El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel definió a Cuba como una “rara dictadura” que no desaparece ni reprime a sus víctimas y negó la existencia de menores de edad presos tras el histórico estallido social del 11 de julio.
Invocando una vez más el comodín de la “soberanía”, el gobernante designado por el dictador Raúl Castro afirmó que su régimen tiene la “moral muy alta” para aceptar de las democracias occidentales señalamientos de violaciones de derechos humanos.
En un discurso pronunciado durante la clausura del III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el gobernante y primer secretario del único partido legal del país ignoró una vez más el principio de realidad y describió una Cuba asediada por "enemigos externos", pero triunfante con el apoyo y la creatividad de un pueblo alegre.
De espaldas a la realidad documentada por organizaciones no gubernamentales (ONG’s) como Cubalex y divulgada por los medios de prensa independiente y las redes sociales, Díaz-Canel negó la existencia de más de 1,000 presos políticos que permanecen tras las rejas por haber salido a las calles a manifestarse durante las protestas del 11J.
Además de negar el acoso policial, las amenazas de la Seguridad del Estado, la violencia de sus fuerzas represivas y las coacciones sobre activistas y opositores ejercidas desde el terrorismo de Estado que practica su régimen totalitario -que manipula desde los medios de comunicación públicos hasta los “actos de repudio” vecinales-, el gobernante cubano acusó a las democracias occidentales que denuncian la represión de la dictadura cubana.
“Esta rara dictadura, cuyos supuestos desaparecidos o perseguidos suelen reaparecer paseando por ciudades europeas o norteamericanas, tiene una limpia trayectoria en el tratamiento a su población penal y tiene una moral muy alta para no aceptarles acusaciones a los mayores violadores de los derechos humanos en el mundo, dentro o fuera de su país, lo mismo en Vietnam que en Iraq o en el territorio ilegalmente ocupado por la Base naval en Guantánamo”, defendió Díaz-Canel.
Con el habitual tono triunfalista de los discursos del régimen -entonado con la insulsez característica de la pobre oratoria y la falta de carisma del gobernante designado por la cúpula dictatorial cubana-, Díaz-Canel celebró la resistencia del pueblo cubano frente a todos los males que provocan el embargo y las campañas de desestabilización orquestadas por Estados Unidos que, según el relato oficial, solo movilizan a “mercenarios” y “confundidos”.
“Tener un solo Partido no nos convierte en dictadura; sí nos libra de las pugnas y de la corrupción política que tanto daño hacen a naciones pequeñas y pobres, donde el acceso a los cargos está permeado por los compromisos con las élites empresariales”, argumentó el primer secretario de ese único partido que, en alianza con los militares y fuerzas represoras, compone el régimen dictatorial y totalitario cubano.
De forma parecida a como lo dijera el cantautor Silvio Rodríguez –quien afirmó que si Cuba era una dictadura era por culpa de sus “enemigos”-, el gobernante cubano se refirió al sistema político cubano como una “rara dictadura” que no encarcela ni desaparece opositores.
Para Díaz-Canel, los encarcelados del 11J son vándalos que serán juzgados con todas las garantías legales del sistema político cubano, los presos políticos son delincuentes y antisociales; los que guardan prisión domiciliaria, son acosados, vigilados y amenazados por la Seguridad del Estado son “terroristas”, no activistas por los derechos humanos o la libertad de expresión. Los desterrados son "flojos agentes" a los que el régimen trató amablemente.
Todo ello, cómo no, está movido por el archienemigo externo, Estados Unidos y sus secuaces de la “mafia cubanoamericana”. “Ese adversario no acepta la soberanía y odia nuestro sistema social. Somos demasiado libres para lo que ellos consideran su patio trasero y demasiado atrevidos por elegir el camino del socialismo”, consideró el primer secretario del PCC.
“Cuba libre, soberana y socialista en las narices del imperio. Eso somos. Y en ese somos que entraña una alta cuota de resistencia y creatividad heroica, al cierre de otro año difícil, llegó el momento de felicitarnos”, indicó Díaz-Canel en un discurso que por su desconexión con la realidad y el desprecio a la inteligencia, hiere la dignidad de los ciudadanos que de manera creciente contribuyen a fortalecer la sociedad civil en Cuba y que por este motivo son duramente reprimidos por el régimen totalitario.
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