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Crónicas del acuartelamiento en San Isidro. Domingo 22 de noviembre

El 9 de noviembre de 2020 el rapero cubano Denis Solís fue detenido por la policía y, dos días después, sometido a juicio sumario y condenado a ocho meses de cárcel por el supuesto delito de desacato. Ello provocó la movilización del Movimiento San Isidro, al que el músico pertenece, para reclamar su liberación. El 16 de noviembre, varios de los integrantes de la organización y otros solidarizados con la causa se plantaron en su sede en Damas 955, en La Habana Vieja, y el 18 decidieron comenzar una huelga de hambre, algunos también de sed, para exigir la puesta en libertad de Solís. La activista y reportera de CiberCuba Iliana Hernández, una de las huelguistas, recuerda los hechos en sus "Crónicas del acuartelamiento en San Isidro".


Este artículo es de hace 2 años

Llegó el día de la manifestación en el Parque Central. Esa mañana nos contaron los vecinos que nos habían sacado en la televisión cubana difamando de nosotros y diciendo que lo de San Isidro era una farsa, que éramos todos pagados por el imperio y todo a lo que nos tienen acostumbrados a los cubanos: decir mentiras sin derecho a réplica.

Pero ese día lo importante era la convocatoria al Parque Central a las 3 de la tarde, ya la dictadura había cercado toda la zona y llevado hasta allí las Brigadas de Respuesta Rápida.

Era el cuarto día en huelga de hambre, yo empezaba a sentirme con mareos.

Osmani Pardo decidió abandonar la huelga de hambre, empezó a sentir el malestar debido a un problema de salud que tenía de antes y arrastra aún.

Como hicieron los demás que abandonaron, decidió quedarse para seguir ayudando en lo que fuera necesario.

Osmani es un manitas, todo lo arregla, todo lo hace, arregló hasta un aparato de tomar la presión con una jaba de nylon.

Recuerdo que cuando decidió abandonar la huelga estuvo llorando, la emoción lo invadió, aunque no fue el único que lloró, casi todos en algún momento lo hicimos. Quizá en un futuro, con más tiempo, daré más detalles de los 10 días que estuvimos acuartelados en San Isidro.

En su tiempo libre empezó a hacer un árbol con material reciclado y le llamamos el árbol de la libertad; todavía debe estar allí en la casa.

Las noticias que nos llegaban de afuera eran, entre otras cosas, alentadoras.

Los cubanos en el exterior empezaron también a movilizarse y convocaron a manifestaciones en distintas ciudades del mundo. En Barcelona se concentraron por primera vez más de 300 personas, fueron muchas las ciudades de España y Estados Unidos, también se sumaron Uruguay y otros países latinoamericanos donde hay comunidad de cubanos.

Como era de esperar, fueron reprimidas las personas que fueron hasta el Parque Central por las turbas de la BRR acompañadas por los represores de la Seguridad del Estado. No dejaban llegar hasta allí a nadie; salieron imágenes de las detenciones de Marthadela Tamayo, Osvaldo Navarro y Juan Antonio Madrazo, entre otros, en las redes sociales.

También supimos que había jóvenes que se fueron a otras partes cercanas de San Isidro a leer poesías y consiguieron hacerlo sin sabotajes de la policía, porque estaban todos concentrados en el Parque Central.

Mientras, nosotros en la casa luchando contra la censura, contra el cerco policial que siempre intentaba evitar el paso de Zuleidis, la esposa de Esteban que no dudó en ningún momento en enfrentarse a los represores y poder pasar a la vivienda con víveres y ayudas que nos enviaban de todas partes. Las monjas nos enviaron mantas para que usáramos de colchón, ya que muchos dormían en el piso, otros amigos, utensilios que hacían falta para poder llevar un poco mejor esos días de acuartelamiento.

Supimos que se habían acercado hasta ahí varios pastores, monjas y hasta el encargado de Negocios de EEUU Timothy Zúñiga-Brown, que fue grabado por ellos mismos para usarlo en la televisión como propaganda para sus mentiras y decir que todo era programado por ese país.

No dejaron pasar a ninguno.

Esteban empezó a beber agua y ese mismo día Katherine Bisquet decidió sumarse a la huelga de hambre, bebiendo agua e infusiones. Ya eran dos personas en huelga de hambre y sed: Maykel y Luisma; y Óscar, Esteban, Katherine y yo, en huelga de hambre. Del grupo de 14 personas que quedábamos en la casa 5 estábamos en huelga.

Las campañas de descrédito no cesaban, sin embargo, no contaban absolutamente nada de lo que ellos nos hacían. Luisma estaba muy débil, el esfuerzo de la noche anterior lo había dejado en muy malas condiciones; estuvo todo el tiempo en su colchón, tapado con una sábana y apenas podía hablar. Maykel había hecho otras huelgas en prisión, estuvo una vez hasta 21 días; su aspecto no estaba mucho mejor que el de Luisma, ambos eran los que más peligro corrían.

Terminamos el domingo con la angustia de ser atacados en cualquier momento esa noche por los represores de la Seguridad del Estado debido a que las amenazas de hacerlo eran constantes y ya nos habían hecho varias trastadas los días anteriores.

Subir las escaleras me tomaba más tiempo porque tenía que descansar en cada paso que daba para tratar de ahorrar energía; yo seguía durmiendo arriba, aún podía resistir el hambre, ya mi estómago se estaba acostumbrando a estar sin alimentos sólidos, solo con agua.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Iliana Hernández

Iliana Hernández Cardosa (Guantánamo, 1973). Deportista, bailarina, pequeña empresaria y activista. Colaboradora de CiberCuba en La Habana.


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