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El cubano Yendys Amengor Perovani llegó a Argentina con 25 años en 2009, llevaba consigo muchas ganas de prosperar y de alcanzar metas.
Trece años después, gracias a su don de gentes y a sus ansias de superación y estudio, el cubano, natural de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, es dueño de su propia oficina de Bienes Raíces en Buenos Aires.
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Es tasador, martillero público y corredor inmobiliario graduado en la Universidad de Morón y está al frente de un equipo consolidado en la capital bonaerense.
Amengor Perovani viajó a Argentina gracias a una carta de invitación que le puso un primo con el que estuvo viviendo durante su primer tiempo en la nación sudamericana. Época en la que se dedicó a dar clases de baile, animar fiestas de cumpleaños y a hacer shows de salsa, algo que le permitió conocer a muchísimas personas que ahora, años después, se han convertido en su clientela para un negocio bien diferente: comprar casas.
“Fue una experiencia linda para mí hacer bailar a la gente y ponerle buena onda. Quiero mucho a los argentinos, que me dieron la posibilidad de crecer y la posibilidad de ser el empresario que creo que soy hoy”, declaró Amengor Perovani en entrevista para el portal Infobae en la que detalló cómo cambió su vida.
“El cubano irradia alegría, la motivación de estar feliz, buscar en lo negativo, lo positivo. Y eso creo haber transmitido en las animaciones”, recuerda sobre esa primera etapa en Argentina, en la que llegó a tener entre 60 y 100 alumnos por clase.
Fue gracias a uno de sus alumnos argentinos que se adentró en el negocio inmobiliario y decidió estudiar. Sabía que debía hacer sacrificios para poder trabajar de día y estudiar de noche. Y lo logró.
Con el tiempo conoció a su pareja, Belén, de nacionalidad argentina, y después nació su pequeña hija, lo que lo motivó a emprender el riesgo de abrir su propio negocio.
Aunque comenzó en el negocio de bienes raíces en el 2012, fue en el 2017 antes de nacer su hija Isabela que decidió abrir su propia empresa.
"Como inmigrante era muy difícil arrancar en un mundo donde no había tenido amistades de chico. Ese 1, 2, 3 (los pasos de baile) me permitió fomentar y hacer crecer mi empresa. Hago operaciones en bienes raíces con gente que me llama y la primera palabra que me dicen es ‘¿Te acuerdas de mí? Era tu alumno’”, comenta.
Licenciado en informática en Cuba con especialidad en Pedagogía, en la isla Yendys Amengor trabajó en el Ministerio de Informática de Cuba, pero se sintió encerrado dentro de una oficina.
“A veces hay que atrasar para volver adelante, así que empecé a trabajar unos meses como chofer en una empresa. Después estuve en un almacén, salía a comprar, piezas de autos, suministros de empresas. Me di cuenta de que me gustaba estar en la calle, conociendo gente”, recuerda sobre esos tiempos en Cuba en los que también decidió cambiar de trabajo.
Trece años después, piensa que creer en sí mismo ha sido su gran fortaleza. Actualmente su negocio marcha bien y Yendys considera que su mayor logro fue haberlo logrado desde cero en un país totalmente nuevo para él.
“Yo siempre creí en mí. La fortaleza es esa. Creer en ti. Si tú no lo haces, nadie lo puede hacer”, concluye.
Yendys llegó a extrañar al profesor de salsa que fue alguna vez por lo que volvió hace poco tiempo a dar clases para un pequeño grupo en una parroquia de Buenos Aires. El dinero que recauda queda en la parroquia, el cubano cree que es una forma de devolver lo que le dio la vida, que siente que es mucho.
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