Quien haya leído la prensa estatal en los últimos días, podría coleccionar una serie de titulares que tratan de mostrar una economía en funcionamiento, casi a pleno rendimiento, con unos registros que ya los quisieran otros. Y cito algunos:
“Cuba producirá a escala industrial cajas de control, gabinetes y tarjetas semafóricas”
“Que haya suficiente azúcar y sus derivados, y atención a los bateyes”
“Se acopiaron 151.000 toneladas de material reciclable en 2021”
“¿Cómo aplica Cuba los principios de la economía circular?”
“Obligaciones legales para ser propietario de ganado mayor”
“Precio del níquel llega al récord de 100 mil dólares la tonelada”
“Nuevo bioproducto confirma la vitalidad de la Estación Indio Hatuey”
“¿Qué debe cambiar con las medidas en el sector productivo?”
“Completará mayor empresa arrocera de Granma su capacidad de secado y almacenamiento”
¿Qué más se puede pedir? La panorámica de actividades, sectores, empresas y productos es tan amplia y variopinta que cuesta realizar una evaluación general de lo que puede representar para la economía. Presiento, como muchos lectores, que todo esto tiene poco que ver con una realidad que es cada día más angustiosa, y que reclama decisiones que sirvan para vivir un poco mejor. Vamos a ver qué ocurre en la realidad.
Porque, es evidente que el cubano no va a poder comer cajas de control, gabinetes y tarjetas semafóricas. Lo que parece increíble es que el régimen comunista no haya reparado hasta este momento en la importancia que tiene producir estos elementos de señalización vial dentro del país y así evitar las onerosas importaciones de los mismos.
Que lo hagan es buena cosa. Esto es algo que se debería haber hecho hace mucho tiempo y no solo con los elementos de seguridad vial.
En la economía cubana existe un gran número de productos que se tienen que importar porque no se producen en el país. Cuando hay recursos para comprar barato en el exterior no tiene mucho sentido hacerlo a nivel interno. Pero cuando se es pobre y escasean las divisas, hay que ponerse las pilas. Desde los tiempos del período especial se encendieron luces de alarma que no fueron entendidas por Fidel Castro.
En fin, si estos productos logran reducir los anormalmente elevados índices de siniestralidad de tráfico, 8.369 accidentes se produjeron el año pasado, el resultado podría ser positivo y el Estado comunista había utilizado de forma correcta los recursos, lo que no suele ocurrir con frecuencia.
Es lo mismo que con el azúcar. Ahora resulta que después de casi 300 de cultura y manufactura azucarera en Cuba, primera potencia mundial del dulce en los años 50 del siglo pasado, en la prensa estatal dan “lecciones” de qué se debe hacer para producir más caña.
Pero no solo eso, se pone especial énfasis en “las 93 medidas para salvar el sector azucarero” unas medidas que salieron de los productores, directivos y trabajadores del ramo, que, sin embargo, son los primeros que en cuanto pueden, califican estas medidas de inútiles e inservibles para sacar al azúcar cubano del caos al que la envió Fidel Castro a comienzos de este siglo.
En realidad, nadie cree que el programa cañero-azucarero sea capaz de producir azúcar para la economía nacional, para exportar y para desarrollar los productos derivados, incluidos aquellos que se destinan a la industria alimentaria, a la producción de alimento animal y de alcohol, en buena medida, porque la solución que plantean “lograr la recuperación de los bateyes”, tiene poco sentido a estas alturas de la historia.
¿Y qué decir del acopio de 151 mil toneladas de material reciclable en 2021 o de esa “aplicación” de los principios de la economía circular en Cuba? De risa.
Pues eso. Que se recupera de todo, desde envases de vidrio, que se vuelven a utilizar para cualquier cosa, incluidos los medicamentos, a la chatarra ferrosa, no ferrosa (aluminio, cobre, bronce, plomo o zinc) y no metálica (papel y cartón, desperdicios textiles, botellas y frascos de cristal, envases de plástico y sacos de nylon), acopiadas, clasificadas, procesadas y comercializadas por las empresas provinciales de recuperación de materias primas. Inconcebible.
La basura convertida en motor de una economía. Dedicarse a la economía circular por medio del fomento de capacidades y uso de fuentes renovables de energía en los sistemas productivos y en las comunidades rurales, el manejo y tratamiento de residuales para la protección del medioambiente y la producción de energía, es tan solo una pequeña parte de lo que se puede lograr.
Que un país que no es capaz de dar de comer a toda la población con los productos agropecuarios que produce se ponga a dar lecciones de economía circular es un despropósito de marca mayor, teniendo en cuenta que su objetivo es un aprovechamiento máximo de recursos, predominando la reducción de estos y su reciclaje. De hecho, las 17 acciones definidas en materia de ahorro energético y uso de las renovables son tan solo una pequeña parte de los residuos potenciales reales y otros, que permitan alcanzar y lograr la economía circular en las producciones agropecuarias.
Es lo mismo que la reciente resolución ministerial que autoriza el ejercicio del “propietario de ganado mayor”, que establece tantos requisitos técnicos y formales que a más de uno se le hará cuesta arriba, y muy difícil, dar el salto y establecerse con esta actividad que debería estar completamente desregulada para aumentar el número de productores y así producir más. Es lo mismo que hacerse eco del aumento del precio del níquel cuando la minería cubana tiene no pocas dificultades para extraer dicho mineral. Los últimos datos publicados por ONEI son de 2018 con una notable estabilidad respecto de años anteriores.
Así que nada mejor conformarse con este nuevo bioproducto que confirma la vitalidad de la Estación Indio Hatuey, que logra activar los microorganismos del suelo, estimular las plantas y las hace más fuertes ante las plagas sin que los alimentos que favorece dejen de certificarse como orgánicos. Pues con este bioproducto, la Estación celebró su 60 cumpleaños recordando que el “creador” fue Fidel Castro. Y después de glosar el reconocimiento de este insumo, resulta que el problema más serio de la Estación no es otro que “la escasez de tanques plásticos de 20 litros para envasar el producto terminado”.
Ahora mismo, tienen contrato con 55 productores directos y con varias empresas estatales, pero la disponibilidad de la fábrica, con una producción de 15 mil litros semanales, excede la solicitud de los productores. Parece que la creación de Fidel Castro choca con el típico problema de los “encadenamientos” de que habla Díaz-Canel y que son el mejor ejemplo del bloqueo interno del régimen comunista a la economía. Hay un buen bioproducto, pero no hay como envasarlo. Esas cosas que pasan y que no se resuelven. Ni siquiera con tanto plan.
En cuanto a las medidas del sector productivo, es triste constatar como en una operación de exportación que genera divisas, para la Empresa Agroforestal Holguín, se tiene que aportar el 20% a las arcas del estado, por mandato imperativo. Quien se esfuerza, trabaja, produce y cobra, se queda con el 80%. Puede parecer mucho, pero es injusto y acaba siendo improductivo.
Y para acabar, la Empresa Agroindustrial de Granos Fernando Echenique, la mayor entidad arrocera de la oriental provincia de Granma, y una de las dos más grande de Cuba, aspira este año a completar su capacidad industrial de secado y almacenamiento del cereal, con la finalización de un programa inversor, por importe de 22 millones de pesos, que incluye, entre sus principales objetos de obra, el montaje de 11 silos de almacenamiento de mil toneladas cada uno; tres secaderos; dos plantas de tratamiento y clasificación de semillas (ya montadas); y cuatro básculas de pesaje de 80 toneladas (tres de ellas montadas).
La cuestión no es la inversión, que ojalá todo el mundo tuviera esta oportunidad. La sorpresa es que esta inversión, que no se sabe si se acabará este año, se está realizando desde 2016. Cuando finalice, habrá que volver a empezar. Las inversiones industriales no se pueden extender durante más de un lustro. Eso es antieconómico.
Todo este panorama nos devuelve a una triste y oscura realidad de improductividad e ineficiencia porque la economía cubana en vez de ser dirigida por empresarios privados, lo es por burócratas comunistas. Así le va.
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