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La fábrica desfibradora de coco de Baracoa comercializa fibra y sustrato de este fruto fuera de Cuba, sin embargo, la venta de sus producciones en el país aún es muy limitada.
La moderna planta de la provincia de Guantánamo tiene la capacidad de procesar entre 150 y 250 kg de coco por hora para obtener fibras largas y cortas y sustrato empleado como abono en los cultivos, dijo Miriam Zoila Montoya Sánchez, directora de la Desfibradora de Coco, a la estación local Radio Baracoa.
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Del carapacho de este fruto seco se elabora un polvo que constituye un abono natural rico en nitrógeno, sodio, magnesio, carbono, calcio y potasio. Como materia orgánica se emplea en la agricultura, unido con el humus de lombriz o el estiércol de oveja, pues, además de sus componentes, favorece la retención del agua hasta siete días.
Hace aproximadamente tres años, los trabajadores de la industria comenzaron a fabricar losas para falso techo a partir del empleo de las fibras cortas mezcladas con yeso, que beneficia su comercialización en el mercado, según explicó el medio oficialista Cubadebate en una nota de 2019.
Los lotes de fibras cortas y largas son comercializados en Centroamérica y Europa, pero en Cuba las ventas para la industria local son limitadas. Únicamente en la provincia Las Tunas se adquiere la fibra para hacer colchones.
En la propia provincia de Guantánamo, donde radica la planta, solo el municipio Imías ha comprado este año el sustrato para su aplicación en la agricultura. El municipio sede de la desfibradora de coco, Baracoa, compró el producto el año pasado.
No se esclarecieron las razones por las cuales la comercialización de las fibras y el sustrato no ha sido exitosa en el país, donde podría suponer la sustitución de importaciones, pero varios compradores extranjeros expusieron su interés en conseguir el producto cubano.
Según la directora de la fábrica, un comprador italiano manifestó su intención de adquirir fibra y sustrato de coco producidos en la industria baracoense.
Entre las áreas explotadas también se encuentra el procesamiento de la madera del árbol de coco, empleada en la fabricación de muebles en la carpintería local.
La fibra del coco, indicó Montoya, es conocida por su empleo en la fabricación de colchones, almohadones, pisos de campos de fútbol y aislamiento térmico para los aviones, entre otros.
La desfibradora, instalada en 2017, tuvo un costo aproximado de 330 mil pesos y más de 68 mil dólares. Cuenta con tecnología de China para el desfibrado de coco y genera nuevos empleos para la población, según el reporte de la emisora radial.
Ingenieros de ese país asiático, donde la fibra es utilizada en la fabricación de colchones y en paneles de aislamiento térmico en edificaciones, se encargaron de armar la maquinaria para su funcionamiento.
El año de inicio de operaciones, los directivos estipularon que la producción estaría destinada a la exportación y se dedicaría en mayor medida a la elaboración de losas para falso techo mediante yeso y fibras.
Dos años después de su apertura, la fábrica comercializó las primeras 20 toneladas del polvo extraído del fruto seco y mezclado con otras sustancias para abono agrícola.
Hace dos años otra propuesta de emplear el fruto del coco anunció que instalarían una fábrica cuya inversión rondaba los 2.7 millones de dólares, para exportar aceite de coco, un producto que por primera vez entraría en el engranaje del intercambio comercial del régimen con otros países.
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