Una cubana se quejó del elevado precio del saco de carbón en una feria agropecuaria celebrada el fin de semana en el municipio San Luis, en Santiago de Cuba, en medio de la crisis energética del país.
“Llegó un saco de carbón, que ellos alegan que porque es de exportación, que se hizo una conversión a MLC, pero está muy caro: ¡300 pesos el saco de carbón!, se quejó una ciudadana, entrevistada por la televisora local TurquinoTeVé.
Las razones aludidas para la comercialización del carbón a tan alto precio no justifican el monto fijado y genera incomodidad en la población, afectada por la severa crisis energética que obliga a recurrir a ese combustible y a la leña para cocinar.
Igual de excesivos que el precio del carbón fueron los montos fijados para otros productos en la propia feria en el municipio santiaguero, supuestamente realizada con el objetivo de presentar a los consumidores una oferta variada y precios inferiores a los habituales, según el reporte televisivo.
Un ciudadano aseguró a los reporteros que los precios en la feria, en vez de bajar, subieron, aunque esta “se hizo con el objetivo de bajar el precio a los productos”.
Según el entrevistado, el precio del aguacate -30 pesos- era el mismo que el de los “merolicos” (vendedores cuentapropistas o ambulantes), por lo que pidió a los productores bajar los precios para que puedan satisfacer las demandas de la población.
“A las ferias agropecuarias de fin de semana deben acudir vendedores con la premisa elemental de disminuir precios. Solo así estarán estas cumpliendo el objetivo supremo de satisfacer demandas”, señaló la reportera.
El elevado precio del carbón en la feria santiaguera perjudica a pobladores que deben enfrentar apagones imparables y están obligados a la cocción de los alimentos con combustibles naturales porque no pueden usar electricidad o no disponen de servicio de gas licuado.
La aguda crisis energética que sufre el pueblo de Cuba impide que muchas personas puedan cocer sus alimentos de la manera como acostumbraban y han tenido que recurrir a los modos "tradicionales".
En las redes sociales, los cubanos han mostrado las disímiles maneras de cocinar en medio de las interrupciones del servicio eléctrico.
Recientemente, una mujer de Ciego de Ávila "presumió" su cocina improvisada donde prepara los alimentos para su familia. Se trataba de una fogón con dos bloques y leña, el cual protege de la lluvia con ayuda de un paraguas y las hojas de una mata de plátano.
En muchos municipios del país, especialmente en áreas rurales, no hay recursos necesarios para cocinar y las personas tienen que usar fogones de leña. Una ciudadana de Banes lamentó tener que utilizar leña porque el humo le afecta los pulmones, pero no hay otra solución.
Señaló que las hornillas eléctricas y ollas arroceras que vendieron en 2005, cuando Fidel Castro impulsó la llamada "revolución energética" en el país, ya no funcionan y no hay cómo reponerlas.
De acuerdo con un plan gubernamental de ensamblaje y comercialización de módulos de cocinas de inducción, en el país serían beneficiados con estos equipos familias en situación de vulnerabilidad, casos sociales y pobladores del Plan Turquino.
En mayo pasado el gobierno anunció el inicio de la venta de estos módulos en las provincias orientales a 3,343 pesos, un precio seis veces superior al que tenían antes. Sin embargo, este producto tan necesario no se venderá a toda la población, sino solamente a quienes puedan entregar una cocina vieja que será sustituida por la nueva.
En medio del grave déficit energético del país, que restringe el uso de medios de cocción eléctricos, la opción de emplear combustibles como el carbón, al que recurren sobre todo poblaciones de zonas rurales, puede ser también difícil o imposible de costear para muchas familias dado los precios del producto, como se evidenció en la más reciente feria en San Luis.
Mientras, el gobierno de Cuba exporta contenedores de carbón vegetal de producción estatal y privada a España, Turquía, Francia y Canadá, principalmente.
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