¿Cuál invasión extranjera; cuáles agresividad y convocatorias si la mayoría de manifestantes del 11 de julio están presos y/o en prisión domiciliaria, tras ser salvajemente apaleados por policías y paramilitares?
La compañera Aylín tiene la mala ocurrencia de mencionar sogas en casas de los ahorcados, cuando se le presupone alguna sensibilidad por su formación artística, pero arde en deseos de servir al tardocastrismo y parece orgullosa de la represión del 5 de agosto de 1994, cuando Fidel Castro acudió al centro de La Habana, cuando la Brigada Especial del Minint ya había despejado y asegurado la zona.
No satisfecha en su afán totalitario, la dirigente comunista trivializa el dolor de Cuba y en otro tuitazo desafortunado y con faltas de ortografía, especula sobre las causas de muerte: "Es un momento duro y difícil que enfrentamos como Nación (sic), es cierto. En él (sic) lo mismo podemos morir de COVID-19, pero también de una bomba o de una pedrada en la cabeza. Nadie lo dude. De todo ello debemos cuidarnos y defendernos".
Si los cubanos deben cuidarse del Covid-19, ¿cómo se te ocurre organizar y alentar una manifestación progubernamental?
Pero no vayan a pensar mal de la compañera Aylín pues -como verán en su tuiter- adorna su insensatez con una florida imagen con la que pide: "A Cuba, ponle corazón".
Muchos cubanos llevan casi 63 años poniéndole corazón y sacrificando sus vidas por su nación, que se escribe en minúscula, Aylín, y de nada les ha servido porque son ahora más pobres y dependientes que cuando tu naciste, y en ese esfuerzo están incluidos los emigrados, los más solidarios y generosos del mundo.
Tu mensaje es bonito y bobito, pero errado en sus destinatarios, pídele a Díaz-Canel, incitador de una guerra civil; a López-Calleja, avaro jugando al capitalismo con el dinero de todos los cubanos, que le pongan corazón a Cuba y déjate de estar insultando a sus víctimas empobrecidas.
Y sobre todo, Aylín, guárdate de tus excesos y disparates, construye tu discurso con ternura y cubanía, que la silla que ahora te han prestado electrocuta y, si tienes dudas, pregunta a Luis Orlando Landy Domínguez, Carlos Lage Dávila, Roberto Robaina, Juan Contino, Victoria Vicky Velázquez y Otto Rivero.
Algunos te dirán que se corrompieron, ¡raro, verdad!, muchachos educados por Fidel y Raúl Castro Ruz, ¿con quienes habrán aprendido a robar, a tener buenas casas y a embriagarse con las mieles del poder?
Serénate Aylín y, si vuelves por Caimito de Guayabal, pon la oreja para que refresques ese dicho campesino real como la vida misma: "¡So, caballo, so!; tienta paso, que viene precipicio", lee el rechazo que has provocado con tus tuiters y evita caer en la tentación de los sarampionados, que de buenas ideas e intenciones está repleta la política de cuadros de la revolución, una máquina perfecta de moler carne humana.
El arte, como la política real, es sensibilidad nunca machaque, salvo que te suicides espiritualmente y pudiendo apostar a la democratización de Cuba, una pasión enfermiza te haga apostar por Díaz-Canel y Marrero Cruz, cheos consuetudinarios y candidatos a figuras de cera en ese horrendo museo de Bayamo, fruto de una ¿cultura de masas? espantosa.
A tus casi 35 años, te conviene más ser una mujer de luz que martillo de herejes; aunque a tu edad ya deberías saber que la libertad no es más que la angustia de elegir, que la mierda no alimenta y que -casi siempre- gobiernan los peores.
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