El empresario ruso Pável Dúrov y fundador de Telegram dio otro portazo al Kremlin al asegurar a clientes ucranianos que “su derecho a la privacidad es sagrada”, especialmente en medio del conflicto Rusia-Ucrania.
Las declaraciones fueron hechas en su canal de la red de mensajería y VOIP que fundó en 2014 junto a su hermano y de la que es su CEO.
Atendiendo a preocupaciones sobre “si Telegram es, de alguna manera, menos seguro para los ucranianos porque una vez viví en Rusia”, Dúrov recordó que también es de ascendencia ucraniana y aún tiene familiares en Ucrania. “Es por ello que este trágico conflicto es personal tanto para mí como para Telegram”, aseguró y contó como terminó su carrera en Rusia.
Fue entre 2011 y 2013 cuando, siendo CEO de la red social VK, se negó a compartir datos privados de “usuarios ucranianos que protestaban contra un presidente prorruso” con la agencia de seguridad rusa FSB, dijo.
“Me negué a cumplir con estas demandas, porque habría significado una traición a nuestros usuarios ucranianos”, agregó aclarando que su decisión le costó que lo despidieran de su propia empresa y lo desterraran del país:
“Perdí mi empresa y mi hogar, pero lo volvería a hacer, sin dudarlo. Sonrío con orgullo cuando leo mi publicación de VK de abril de 2014, que muestra las órdenes escaneadas del FSB y mi respuesta característica a ellas: un perro con capucha”.
Además de no entregar información sensible, tampoco siguió las órdenes del Kremlin de bloquear las páginas de opositores en la red social, entre los que se encontraban Alekséi Navalni, de cara a las elecciones de la Duma rusa (Asamblea) en 2012, y de entregar datos personales de miembros del grupo de VK que protagonizara la protesta de Euromaidan en Ucrania.
El empresario de 37 años, quien siempre sostuvo que las demandas eran ilegales, fue hostigado hasta por las fuerzas antidisturbios de San Petersburgo, su ciudad natal, que rodearon su casa con orden de apresarlo, lo cual no sucedió.
La foto del perro encapuchado con la lengua afuera fue su forma de pronunciarse en franco desafío a las exigencias irracionales de Vladimir Putin.
Lo hizo a pesar de que “había mucho en juego para mí personalmente. Todavía vivía en Rusia, y mi equipo y mi antigua empresa también tenían su sede en ese país”, aclaró.
“Han pasado muchos años desde entonces. Muchas cosas cambiaron: ya no vivo en Rusia, ya no tengo empresas ni empleados allí. Pero una cosa sigue siendo la misma: defiendo a nuestros usuarios pase lo que pase. Su derecho a la privacidad es sagrado. Ahora más que nunca”, sentenció.
Desde su creación en 2014, Telegram se ha caracterizado por la protección de datos, rapidez en la comunicación y versatilidad. Tras el reciente apagón cibernético que mantuvo a Facebook, WhatsApp e Instagram fuera línea, la compañía experimento un incremento de 70 millones de usuarios y de valor en el mercado. La seguridad en línea que ofrece Telegram convierte a la aplicación en una de las más populares entre los internautas de Cuba que intentan burlar la censura del régimen de la isla.
A continuación, reproducimos íntegramente el texto de Pavel Dúrov:
Si sigues mis publicaciones, sabrás que, por parte de mi madre, mi linaje familiar viene de Kiev. Su apellido de soltera es ucraniano (Ivanenko), y hasta el día de hoy tenemos muchos parientes viviendo en Ucrania. Es por ello que este trágico conflicto es personal tanto para mí como para Telegram.
Algunas personas se preguntaron si Telegram es, de alguna manera, menos seguro para los ucranianos porque una vez viví en Rusia. Permítanme contarles a estas personas cómo terminó mi carrera en Rusia.
Hace nueve años yo era el CEO de VK, que era la red social más grande de Rusia y Ucrania. En 2013, la agencia de seguridad rusa FSB me exigió que les proporcionara los datos privados de los usuarios ucranianos de VK que protestaban contra un presidente prorruso.
Me negué a cumplir con estas demandas, porque habría significado una traición a nuestros usuarios ucranianos. Después de eso, me despidieron de la empresa que fundé y me obligaron a abandonar Rusia.
Perdí mi empresa y mi hogar, pero lo volvería a hacer, sin dudarlo. Sonrío con orgullo cuando leo mi publicación de VK de abril de 2014, que muestra las órdenes escaneadas del FSB y mi respuesta característica a ellas: un perro con una sudadera con capucha.
Cuando desafié sus demandas, había mucho en juego para mí personalmente. Todavía vivía en Rusia, y mi equipo y mi antigua empresa también tenían su sede en ese país.
Han pasado muchos años desde entonces. Muchas cosas cambiaron: ya no vivo en Rusia, ya no tengo empresas ni empleados allí. Pero una cosa sigue siendo la misma: defiendo a nuestros usuarios pase lo que pase. Su derecho a la privacidad es sagrado. Ahora más que nunca.
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